El Consejo del brandy pierde la solera
Las marcas emblemáticas del brandy siguen los pasos de Veterano y Soberano para convertirse en bebidas espirituosas por debajo de 36 grados. Hay proyectos incluso para sustituir el alcohol vínico por la melaza
La brecha abierta en el brandy de Jerez por la salida hace ya tres años de la Denominación de Origen de Veterano y Soberano se hace más profunda. Las dos marcas líderes en el segmento de los brandies solera han terminado por arrastrar al resto de referencias emblemáticas del Marco, que por efecto dominó han terminado por renunciar tanto al uso del término brandy como al de su zona de origen para comercializarse como bebidas espirituosas y sin más 'adornos' que la marca.
Decano de Caballero, 501 de la bodega del mismo nombre de El Puerto, Centenario de Terry... Poco a poco, las bodegas del Marco han ido comunicando al Consejo Regulador su decisión de seguir el camino emprendido por Veterano (Osborne) y Soberano (González Byass) a fin de bajar la graduación de la práctica totalidad de sus marcas señeras de brandy solera por debajo e los 36 grados que exige la Unión Europea para adaptarse a los nuevos gustos de los consumidores y, de paso, ahorrarse en proporción los gravosos impuestos que gravan a las bebidas alcohólicas.
De hecho, y según la información recabada por este medio, ya hay incluso proyectos de alguna bodega para reducir aún más la graduación de los 'no brandies' hasta los 30 grados, lo que redundaría aún más en una menor presión impositiva.
A los abandonos en cascada, sin embargo, se une otra corriente hasta ahora tabú que contempla el uso de alcoholes no vínicos para estas bebidas espirituosas, en concreto la melaza, con la que, entre otros productos, se elabora la ginebra. La tentación de suplir el alcohol vínico por otros destilados, que choca frontalmente con la firme defensa del Brandy de Jerez como el único espirituoso del mercado que procede de la uva, obedece al incremento de los costes de la materia prima, que a raíz de la aprobación del nuevo reglamento comunitario (OCM) del vino ha triplicado su precio por la supresión de las ayudas a la destilación para uso de boca.
En el contexto actual de crisis, las bodegas entienden que la renuncia a la mención brandy de Jerez para los solera es un sacrificio menor, ya que la reducción de los costes de producción les permitiría competir en igualdad de condiciones con el resto de bebidas espirituosas -whisky, ron, ginebra, vodka...-.
Entre los solera que se mantienen bajo la disciplina del Consejo Regulador figuran algunas marcas poco conocidas en la zona al ser su principal destino la exportación y otras más afamadas, como el 103 de Osborne, que cuenta en su portfolio con hasta una docena de referencias de etiquetas de brandy tras la incorporación de la marca antes de Bobadilla y las de las antiguas bodegas Domecq.
De momento, las categorías superiores del Brandy de Jerez, reserva y gran reserva, seguirían estando en nómina del Consejo Regulador, que vería considerablemente mermados sus ingresos, ya que el solera representa/ba, aproximadamente, el 75 por ciento de las ventas totales y el 90% de las nacionales.
El uso de una misma marca para la gama alta y para una bebida espirituosa de 33 grados o menos implica sus riesgos, pues se presta a confusión y el consumidor podría terminar identificando el todo por la parte, pero el Consejo Regulador señala que las bodegas son libres de adoptar sus decisiones empresariales para adaptarse a la nueva realidad del mercado.
Difícil papeleta la que se le presenta a la institución jerezana del brandy, que tras la reciente integración de sus servicios con los del vino, entre otros motivos para ahorrar costes, tendrá que hacer ahora encaje de bolillos para ajustar sus presupuestos a la merma de ingresos, de la que se resentirá, entre otros gastos, la importante labor de promoción genérica que realiza.
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