Cuenta atrás para un desahucio

Manuela Contreras y sus cuatro hijos tendrán que dejar su vivienda en San Telmo Viejo, ante la imposibilidad de hacer frente a la hipoteca

Cuenta atrás para un desahucio
Gloria Moreno

12 de noviembre 2013 - 01:00

La fecha del 25 de noviembre pende sobre la familia de Manuela Contreras como una espada de Damocles: si nada lo remedia ese día tendrán que abandonar su casa en el bloque 34 de San Telmo Viejo, un piso que su marido y ella compraron hace casi una década, cuando su situación económica y sus circunstancias familiares eran muy distintas a las actuales. En ese modesto piso vive ahora Manuela con sus cuatro hijos, con edades entre los 17 y los siete años. Una carta del juzgado le comunicó hace unos días el desahucio por impago de la hipoteca y es que son casi tres años sin poder hacer frente a las cuotas, que variaban entre los 270 y los 300 euros. "A nosotros, como a muchas familias, nos iba bien, mi marido trabajaba en la construcción fuera de Jerez y venía cada quince días, hasta que la empresa cerró y se quedó en el paro", asegura Manuela. Y fue a partir de ahí cuando todo se deterioró: la convivencia, las relaciones familiares. "Al principio tenía el paro y también cogía tagarninas para venderlas en la plaza, se buscaba la vida, pero le dio por la bebida. Nos traía por la calle de la amargura, con continuas discusiones", cuenta, recordando una de aquellas peleas en las que las consecuencias fueron mucho más graves. Una denuncia de Manuela acabó con su marido en la cárcel, condenado a una pena de dos años y tres meses por malos tratos, que ya ha cumplido, aunque sigue vigente una orden de alejamiento de su mujer. Sus hijos- explica Manuela- aún sufren hoy en día las secuelas de aquella situación, que les llevó incluso a una casa de acogida, aunque al final fue ella la que decidió volver a su casa.

Sola, con sus cuatro hijos, una ayuda de 426 euros que cobra como mujer maltratada y una pensión de 240 euros que le pasa su marido para el mantenimiento de los niños, Manuela admite que tuvo que dejar de pagar la hipoteca. El único ingreso que por su parte entra en casa además de la ayuda es lo que obtiene por limpiar una vez a la semana una casa. "Cuando mi marido trabajaba, era lo primero que yo pagaba, la hipoteca junto con los recibos de la luz y el agua pero luego no he podido".

No es la primera vez que Manuela está a punto de perder la casa: ya a principios del pasado año el banco sacó a subasta el piso pero no hubo comprador. "Así que nos quedamos en la vivienda, porque yo no tenía donde ir". Hasta que hace unos días llegó la carta del juzgado de primera instancia número 2 poniendo fecha al desahucio: el día 25 , a las diez de la mañana. "En cuanto recibí la carta me fui a hablar con la trabajadora social y me puso en contacto con una abogada, que ha solicitado una prórroga y también la suspensión del lanzamiento". Manuela se ha dirigido también al juzgado, a la plataforma Stop Desahucios, intenta quemar los últimos cartuchos para evitar su salida y la de sus hijos de su vivienda, "pero de momento todo sigue adelante. En el juzgado ya me han dicho que hasta que no tenga un papel que suspenda el desahucio, la fecha se mantiene. Mi abogada me dice que hay entre un 80 o un 90% de posibilidades de que se consiga una prórroga, pero yo ya no me creo absolutamente nada hasta que no lo vea". Por eso, Manuela ya ha pensado en la única alternativa para no verse en la calle. "La solución es irme a un albergue con los tres pequeños. El de siete años me preguntó, cuando le expliqué lo que pasaba, dónde iba a guardar él los juguetes. Y mi hijo mayor, si tenemos que irnos de la casa, se iría con su padre, que está viviendo ahora con una tía".

Precisamente sólo en la familia de su marido ha encontrado cierto apoyo, aunque su suegra, que ya se hace cargo de otros hijos y nietos, no puede recogerla y asegura que "con mi familia no puedo contar".

Ayer tuvo una reunión en Bienestar Social y le dijeron -según comenta- que están buscando una alternativa. "Llevo tiempo mandando cartas al Ayuntamiento, solicitando una vivienda de protección por la que pague un pequeño alquiler al que pueda hacer frente, pero claro, nunca he tenido derecho a una de esas viviendas, porque figura que yo ya tengo un piso en propiedad".

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