Los floricultores cambian flores por sandías

Coronavirus Jerez

El sector de Costa Noroeste busca refugio en las hortalizas ante la falta de ayudas

Lanzan una campaña en redes sociales a través de Coag para pedir el consumo de productos locales

Los floricultores cambian flores por sandías

Cambió las flores por las sandías en los primeros coletazos del coronavirus, y el tiempo le ha dado la razón. Miguel Lázaro fue uno de los pocos floricultores de Costa Noreste que se anticiparon a la crisis sanitaria al arrancar las flores de sus invernaderos para buscar refugio en las hortalizas.

Lázaro, también conocido en Chipiona como ‘El Cebolleta’, es uno de los protagonistas de la campaña de promoción puesta en marcha por Coag-Cádiz en redes sociales para dar salida a estas producciones alternativas ante la situación ruinosa de la flor cortada. Su llamamiento, como el que hicieron recientemente los ganaderos de la Sierra, se dirige a los consumidores para que compren los productos autóctonos ante la falta de ayudas para el sector en una provincia que se considera marginada por las Administraciones públicas.

Otros muchos floricultores, sin embargo, no han corrido la misma suerte, ya sea porque tenían pedidos de plantas ya hechos y han tenido que seguir adelante, ya sea porque se quedaron parados y finalmente han tenido que moler las flores de sus explotaciones, las mismas que ven en peligro si no se adoptan medidas urgentes para rescatar al sector.

En Costa Noroeste hay unas 350 hectáreas bajo plástico dedicadas a la flor cortada de las que, tirando por lo alto, Coag estima que en la situación actual podrían quedar unas 100 hectáreas, nada comparado con la época de máximo esplendor del cultivo en la que se alcanaron las 1.200 hectáreas.

Miguel Lázaro, El Cebolleta, floricultor convertido en horticultor y protagonista en la campaña en redes sociales.
Miguel Lázaro, El Cebolleta, floricultor convertido en horticultor y protagonista en la campaña en redes sociales.

“Antes de la burbuja del ladrillo hubo una burbuja de la flor cortada y hasta los fontaneros de chipiona montaban invernaderos para dedicarse al cultivo”, explica Luis Manuel Rivera, responsable del sector en Coag-Andalucía, quien asegura que muchas explotaciones están abocadas al cierre por la situación de “ruina total” de los floricultores.

Después de quedarse fuera de las rebajas fiscales aprobadas para el sector agrícola, los floricultores reclaman una rebaja de los módulos del IRPF, pero se les agota el tiempo y la paciencia, mientras Gobierno central y andaluz se pasan la pelota de un tejado a otro sin que se pongan encima de la mesa soluciones para el sector.

Los floricultores piden una rebaja de módulos del IRPF “lo que más falta nos hace ahora mismo” ante la falta de ayudas públicas

El coronavirus se ha llevado por delante las ventas de la época del año de mayor actividad, en la que se concentran la Semana Santa, el Día de la Madre y la conocida como temporada ‘BBC’ (bodas, bautizos y comuniones). Por tanto, explica Rivera, los floricultores no han tenido ingresos este año y en estos días tienen que hacer frente a la declaración de la renta del ejercicio de 2019, que estuvo plagado de pérdidas por enfermedades –una plaga dejó mermas de hasta el 50% en claveles, lilium, paniculatas y solidago, mientras que el virus del tomate acabó por completo con la cosecha de crisantemo–.

Pese a que los floricultores presentaron el informe de pérdidas avalado por una cosultora externa, el Ejecutivo central alega que para se requiere la firma de la Junta de Andalucía para poder aplicar la rebaja de módulos, que "es lo que más falta nos hace ahora mismo, porque la media que paga cada agricultor a Hacienda es de 5.000 a 6.000 euros, y al no haber tenido ni ingresos ni ayudas, pocos pueden asumirlo”.

El responsable de flor cortada de la organización agraria recuerda que la reducción de módulos es una reivindicación histórica del sector, ya que el baremo actual data de hace de más de treinta años, cuando la flor valía dinero y los costes de producción era mucho más bajos, sobre todo en plásticos, fitosanitarios, abonos y mano de obra.

De acuerdo con la estimación de Coag en función de los daños sufridos el año pasado, los floricultores solicitan una reducción del módulo al 0,16, la mitad del que rige en la actualidad. Y necesitan una respuesta ya, asegura Rivera, quien anuncia una “reacción muy contundente” si de aquí al viernes no han recibido respuesta.

Incertidumbre y desesperación se unen en contra de este colectivo de agricultores que, sólo en la Costa Noroeste, abriga a más de 4.000 familias, sin contar con los miles de empleos indirectos que genera la flor cortada, sector que "va a quedar bastante tocado por el coronavirus, sobre todo como se metan aquí los floricultores holandeses, que ya se están metiendo y a los que su Gobierno les ha dado una ayuda de 600 millones de euros”.

Luis Manuel Rivera, ‘Lima’ en Chipiona, que ha terminado por moler la producción de la campaña, no tiene claro aún si sembrará más flores o cambiará a las hortalizas. “No estamos para soportar otro golpe, hacer la inversión sin ayudas de ninguna clase”, indica, al tiempo que añade: “Sería una pena que los holandeses, que son más listos que nadie, se quedaran al final con un mercado que tanto trabajo nos ha costado abrir”.

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