Carlos Granados: "Quiero poner al Villamarta mirando de frente a la ciudad"
Entrevista
El flamante director del teatro jerezano y gerente de Fundarte desgrana los objetivos y propuestas para su nuevo cargo, como la Capitalidad Europea de la Cultura 2031 y el centenario del Villamarta en 2028
Apuesta por proyectos que sean de "utilidad para Jerez y los ciudadanos y cambiar un poco esa mentalidad de que la cultura no es rentable"
Francisco Bejarano: "Uno siempre es un niño"
Jerez/Nacido en San Fernando, en 1988, Carlos Granados Dueñas se crio en Jerez desde que tenía un año. Estudió en la Compañía de María y en El Altillo School y tiene dos hermanas. Sus padres le inculcaron desde niño una educación extraescolar artística a través de la pintura, el piano, la música... A los cuatro años comenzó su andadura en la jerezana Escuela de Música y Danza Belén Fernández. Al poco, entra a formar parte de la escolanía del Villamarta y se estrena cantando 'Los amantes de Teruel', una experiencia que le fascinó y ya quiso dedicarse al teatro "como fuera". Fan de la lírica desde siempre, sus regalos de Reyes eran discos o vídeos de óperas, le encantaban.
Fue participando en varias producciones, hasta que comenzó a cambiarle la voz. Su amor por la danza clásica le lleva al Conservatorio de Madrid. En los veranos, la regidora del Villamarta, Carmen Guerra, se lo llevaba de gira como meritorio. Poco a poco, ella fue viendo que el muchacho tenía tablas e interés y le fue dando responsabilidades. Con 18 años, deja de bailar y comienza su camino como ayudante de regiduría y en dirección de escena en el teatro. Empieza a trabajar temporadas en Jerez y ya por su cuenta en otros espacios fuera.
Se marcha a Alemania un par de años para aprender el idioma, regresa a España para estudiar en Granada Historia y Ciencias de la Música, una experiencia, la de la carrera, que fue "muy bonita porque me abrió mucho la mente y me dio perspectiva, herramientas y recursos". Descubre que desde la gestión se podía crear, mejor que desde el escenario por su timidez. Surge entonces la plaza de asistente de dirección del Teatro de la Zarzuela, junto a Daniel Bianco, que obtuvo "contra todo pronóstico. Una experiencia que fueron tres carreras y cuatro masters en uno. Daniel ha hecho magia en ese teatro y ha sido muy generoso conmigo porque me ha enseñado mucho".
Tras casi cuatro años en Madrid, decide regresar a Jerez y aparece la oportunidad del Villamarta. Y aquí estamos. Tiene un perro, Kaiser, que ya conoce Alemania, Granada, Madrid, Jerez... "Si hablara, cantaría zarzuela". Además de este bagaje artístico, tiene otras aficiones como las antigüedades y la genealogía. Para desconectar, enchufa la videoconsola. De hecho, durante un tiempo trabajó como tester para Nintendo.
-Su llegada al cargo, hace un mes, coincidió con la puesta en escena de 'Madama Butterfly' y con el inicio este viernes, 23 de febrero, del Festival de Jerez.
-Sí, la llegada es un poco atropellada porque son momentos de mucha actividad del teatro, ya que la lírica es uno de sus pilares, y también el comienzo del Festival. La rueda del teatro ya estaba en marcha y yo me he tenido que enganchar, poniéndome al día poco a poco. El equipo también me está cuidando mucho. El Festival es algo que me hace mucha ilusión, me hubiera gustado cogerlo con más tiempo, pero lo he trabajado en otras ediciones, pero desde otros ámbitos. Ahora desde la dirección me ilusiona mucho y creo que va a ser muy distinto.
-¿Sabía al toro al que se arrimaba cuando presentó su candidatura como director-gerente del Teatro Villamarta?
-Bueno, yo tenía muchas ganas de volverme a Jerez, donde hace dos años que me compré mi casa. Yo sentía que en el Teatro de la Zarzuela (que dirige ahora Isamay Benavente, ex directora del Villamarta), donde terminaba el proyecto de Daniel Bianco, había acabado mi ciclo como asistente de dirección. En principio, me iba a quedar con Isamay en el equipo, pero lo estuve pensando mucho y decidí terminar allí la temporada. De hecho, fue Daniel quien me animó a presentarme al Villamarta, algo que a mí me parecía una osadía. Poco a poco, empecé a recibir mucho apoyo y la gente me animaba a presentarme, que mi perfil era idóneo, sobre todo de los que me conocen desde pequeño en el teatro, eso era importante para mí. Me dio mucho impulso. Me lo fui creyendo (ríe) y al final me presenté cuando salió la convocatoria. Y ha sido una sorpresa, no esperaba ganarlo yo. Imaginaba gente con más nombre o trayectoria. Me pasó algo parecido cuando me presenté a asistente de dirección de la Zarzuela. Pero soy de los que piensa que hay que presentarse a todo porque nunca sabes cuándo puede sonar la flauta. Pero supone volver a casa. Estoy muy contento.
-¿Es un sueño hecho realidad? Usted conoce la entrañas del Villamarta desde que era un niño.
-Bueno, es un sueño que tampoco tenía. Nunca pensé dirigir ningún teatro. Yo trabajé aquí primero desde niño como artista, cantando, como bailarín y figurante; luego empecé a hacer regiduría con Carmen Guerra (regidora del Villamarta), que me enseñó la profesión e hice apoyo en producción. El Villamarta fue mi escuela antes de salir de Jerez. Siempre he trabajado haciendo las cosas que me apetecían, y las que han ido surgiendo y se me han puesto por delante, las he ido cogiendo. Y el Villamarta es una más de ellas. Me he visto capaz y me he lanzado a ello.
-¿Qué objetivos, retos, se ha planteado?
-Me pongo dos objetivos principales, que creo que dando pasos en esas direcciones van a traer cosas positivas para Jerez y para el teatro: la Capitalidad Europea de la Cultura 2031 y el centenario del Villamarta en 2028. Quiero poner al teatro mirando de frente a la ciudad, hacer proyectos que sean de utilidad para Jerez y los ciudadanos y cambiar un poco esa mentalidad de que la cultura no es rentable, que se ve como una pérdida y no como una inversión, que es lo que es. Como teatro público estamos dando un servicio público y tenemos que acercar la cultura y hacerla accesible y asequible. Para ello, habrá que trabajar en la financiación, que es otro tema complicado, pero soy optimista y podemos conseguirlo.
-Sí, en el aspecto económico, la situación no es muy cómoda para usted: Fundarte, la sociedad que gestiona el teatro, tuvo en 2022 pérdidas de 600.000 euros, a la espera de conocer las cifras de 2023. Hay que seguir tirando de las administraciones y, sobre todo, del Ayuntamiento.
-Sé que el Ayuntamiento tiene también una situación complicada, pero hay voluntad. Tienen el objetivo de la Capitalidad y, aunque no se consiga, va a ser muy positivo para la ciudad dar pasos en esa dirección porque vamos a conseguir mejorar la ciudad en términos de cultura y hacer un teatro y una ciudad culturalmente del siglo XXI.
También he de decir sobre mi antecesora (Isamay Benavente), que también me ha apoyado, que ha encarado años muy difícil, ha tenido muchas críticas también, pero entiendo que ha conseguido tirar adelante con un teatro que ha tenido muchísimas dificultades. Sé que lo ha hecho lo mejor que ha podido, sabido y lo ha hecho muy bien.
-¿Qué propuestas en cuanto a programación le gustaría introducir o variar?
-No puedo venir de la Zarzuela y no hacer zarzuela. El público tiene hambre de zarzuela. Si seguimos haciendo dos títulos líricos al año, me gustaría hacer una de ópera y otra de zarzuela o de ópera española, de patrimonio lírico español. Creo que el teatro debe estar trabajando en tres pilares, que hacen de él un teatro único y le da identidad: la lírica porque el Centro Lírico del Sur es un referente a nivel nacional, se mira mucho lo que se hace en el Villamarta y con nuestras producciones y coproducciones nutrimos también las programaciones de otros teatros de provincia. Es un circuito muy importante, creamos tejido cultural, damos trabajo a artistas españoles, que es otro de los puntos de mi proyecto: priorizar artistas del país, no por una cuestión nacionalista, sino porque creo que hay que darles trabajo. La segunda pata es el flamenco y danza española, sobre todo centrado en el Festival de Jerez, y los programas de verano como la Fiesta de la Bulería; y una tercera que sería la Navidad, con la zambomba, otro patrimonio que debemos cuidar, proteger y difundir.
Y también, al haber aprendido mucho fuera, he visto otras maneras de trabajar y cosas que han funcionado. Aún tengo que ver si puedo importarlas directamente o cómo aplicarlas a la realidad de la ciudad, y Jerez es muy especial. Me gustaría, sobre todo, desarrollar propuestas pedagógicas y acercar el teatro a las nuevas generaciones.
-¿Tiene entre sus objetivos la intención de sacar el teatro a la calle?
-Me gustaría, no desde el teatro pero sí desde Fundarte, tantear espacios, revitalizar desde nuestra parte el casco histórico, donde tengo mi casa y además creo que se podrían desarrollar proyectos que mantengan un equilibrio de la decadencia cuidada. Por ahora no me voy a mojar diciendo cosas porque las estamos estudiando, pero sí que me gustaría incorporar al proyecto del teatro a todos los agentes culturales posibles de la ciudad y que entre todos podamos hacer la cultura de Jerez y del Villamarta.
-El Villamarta es famoso también por lo bien que trata a los artistas que vienen, la mayor parte de ellos dicen que se sienten como en casa.
-Sí, es un teatro que cuida a los artistas, cuida a su gente. Aquí no nos podemos permitir pagar grandes cachés, pero muchos artistas vienen por lo bien que se trabaja, lo a gusto que se está y lo bien que se les trata. Es un lujo.
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