Colegio de historias
Patrimonio de Jerez
Un paseo por el Miguel de Cervantes, donde alumnos y profesores viven a diario las historias de sus muros, levantados a mediados del XVI.
onstruido sobre la historia, el colegio Miguel de Cervantes pasa desapercibido para la mayor parte de los jerezanos, excepto para los alumnos y maestros que atraviesan cada día sus puertas. Dentro, los acontecimientos se suceden desde mediados del siglo XVI, cuando fue construido el edificio original. Que se quiso grande y bonito para competir con la Iglesia, lo que provocó numerosas quejas de la población. Lo primero de todo, fue casa del corregidor, una persona que, entre sus muchas funciones, estaban las de promover y ejecutar todo tipo de obra pública, mantener la salubridad y la policía, procurar que los juegos fuesen honestos y entretenidos, establecer los precios según los criterios ,verificar pesas y medidas, evitar el contrabando, las mercancías prohibidas y en general guardar los buenos usos del comercio. “El primer corregidor de Jerez fue Martín Fernández de Portocarrero, nombrado por el rey Enrique III en 1394, cuyo cargo finalizó en 1406. El último se llamaba Manuel Monti y Díaz, que ejerció su cargo desde 1824 hasta 1833. Es precisamente este corregidor el que da nombre a la plaza donde se encuentra el edificio, la plaza de Monti, ya que, por acuerdo de 14 de octubre de 1873, pasó a denominarse de esta manera lo que antes era conocido como Arco del Corregidor, hoy desaparecido”, cuenta el director del centro, José Antonio Pérez.
Las ocupaciones de las casas se fueron sucediendo con los años, oficina de contribución y alojamiento, beneficencia municipal e inclusa. A finales de 1845, la inclusa se trasladó a otro lugar, ocupando dichos espacios el llamado Conservatorio de Huérfanas. “En 1855 se abrió aquí una escuela regida por la Sociedad de Señoras de San Vicente de Paúl. Con posterioridad, otra denominada ‘San Dionisio’ y que se convertiría en el año 1862 en una escuela pública bajo la titularidad de San Juan Bautista”, añade Pérez. Posteriormente, se instalaron aquí los juzgados, celebrándose en el año 1883 el famoso juicio de ‘La mano Negra’. “Un suceso del que se conservan aún sus mesas y sillas. De hecho, el salón del colegio llamado hoy ‘sum’ (sala de usos múltiples), fue escenario en parte de esos juicios. La similitud es extraordinaria aunque no es exactamente la misma”, precisa el maestro jubilado del Cervantes José Barrigón Asencio, que ha estudiado en profundidad la historia del centro.
De esa primera etapa sólo se conservan sus columnas, que lucen en un bonito patio con macetas, epicentro de la vida educacional del edificio, sobre las que se asientan peraltados arcos de medio punto del siglo XVI. De estilo neoclásico, el espacio actual fue concluido en 1890 por el arquitecto José Esteve y López, siendo alcalde de la ciudad Freyre y Góngora. Su portada, flanqueada por dos pilastras y coronada por frontón, da acceso al mencionado patio rectangular, cuentan Pablo J. Pomar y Miguel A. Mariscal en su libro ‘Jerez, artística y monumental’. De destacado valor son sus escudos, que se reparten por distintas zonas como resultado de los diferentes usos del edificio, como el donado por Alfonso X, o las placas conmemorativas de las diferentes intervenciones de reforma y ampliación (1953), así como la dedicada a Luisa Regife “por su labor al frente de la Escuela Maternal”, en 1942. La fachada principal se estuvo trabajando desde 1892 hasta 1896 y su coste fue de 44.000 reales.
Entre los años veinte y cuarenta del siglo pasado, que compartía el edificio con los juzgados, volvió a ser un colegio: la llamada ‘Escuela Maternal’. Más adelante, convivieron en este edificio una escuela de niñas llamada ‘Santa Teresa’ con otra de niños llamada ‘Miguel de Cervantes’, que se unificaron en 1932 bajo el nombre de ‘Colegio Público Miguel de Cervantes’. En el patio del recreo, donde cada día corretean los alumnos, bocata de tortilla en mano, bajo sus pies se conservan los cimientos del antiguo Teatro Eslava, de finales del XIX. Un enorme lienzo preside la escalera que conduce a la planta superior. ‘Derecho de asilo’, de Francisco Javier Amérigo Aparici, premiado por Bellas Artes, en 1892, que fue traído en deposito del Museo del Prado de Madrid. “Había otro cuadro de esas mismas dimensiones que estaba en la planta baja, ‘La muerte de Lucano’, que está en el Museo Garnelo (su autor) de Montilla”, añade Barrigón. También posa en el patio un busto de Cervantes elaborado por los alumnos de la Escuela de Arte en el año 2005. También aquí se conserva la bañera que utilizó uno de los jueces de estos antiguos juzgados, que hoy es un gran macetero; el mismo personaje que encargó un azulejo a la Virgen de la Justicia, y otro a San Dionisio Areopagita. “Está claro que gran parte de lo que sabemos de este colegio viene de la ardua investigación de José Barrigón que, si quisiera, podría escribir un libro”, le agradece el director al antiguo maestro. El objetivo es que los alumnos conozcan la historia del centro, por ello, días atrás, el colegio celebró una semana cultural con numerosas actividades, como la representación de la obra teatral ‘Un cole con mucha historia’, interpretada por el IES Santa Isabel de Hungría, y dirigida por la profesora de literatura Carmen Miranda, que fue alumna “brillantísima” de Barrigón, “que ama tanto este colegio como yo”, confiesa el profesor jubilado.
Ese Cervantes, un espacio que ha conservado hasta las puertas y la numeración originales del XIX. Un ejemplo destacado de colegio histórico en la ciudad, donde los pequeños atraviesan el patio jovialmente, ajenos a veces a los siglos que les observan. Si las paredes hablaran..., sólo agradecerían seguir estando en la memoria de quienes las han hecho inmortales.
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