Cien años del camarín de la Virgen del Carmen (1922-2022)
Tribuna libre
EN este Año Jubilar que vive nuestra diócesis por el centenario de la consagración de la ciudad de Jerez al Sagrado Corazón de Jesús, también conmemoramos otra efeméride que tuvo lugar aquel mismo año de 1922, el centenario de la bendición del nuevo camarín dedicado a Nuestra Señora del Carmen Coronada, como uno de los preparativos para su coronación pontificia que tendría lugar tres años más tarde el 23 de abril de 1925.
Hablar del Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen es hablar de una misma cosa, Él está en Ella y Ella en Él, son como la medalla escapulario que tantos llevamos sobre nuestro pecho; el anverso y el reverso de un mismo amor y ese mismo amor tuvo una misma protagonista como no podía ser de otra manera: Dª Carmen Núñez de Villavicencio, que si del Corazón de Jesús, como muchos decían, fue su glorificadora por las más de trescientas entronizaciones al Corazón Divino que patrocinó a lo largo y ancho de toda España, también, por ser la gran devota e insigne camarera de la Virgen del Carmen, no escatimó su inagotable piedad en que la Emperatriz del Carmelo tuviese en su iglesia un digno “joyero” donde los carmelitas custodiaran su más preciada “alhaja”, su Madre y Hermana: la Virgen del Carmen.
Poco después de lanzar la idea de coronar a Nuestra Señora el P. Luís Mª Llop en julio de 1921, y habiendo sido nombrada Camarera Mayor a Dª Carmen Núñez de Villavicencio en enero de ese mismo año, esta señora propuso a la Comunidad Carmelita hacer un nuevo camarín, como preparación a la coronación, que ella misma costearía. Las obras comenzaron a finales del verano de 1921 por el artista valenciano Carmelo Vicent Suria, derrochando gran maestría en su buril, uniendo a su arte, el amor que profesaba a la Señora, quedando terminado al año siguiente en julio de 1922.
El periódico “El Guadalete” con fecha de 15 de julio de 1922, nos relata la crónica de la bendición de esta manera: “A las siete de la tarde de ayer una comitiva formada por la Venerable Orden Tercera y Comunidad de religiosos Carmelitas presididos por el preste Rvdo. P. Dr. Juan Ruíz, Provincial del Convento de Hinojosa del Duque, se dirigió al interior del camarín para bendecirlo, hallándose presente la respetable dama Dª Carmen Núñez de Villavicencio, Marquesa de Domecq D’Usquain. A continuación, la mencionada comitiva se trasladó al templo en cuyo momento se descorrió la colgadura que dejaba ver el grandioso camarín, donde se hallaba la majestuosa y venerada efigie de la Virgen del Carmen, tan querida por los jerezanos. El solemnísimo acto finalizó con el canto de la Salve Regina por la “Schola Cantorum Carmelitana” dirigida por el notable Fray Carmelo Codinach, siendo la concurrencia de fieles en extremo numerosa”.
Desde aquella fecha, muchas han sido las almas que han subido al hermoso camarín a arrodillarse ante el trono de su Reina, Madre y Medianera, a cubrirse con su manto como refugio contra las tempestades de este mundo, prefigurando de alguna manera la Jerusalén Celeste entre sus nubes de plata, ángeles y destellos de suave luz… Ella es la estrella que guía nuestro camino hacia su Hijo Jesucristo y teniéndola como seguro referente, un día nos llevará al Puerto de la Salvación.
Este año de 2022, a las doce de la noche del 16 de julio, al comenzar la Solemnidad de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, los jerezanos podremos subir como cada año a su camarín en su centenario, pedazo de gloria que tenemos en Jerez, para poder darle gracias por su valiosa intercesión en todos nuestros combates y para que nos siga ayudando en nuestro día a día con la esperanza de que podamos honrarla, como se merece, dentro de tres años en el gran acontecimiento del centenario de su coronación, en la que de seguro servirá una vez más, como acicate que espoleará a sus devotos a amarla más, a confiar más en Ella, a imitar sus virtudes por ser la más fiel discípula de Cristo, como nos lo recuerda constantemente el escapulario que llevamos sobre nuestro pecho, para así poder conquistar el corazón de muchos y llevarlos al fuego del Sagrado Corazón de su Divino Hijo Jesús.
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