Capacidad para relacionarnos

Relaciones sociales y felicidad. Cada persona es única e irrepetible y tendremos que regular nuestro comportamiento si queremos mantener una relación amistosa.

Capacidad para relacionarnos
Capacidad para relacionarnos
Juan Manuel Gutiérrez. Www.psicologiadiez.com

14 de mayo 2013 - 01:00

CONTINUANDO en el empeño de desguazar la felicidad y entender de qué está compuesta y cuáles son los elementos que podemos mejorar para ser más felices, no podemos olvidar en esta serie de artículos, una de las habilidades que probablemente mejor define a una persona feliz, la capacidad de relacionarse con los demás. Cuando un niño no se relaciona bien con los otros, no cabe duda que algo no está funcionando adecuadamente.

Relacionarse con otros, requiere de tres grupos de habilidades principalmente: las emocionales, las verbales o intelectuales y las conductuales. A nivel emocional, la falta de competencia percibida puede generar altos niveles de ansiedad y estrés que lleven a evitar el contacto social. A nivel verbal es, obviamente importante el manejo del lenguaje que nos permita entender lo que nos dicen y responder en concordancia (sólo bastaría imaginar que nos hablan en ruso, si no lo hemos estudiado nunca) y a nivel conductual es igualmente importante saber qué es lo más apropiado en cada momento, respetar los turnos para participar, aceptar o rechazar una invitación, besar o dar la mano a quien nos presentan o sonreír o mantener seriedad en un momento determinado.

La personalidad o la tendencia a comportarnos de una forma determinada en situaciones similares, aunque viene esbozada ya, desde el nacimiento, irá definiéndose a lo largo de toda la vida (resulta curioso un dato que pude leer el otro día sobre información genética innata, según el cual la información genética de nuestro antepasado el homo sapiens sapiens, que vivió hace 200.000 años, es muy similar a la nuestra, aunque, sin embargo, tenía capacidades muy limitadas frente a las del hombre actual). Entonces, la construcción de la personalidad de cada niño vendrá determinada por las circunstancias a las que se enfrente y por los recursos que utilice para afrontarlas. Podríamos decir de forma muy general que una personalidad sana sería aquella que cambia de estrategias en función de la situación, frente a un trastorno de personalidad en el que se persiste en el mismo uso de estrategias independientemente de la situación o circunstancias.

Las relaciones sociales exigen importantes estrategias de adaptación, cada persona es única e irrepetible y con cada persona tendremos que regular nuestro comportamiento si queremos mantener una relación amistosa. Un ejemplo puede resultar más explícito, si Manuel se relaciona con una persona que detesta las bromas, no tendría sentido insistir en gastar bromas, por mucho que a Manuel puedan gustarle.

La importancia que las relaciones sociales tienen para el bienestar de las personas, hace que su estudio se extienda a ámbitos como el consumo de drogas, conductas de promiscuidad sexual y embarazos no deseados, donde la carencia de las habilidades de relación suele suplirse con otras conductas de riesgo para conseguir aceptación de los otros. Del mismo modo, las habilidades sociales se relacionan con determinadas enfermedades médicas, en las que las dificultades para expresar lo que pensamos y sentimos aumenta el riego de aparición de enfermedades cardiovasculares y digestivas, entre otras.

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