Cáritas denuncia que alrededor de 200 personas viven en Jerez sin un techo
La institución se muestra crítica con el recorte que se ha producido en los recursos públicos para este colectivo
Llama la atención sobre las situaciones de infravivienda en muchos barrios
Jerez/Cáritas presentó ayer su campaña de Personas Sin Hogar, que cumple ahora 25 años, y con la que la institución quiere seguir reclamando los derechos de estas personas, "que son las últimos y no atendidas, las que intentamos no ver, que se intentan ocultar para no afear el paisaje y nuestras conciencias y que, como no votan, tampoco merecen la atención de los responsables públicos y de las políticas sociales", destacó el director de Cáritas, Francisco Domouso. Se eligió para la presentación el centro de día 'El Salvador' que gestiona Cáritas junto a las Hijas de la Caridad, y desde cuyas ventanas se observa la evolución de las obras de la plaza Belén. Explicó Domouso el motivo de la elección, ya que a las alrededor de 200 personas que según Cáritas viven sin un techo en la ciudad, habría que sumar las que habitan en infraviviendas, sin servicios mínimos y donde el centro histórico es un claro exponente, "debido a la dejadez del pueblo de Jerez, no vamos a echar sólo la culpa a los políticos". El director de Cáritas mencionó la dudosa habitabilidad de viviendas como las del Palacio Dávila, las de la calle Justicia, o algunas en la calle Arcos y también se refirió a los problemas de vivienda en La Constancia, en el Mopu o en la calle Doctor Girón, en la barriada de San Juan de Dios. "Por eso hablamos de personas sin techo, pero también sin hogar".
En relación al lema de la campaña de este año, 'Somos personas, tenemos derechos", Domouso incidió en que "éstos son universales e incluyentes, no dependen de la beneficencia, ya que no son regalos". Sólo en el centro de día de Cáritas Diocesana se atendieron en 2016 a 44 personas de las que 25 finalizaron el proceso de inserción, 13 fueron derivadas a otros recursos y cinco abandonaron. En cuanto al perfil de las personas atendidas, más del 81% fueron hombres, con edades entre 46 y 59 años, de nacionalidad española (77%), con estudios primarios (43%) y han pasado, en su mayoría, entre uno y dos años sin domicilio fijo. Domouso aclaró que "éste no es un centro de calor y café, vamos más allá, y realizamos un proceso de acompañamiento personalizado, en el que también se les posibilita una formación adaptada a sus posibilidades con el objetivo de que puedan conseguir un empleo digno que les ayude a recuperar su autonomía".
Domouso denunció, por otro lado "la progresiva reducción de los recursos públicos destinados a este colectivo por parte de las Administraciones y principalmente por parte de la Junta de Andalucía" y explicó que "de 2014 a 2017, en el caso de Cáritas, se ha reducido la partida presupuestaria destinada a Personas sin Hogar un 70%, ante lo que hemos tenido que soportar con nuestros medios una gran parte de la financiación de este centro durante los ejercicios 2015 y 2016 y este año nos ha bajado la aportación un 75% respecto a la destinada en 2014."
A continuación sor Teresa Pérez, superiora de las Hijas de la Caridad en Jerez, explicó que "atendemos desde el pasado año a una media de entre 50 a 60 personas en el comedor" y agregó que "vienen personas que viven en la calle, en el albergue o de okupas y también muchas que aunque tienen un techo no cuentan con condiciones dignas y necesitan que les cubramos esa necesidad". También aclaró que "estamos derivando a otras entidades a familias que tienen problemas socioeconómicos para que les ofrezcan una atención más completa que no podemos atender" ya que "nuestra ayuda es de alimentación que, aunque parezca muy necesaria, en una familia es lo mínimo, tienen otras necesidades más importantes que a veces no se ven o las acallamos dándoles un kilo de legumbres".
"Han sido años de aislamiento, ahora estoy creciendo como persona"
"Tener un hogar es algo más que tener un techo, un sitio donde te den calor, donde te sientas protegido, donde puedo crecer, aprender, compartir, soñar, jugar..." Así iniciaba ayer su testimonio Ángel Rubio, uno de los usuarios del centro de día 'El Salvador', con una dura vida a sus espaldas, como él mismo explicó. Todo empezó -según contó- al fallecer su madre cuando él era un adolescente. "No supe cómo afrontarlo, me vi solo y desocupado y me refugié en el mundo de las adicciones. A consecuencia de ello vinieron momentos mucho más duros: el aislamiento absoluto, sin recursos, sin apoyo de la familia". Relató que todo empezó a cambiar cuando en su vida se cruzó la hermana Pura, "que me abrió los ojos y me di cuenta que la vida que llevaba no era la que quería". Llegó hace un año al centro de día, "desmoralizado, con miedo e incertidumbre" y afirma que encontró quien le escuchara y quien le diera un abrazo sin conocerlo de nada. Su proceso casi está a punto de finalizar. "Han sido muchos años de aislamiento y estoy creciendo como persona, descubriendo valores que no sabía que tenía". En el centro ha recibido orientación laboral y está en un curso de mantenimiento de edificios. "Para mí eso es maravilloso, porque me siento una persona realizada. Antes estaba solo, sentado en un banco". Ángel pidió ayuda para las personas que siguen en la calle "que no están atendidas, algunos con problemas mentales, y que por esa razón no los quieren en el albergue y otros que no pueden entrar porque tienen animales y no quieren dejarlos y por eso prefieren la calle".
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