Visto y Oído
Carmen Machi
El Rebusco
En Reseña de las bodegas de Jerez, publicada en 1900 por Mena y Sobrino, se lee este comentario sobre la compañía A.R. Valdespino y Hno.: "A. D. Antonio Romero Valdespino, rico y acreditado cosechero a la vez que reputado vitivicultor, débese la fundación de esta bodega, la que estableció, no tan solo con los caldos que le producían sus exquisitos viñedos, sino también adquiriendo en plaza, a muy altos precios, vinos de los más viejos que por entonces había, capaces para servirle de base para el fomento y desarrollo del negocio que se proponía". Añadía, además, que en 1899 exportó 12.000 hectólitros, ocupando el cuarto lugar en la lista general de la exportación hecha por Jerez.
La familia Valdespino está vinculada con Jerez desde la Edad Media. En 1340, el rey Alfonso XI otorgaría la distinción de la Orden de la Banda Dorada a Alonso Fernández de Valdespino, por sus servicios en la batalla del Salado. La complejidad de los apellidos nos hace dudar del nombre exacto del fundador de la firma exportadora, que bien podría ser Antonio Fernández de Valdespino y Fernández Gutiérrez, o bien Antonio Romero y Fernández de Valdespino. En las etiquetas de la casa puede observarse, además del emblema de la orden caballeresca, la fecha de su establecimiento de 1837, aunque en otras aparece la referencia del año 1430, posible origen remoto de la actividad comercial vinatera de esta familia.
La compañía la heredarían Antonio y Sebastián Romero Orbaneja, los cuales modificarían el apellido a principios del siglo XX, quedando unidos los de Romero-Valdespino, ya que de otra forma se hubiera perdido. En ese tiempo ya poseían unas amplias instalaciones en calle Pozo del Olivar, además de otros edificios destinados a sus soleras y al almacenado en calle Ponce, Ídolos y Marqués de Cádiz.
Una de sus bodegas, conocida como la Grande, fue durante años una de las mayores del Marco, construida en 1850 (?). Esta zona formaba parte del antiguo convento de la Victoria, tal como describe el arquitecto José Manuel Aladro es su tesis doctoral La construcción de la ciudad bodega. Arquitectura del vino y transformación urbana en Jerez de la Frontera en el S-XIX.
A pesar del gran historial que acumula esta firma vinatera a lo largo de los siglos XIX y XX, la información generada no ha sido muy abundante. A ello se une la lamentable pérdida de gran parte de sus archivos, ya entrado el siglo XXI; incluido el magnífico alambique de grandes proporciones existente en una de sus dependencias. Muchos de sus libros de registro se ofertan actualmente en páginas de compraventa por internet; y por lotes se vendía su correspondencia en el mercadillo local hasta hace bien poco.
Para elaborar este artículo, en lo referente a desentrañar los lazos familiares, he de agradecer la colaboración prestada por Sofía Romero-Valdespino López de Carrizosa y Lorenzo Díez Romero-Valdespino. Algunos de los datos de la actividad empresarial han sido extraídos del libro de Wim MeySherry, publicado en Holanda en1988.
En el transcurso de los años los Valdespino han entroncado con las familias más sobresalientes de la sociedad jerezana, todas ellas con intereses en la industria vitivinícola. Uno de los hijos de Sebastián Romero-Valdespino Orbaneja, Antonio Romero-Valdespino Sánchez Romate (1895-1958), casaría con María Rosario Hermosa Romero.
De este matrimonio nacerían Teresa, casada con David Sandeman, del que nacería el carismático George Sandeman, residente en Oporto; Magdalena, que lo haría con Lorenzo Díez Lacave; Rafael, con Margarita González Gilbey; Miguel, unido con Maruja Arizón Picardo; y Carmen, con Jaime Martel Cinnamond.
Otro de estos hijos, José Antonio, casado con Margarita López de Carrizosa Domecq, se dedicaría a la hostelería. En 1963 se hizo cargo del hotel Los Cisnes, y en 1985, el matrimonio regentaría el restaurante La mesa redonda, que permaneció abierto hasta 2010. Su hijo Pepe, es el chef del popular Val de Pepe. El único que hace un sherry trifle como dios manda.
Hasta el año 1999, cuando los vinos se vendieron a José Estévez, la bodega estuvo dirigida por Rafael y, al fallecimiento de éste en 1990, por su hermano Miguel, actualmente retirado en Sanlúcar. Años antes, la familia supo esquivar los embates de José María Ruiz-Mateos para adquirir la bodega.
Sus vinos más emblemáticos han sido el fino Inocente, por las viñas del mimo nombre, y el amontillado Tío Diego, en referencia a un destacado miembro de la familia que vivió a finales del XIX, por más señas soltero y amante de la buena vida. El primero procedía de una sola viña de ese mismo nombre, en el Pago de Macharnudo, un vino que tenía diez criaderas, en lugar de las 2 o 3 como máximo que suelen tener los demás.
En los años 80, la familia poseía excelentes viñas, como la Inocente, con 87 hectáreas (20 de nueva plantación, y 67 con una edad de unos 20 años), en el pago Macharnudo Bajo, además de El corregidor Viejo, San Isidro, y en el pago Carrascal. Se estimaba su producción en 3.600.000 botellas al año.
En su periodo de bonanza, Valdespino compró en 1972 la bodega sanluqueña de Manuel de Argüeso. La amplia gama de sus vinos era apreciada en Estados Unidos e Inglaterra, además de introducirlos en Perú, Chile, México y Bolivia. Fueron proveedores de la Casa Real y de los duques de Montpensier, con oficinas en Oporto, Londres y Burdeos.
Su trabajo se vio recompensado con primeras medallas en los certámenes de Madrid, 1877 y 1908, Barcelona, 1888, París, 1889, Dublín, 1892, Chicago, 1893, California, 1894, Anvers,1894, Burdeos y Amsterdam, 1895. Y representantes de la entidad actuaron como jurado de vinos en Exposiciones de París,1900, y Burdeos,1907.
A finales del XIX contó con un socio para el mercado inglés, William Wilson, hijo de un cervecero que había fundado la compañía Hayward, Wilson &Co. Esta colaboración duraría hasta 1889.
Años más tarde, volvería a unirse con otro miembro de la familia Wilson, el creador de la firma Daniel Wilson & Sons., que se convirtieron en los agentes ingleses de Valdespino bajo el nombre de Wilson & Valdespino. Esta relación también tuvo una vida corta.
En los años 60 del siglo XX construyeron tres grandes bodegas en la calle Pizarro, esquina con Pozo Olivar, destinadas a guardar las máquinas de vendimia y depósitos para almacenar los mostos.
Valdespino, que contaba con imprenta propia, generaría a lo largo de los años una espléndida colección de etiquetas y carteles para promocionar la variedad de vinos y destilados elaborados en sus bodegas. He aquí unos ejemplos.
Una de estas etiquetas, la más llamativa a mi parecer, es la colorista careta de un dios Baco adornada con racimos de uva para un vino quina, fue creada por Leonetto Capiello, uno de los grandes artistas gráficos de entre siglo.
Para otras buscarían inspiración en obras artísticas, como el grabado de José Llovera, La playera, la de una joven tocando la guitarra, que fue reproducido en La Ilustración artística de 1 de diciembre de 1884; o la escena costumbrista de un contrabandista a caballo junto a la venta de los gatos. obra del pintor jerezano, Del Águila.
También contarían con artistas de la canción para hacer llegar sus productos a un público mayoritario, con folletos diseñados por Antonio Tusell Ribas.
Aclarar que el logo distintivo de la empresa, la J con la v puede tener más relación con un hierro de la ganadería de los Orbaneja que con las palabras Jerez Valdespino.
Durante las últimas décadas, la imagen corporativa de la casa estuvo asociada al diseño de Manuel Valle (Proyectos Gráficos Mamelón), la de un arrumbador arrastrando una bota. Una enorme veleta con esa imagen señalaba los vientos en la calle Pizarro, la que lo hace ahora en un edificio del Grupo Estévez.
En las décadas de los años 50, 60 y 70, el nombre de Valdespino ocupó numerosas páginas de la prensa y las revistas de tirada nacional, incluso en los paneles laterales de los tranvías, y autobuses urbanos, de diferentes ciudades del país era habitual ver su marca. Los creativos de la agencia de la Balena trabajaron en sus campañas de publicidad, y la misma Teresa Gimpera, modelo de moda en los 60, haría la campaña con el lema: "Yo...Valdespino".
Para Inglaterra lanzaron vinos etiquetados con nombres tan sugestivos para el oído británico como: Gibraltar, Drake, Sheriton, o Westminster.
En su cartera había una amplia gama de brandies y destilados, como 1850, Ídolos, 1430, Sello azul, Feudal, Alfonso X, anís de la mariposa, ponche Regio; o vinos, como Manzanilla La Flamenca, Moscatel Princesa, Sacristía, para consagrar, o el Pedro Ximénez de El Candado.
Para un público joven lanzaron a finales de los 60 Tamboe, un vermú con naranja elaborado con su socio americano Jack Poust.
José Estévez adquiriría los vinos de las bodegas Valdespino a finales de 1999, mientras que los terrenos se vendieron a Rochdale para la construcción apartamentos de alto nivel.
Según cuenta su hija, Maribel, en el libro José Estévez y el vino de Jerez: "....a comienzos de este siglo, en enero de 2000, a partir de la compra de la prestigiosa A. R. Valdespino y de la venta de Arenas Sílices, mi padre dedicó ya todos sus esfuerzos al vino de Jerez".
Para el traslado de las más de 15.0000 botas existentes en los cascos de bodegas de Valdespino se contó el director gerente de Valdespino, Luis Junquera, además otros responsables, como José Luis Monge, Mariano Núñez, Pepe González y Miguel Calvo.
De esta manera el empresario jerezano reunía en su grupo a las veteranas bodegas Félix Ruiz y Ruiz, Marqués de Real Tesoro y Valdespino.
Unos años antes de que el edificio de la bodega se adaptara para la actual Escuela de Idiomas, el Ayuntamiento barajó la idea de instalar allí el Museo de la Semana Santa, propuesta que no prosperó como tampoco el del Museo de la Ciudad.
Queda como recuerdo de su estado original las escenas rodadas en el 2002 para el rodaje de la coproducción hispano-ruso-alemana, El beso del oso.
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