El fino de Sanlúcar se topa con la manzanilla de Jerez y El Puerto
Bodegas
El veto al fino de Sanlúcar centra la última reunión de la comisión para modificar las reglas del juego de la Denominación de Origen, que llevaba meses sin convocarse
La falta de avances lleva a plantear la posibilidad de extender la elaboración de manzanilla a toda la zona de crianza, es decir, a las bodegas de Jerez y El Puerto
Hablar por hablar. La macrocomisión creada en el seno del Consejo Regulador para modificar las reglas del juego de los vinos de Jerez, oficialmente llamada comisión del pliego de condiciones, parece haber entrado en un callejón sin salida. El error de base es pretender lograr el consenso en torno a los grandes temas del sector, algunos pendientes desde hace décadas, de golpe y porrazo como un bloque en lugar de abordarlos por separado.
Lo poco que se salva del último encuentro de los miembros de la comisión, celebrado esta semana, es que después de muchos meses de contactos sectoriales, por lo que se ve infructuosos, volvieron a reunirse. Y hasta se ha fijado fecha para una nueva reunión a finales de mes.
Por lo demás, y salvo la introducción de un nuevo punto que cuenta con el apoyo unánime, para variar, de todas las partes, en concreto la eliminación del techo de rendimiento del viñedo, el resto de la reunión se perdió en un debate estéril, centrado en el veto al fino de Sanlúcar.
La pretensión de la patronal bodeguera de acabar con la elaboración de fino en el municipio sanluqueño, desde la premisa de que todo el vino de crianza biológica de Sanlúcar debe ser necesariamente manzanilla, derivó en un disparatado diálogo en el que se llegó a plantear la posibilidad de que la manzanilla vuelva a ser considerada un tipo de vino de Jerez o, en su defecto, que Jerez y Sanlúcar puedan criar también manzanilla. Lo dicho, un disparate.
En anteriores reuniones, entre otras propuestas intermedias, se habló de la posibilidad de establecer un periodo amplio para la supresión paulatina del fino de Sanlúcar, pero en esta ocasión se planteó la doble ‘alternativa’ que supondría retroceder a la década de los sesenta, ya sea con la renuncia a contar con una Denominación de Origen propia para la Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda –reconocida como tal por Bruselas a mediados de los sesenta para protegerla, entre otros, de los vinos de la localidad onubense del mismo nombre–, ya sea con la extensión de la elaboración de manzanilla al triángulo de crianza del Marco de Jerez, con lo que además de Sanlúcar, las bodegas de Jerez y El Puerto volverían a estar capacitadas para producir manzanilla como en su día, cuando como fino, amontillado, oloroso... ésta era un tipo de vino más de la D.O. Jerez-Xéres-Sherry.
Algunos de los miembros de la comisión confiesan que salieron de la reunión sin saber muy bien si se trataba de un planteamiento en serio, pero lo cierto es que ante la firmeza de las posiciones a favor y en contra de la supresión del fino de Sanlúcar, el extravagante plan ‘b’ salió a la palestra.
En otros asuntos de calado como la ampliación o extensión de la zona de crianza a todo el Marco de Jerez, que reclaman las cooperativas, o la limitación de la venta de vino a granel, que también persigue Fedejerez, y que quedaron relegados a un segundo plano, tampoco hay avances significativos de lo publicado hasta la fecha.
En cuanto a la liberalización de los rendimientos del viñedo, avalado por todas las partes, se trata de recuperar un mecanismo que dejaba en manos del pleno del Consejo la posibilidad de jugar con la producción de uva por hectárea en función de la cosecha del año.
No en vano, cabe recordar que el límite de 11.428 kilos de uva calificada por hectárea se incorporó al pliego de condiciones tras la escabechina de las actuaciones realizadas por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) –ahora Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) y que se saldaron con cuantiosas sanciones económicas tanto a las instituciones de los vinos de Jerez como a los principales operadores del sector.
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