Cine en el Villamarta de la posguerra
Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
Muchos jerezanos dejaron de ir al cine cuando se cerró el Villamarta y otros consideraron un grave error que, al ser rehabilitado, se suprimiesen las proyecciones cinematográficasLogotipo del Villamarta, cuando era teatro y cine, a mediados del pasado siglo. ARCHIVO DEL AUTOR
MUCHOS jerezanos, amantes del séptimo arte, dejaron de ir al cine cuando se cerró el Villamarta. Y muchos otros consideraron un grave error desmontar para siempre la pantalla de plata cuando el teatro se rehabilitó, destinándose únicamente para funciones teatrales de todo tipo, y arrinconando las proyecciones cinematográficas, que quedarían reducidas a nuevos y lejanos cines del extrarradio de la ciudad. Una barbaridad que los jerezanos no debimos de tolerar. Como otras muchas barbaridades que se hicieron con motivo de dicha rehabilitación - cargarse los palcos, las butacas de cuero, las hermosas lámparas luminosas, el pasillo central, etc. etc. -; lo que demuestra que con nosotros los jerezanos los políticos, unos más que otros, han podido hacer siempre lo que han querido, nos gustara o no; sencillamente, porque aquí parece que solemos ser bastante conformistas y nadie protestó, entonces, ni ninguna institución se opuso, dejando hacer a los mandamases de turno que tantas barrabasadas cometieron en otros muchos aspectos; y ahí parece, no obstante, que han quedado sus funestas obras para la posteridad, sin que nadie les enmiende la plana, que sería lo más aconsejable.
Pero nosotros queremos evocar hoy aquella hermosa sala del Villamarta, cuando no solo ofrecía los mejores espectáculos musicales, de flamenco, de zarzuela, de revista o de alta comedia sino también las mejores películas que se estrenaban en España, casi al mismo tiempo que se proyectaban en los cines de Madrid. Y, para ello, y sólo a título de ejemplo, vamos a fijarnos en los años de la posguerra, cuando la modélica empresa, capitaneada por el gran empresario don Francisco Riba Gabaldá, de grata recordación, estrenaba semanalmente las mejores películas de la época, como 'La nueva melodía de Broadvay', suntuosa producción de la Metro Goldwyn Mayer, protagonizada por los magos de la danza, Fred Astaire y Eleanor Powel.; o las españolas 'El Clavo' y 'El Escándalo'. O la producción norteamericana 'Rebeca', la que se anunció como "maravilla del séptimo arte, no superada hasta hoy", protagonizada por Jean Fontaine y Lawrence Olivier. Películas éstas, en su mayoría, que luego eran reestrenadas en los numerosos cines de verano que tuvo Jerez, en aquella época de tanta penuria, en la que los jerezanos encontrábamos en dichas salas los únicos momentos de solaz y recreo, olvidándonos por unas horas de que, después de salir de la nuestra, Europa, Japón, Tailandia, Filipinas y otros países se encontraban inmersos en una segunda guerra mundial.
Es en el verano de 1945 cuando dan comienzo las obras de un nuevo cine, el Maravilla - también lamentablemente cerrado para siempre, en pleno centro - que venía a ser el complemento alternativo al Villamarta, al pertenecer a otra empresa, la del sevillano Francisco Pareja Ruiz. El autor del proyecto sería el arquitecto municipal, Fernando de la Cuadra e Irizar, con cuyo edificio, decía el 'Ayer', alcanzaría "un nuevo timbre de gloria en su brillante carrera".
Después de un breve cierre por algunas reformas, el 19 de septiembre de 1945, el Villamarta abre sus puertas con el gran estreno de 'Vinieron las lluvias', interpretada por Tyrone Power y Mirna Loy. En el verano de 1947 el Villamarta es refrigerado. Al año siguiente, también lo hace el Maravilla, al igual que el Cine Jerezano, propiedad de Luis Escuin Nicolau, que ya existía por estas fechas; y el Salón Jerez, de la misma empresa Riba. Pero el Villamarta sigue presumiendo de contar con la mejor refrigeración para las sesiones de la temporada de verano y comienza a anunciarse - en vista de la competencia que le hacían el Maravilla y el Jerezano - como "el local más confortable de espectáculos, por su perfecto y modernísimo sistema de refrigeración, con temperatura ideal", lo que da lugar a que se puedan seguir ofreciendo las mejores películas que se filmaban en aquella época.
El 9 de julio de ese mismo año 1948 visita Jerez, acompañado de su prometida la actriz Linda Christian y del escritor norteamericano Robert Devton, el gran actor Tyrone Power. Visitaron Domecq y almorzaron en 'Los Cisnes', continuando viaje a Cádiz y Algeciras. Un año más tarde, Jerez se convierte en plató de cine, al rodarse aquí parte de los exteriores de 'Aventuras de Juan Lucas', basada en la novela del escritor andaluz Manuel Halcón. Con ese motivo, se encontraban en nuestra ciudad el director Rafael Gil, la actriz francesa María Dea, y los actores Fernando Rey, Ricardo Acero y Juan Espantaleón, entre otras figuras y técnicos de la película, cuyas escenas rememorando la lucha de los garrochistas jerezanos contra las tropas francesas en la batalla de Bailén, se rodaron en el cortijo de 'La Peñuela'. En Villamarta se estrena, ese verano, 'Escuela de sirenas', con la bellísima actriz y gran nadadora Esther Williams. Poco más tarde, el 13 de agosto, se estrena en nuestro primer coliseo la gran producción española 'Locura de amor', con la eminente actriz dramática Aurora Bautista. Y, así, podríamos seguir, citando más y más estrenos de grandes películas, hasta que el teatro-cine Villamarta se cerró, por dejadez y abandono de sus últimos empresarios, permaneciendo cerrado más tiempo del que hubiera debido estar. Hasta que el Ayuntamiento lo rehabilitó, después de adquirirlo en propiedad.
UNA SALA POLIVALENTE
PARA CINE Y TEATRO
La historia de los grandes acontecimientos cinematográficos del Villamarta es interminable. A los numerosos espectáculos teatrales, y alternando sabiamente con sus representaciones, se sucedían las mejores películas españolas y extranjeras. Y eso es lo que todos los amantes del cine esperaron siempre: que la pantalla del Villamarta siguiese funcionando, al mismo tiempo que su escenario. Igual que funcionó, con los mayores éxitos de crítica y público, de forma alternativa, en tiempos de la familia Riba. Sobre todo mientras vivió el patriarca de la misma. Cuando era una sala polivalente de teatro y cine; de cine y teatro; para satisfacer a todos los aficionados de uno y otro género. Pero, hoy por hoy, lo que hay es lo que hay, y la cosa hace mucho tiempo que ya no tiene remedio.
Ahora, el que quiera ver una buena película, tiene que ir a las salas del extrarradio o conformarse con verla, en casa, cuando la pongan en la pequeña pantalla. Pero ya nunca será lo mismo. Y aquellos grandes estrenos del Villamarta nunca volverán. Aunque algún día -¡quién sabe! - la Fundación Teatro Villamarta, haciendo un grandísimo favor a los cinéfilos jerezanos, podría acordar otra cosa y devolver nuestro querido coliseo a su estado original, desde que fuera construido. Sería un gran acierto y todo Jerez lo aplaudiría. Así podríamos volver a tener buen cine. Como antes. Además, naturalmente, de ópera, zarzuela, dramas, comedias y musicales. Que lo uno no quita lo otro. Y todos tan contentos. Mientras tanto, muchos jerezanos amantes del buen cine, seguirán sintiéndose marginados.
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