Cementerios

A la vuelta de la esquina

Francisco Reinoso

03 de noviembre 2010 - 09:08

La imagen de un niño es lo más opuesto a un cementerio. Éstos están llenos de cadáveres de personas adultas y afortunadamente de pocos niños. El cementerio es sinónimo de vejez, porque es natural que llegada a cierta edad se descanse eternamente, y es necesario, por salud poblacional, ir dejando sitio a los más jóvenes. Todos no cabríamos.

El niño tiene la vida por delante, al igual que el joven. Por eso la muerte “prematura” de un niño o un joven es algo inadmisible para los ciudadanos en general. Hay en el cementerio de Jerez una tumba, con una hornacina y en su interior una imagen de la Virgen de la Merced, de un niño cantor. Es muy antigua, y esa antigüedad la tiene ajada. Pero existe en este mismo cementerio al menos tres espacios, que cuando los visito los veo como un jardín de infancia. Están arreglados en la jardinería, llenos de pequeños angelitos, enanitos de cuentos, plantas de flores, con sus caminos transitables señalados con piedrecitas. Me paro en ellos y me imagino que serán niños, revoloteando como mariposas. Hay una urna de cristal con una Virgen vestida de casi un metro de altura. No veo nombres en estos espacios, ni cruces que señalan algo. Es misterioso. ¿Quiénes reposarán en esos espacios alegres? ¿Cuántas lágrimas se habrán derramado para regar esa tierra sembrada de colores? Son como las cunas de la primera edad.

Me llama la atención una tumba de un joven que falleció a los 17 años en un accidente. Sus amigos, y por supuesto sus padres, le han depositado pequeñas figuritas, rosarios de plástico, camisetas, mensajes, poesías. No envejece. Vive en el recuerdo.

Estos días pasados, el camposanto jerezano se ha llenado de personas que “no te olvidan”, al menos un día al año. Alrededor de eso se ganan unos euros los que limpian lápidas, los aparcacoches, los vendedores de flores, de velas de parafina, de responsos.

He visitado en Circasa, Colombia, el Cementerio Libre, el primer cementerio en el cual no te pedían más que la negativa a ser enterrado en camposanto católico. Allá por los años treinta, los políticos de derecha negaban el enterramiento y los responsos a quienes eran librepensadores, socialistas o liberales en cementerio católico. Los familiares no tenían donde darles sepultura. Unos librepensadores, alguno masón, decidieron construir con cargo a su peculio particular un cementerio digno, racional, en donde no cupieran signos religiosos de ninguna clase. Es monumento americano a la tolerancia y la convivencia.

El cementerio de Jerez, es municipal, no es confesional, por eso creo que debe estar abierto a todas las tendencias filosóficas y religiosas, y por tal motivo me opuse al cementerio musulmán. Porque por ese camino sería necesario uno católico, otro evangelista, uno para agnósticos... En el Estado no confesional cabemos todos los muertos. Sería muy aburrido lo contrario.

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