Curiosos topónimos en la campiña de Jerez
En torno a Jerez
"Lo pequeño es hermoso"
Como recordarán los lectores, la semana pasada hicimos un recorrido por algunos curiosos topónimos relativos a cortijos del término que tenían como 'pareja' al mismo nombre en diminutivo. A veces estos 'nombres dobles' están referidos a parajes o grandes fincas que no se identifican con un cortijo o una construcción concreta, aunque si suelen estar vinculados por relaciones de proximidad.
Jarda y Jardilla, Rojitán y Rojitanillo, Montifarti y Montifartillo
Ejemplos de ello los tenemos en la zona de los Montes de Jerez. Así, por ejemplo, el nombre de La Jarda, que con 600 hectáreas es la mayor de las fincas de nuestros Montes, figura ya en documentos medievales al igual que el de La Jardilla (1). El topónimo puede tener su origen en el sustantivo 'halda', sinónimo de 'falda', es decir, la parte baja de un monte o sierra. Con este nombre de, figuran estos parajes en el primer mapa topográfico del IGN de 1917. Ubicada a los pies de la Sierra de La Gallina, las laderas de la Jarda están cubiertas de monte alcornocal albergando en sus zonas basales prados donde pasta el ganado retinto. La dehesa de La Jardilla ocupa el sector más oriental de los Montes, colindante con la finca de La Alcaría (2).
Montifartiy Montifartillo dan nombre a dos antiguas dehesas pertenecientes a los Montes de Jerez. Ubicadas entre la Sierra de Las Cabras y la del Aljibe, tienen una superficie de 820 hectáreas, estando surcadas, entre otros arroyos, por la Garganta del Caballo y la de Ortela. Estos parajes ya aparecen descritos en textos árabes del siglo XI y en el origen de su nombre se encuentra una curiosa historia relacionada por Abu'l-Jayr al-Išbili, uno de los más afamados botánicos y agrónomos andalusíes de su tiempo. Como 'jardinero' del rey al-Mutamid de Sevilla, (S. XI), visitó nuestros montes en busca de especies vegetales de utilidad medicinal y, en especial, de unos enebros singulares que crecían en las cercanías de la fortaleza de Tempul (hins Tubayl) (3). En uno de sus tratados en el que describe estos enebros, así como sus propiedades para las afecciones del corazón escribe: "Yo he visto esta especie al sur de Arcos (), en el monte, que domina sobre una aldea que se llama, …" (4). Como señala el profesor Joaquín Bustamante, el yabal es el actual 'Montifarti' y, por extensión, la Sierra de las Cabras. El nombre deriva del árabe 'fart': 'abundante', 'bien provisto' (5). De Montifarti hay referencias en el Libro de la Montería del rey Alfonso XI, donde al describir los lugares de caza de la Sierra del Aljibe se dice que "Et son las armadas la una en la abertura de cara a; et es la otra armada en fondon de la Breña como vá Barbate Ayuso" (6).
Rojitán y Rojitanillo se encuentran también en el sector oriental del término, entre el río Majaceite y las carreteras de Cortes y la que conduce a la presa de Los Hurones. La primera de las fincas pertenece a los Montes de Jerez y en ella se enclava un cortijo rehabilitado hace dos décadas para el turismo rural. Este curioso topónimo es conocido desde el siglo XVI y figurado en documentos sobre Señalamiento de las dehesas de Montes de Propios el 'Buhedo de Rusitan' (7). También figura en un curioso plano sobre pergamino el siglo XVIII conservado en el Archivo Municipal de Jerez que recoge las formas de "Roxitan', y 'Rojitán' (8). A nuestro entender este singular topónimo, pueda estar vinculado en su origen con la forma latina 'russus' (rojo) de la que, a través de diferentes modificaciones a lo largo de más de cuatro siglos, se habría podido llegar a la denominación actual. La justificación del nombre inicial de estos parajes, requiere ya aventurarse en los territorios de la especulación… ¿Tal vez por el color pardo o rojizo de los roquedos de arenisca del Aljibe que constituyen estos montes? ¿Quizás por el apelativo de un antiguo propietario? (9).
Berroquejo y Berroquejillo, Majarazotán y Majarazotanillo, Frías y Friillas
Más cerca de la ciudad encontramos también otras curiosas parejas de topónimos. El de Berroquejo da nombre a un antiguo castillo enclavado en la dehesa homónima, situada junto a la carretera de Medina, entre El Mojo y El Pedroso. Construido en el último cuarto del siglo XIII, en tiempos de gran inestabilidad fronteriza en la zona, jugó un papel importante en la estrategia defensiva de los castellanos, junto a otras fortalezas cercanas como las de Torrestrella, Alcalá de los Gazules y Medina. Todas ellas pertenecían, por donación real, a la Orden de Santa María de España u Orden de la Estrella, fundada por Alfonso X el Sabio en 1270. El topónimo de Berroquejo o Berrueco hace referencia a un "peñasco elevado que tiene semejanza con un gran hito o mojón" y que se presenta aislado sobre las tierras que lo rodean, tal como sucede con el montículo en el que se levanta el castillo. Frente al Berroquejo se encuentra la dehesa de Berroquejillo, junto a la antigua Cañada de Jerez a Medina. También conocido como o Papicha, sus tierras se extienden por las laderas de la Sierrezuela, junto al embalse de Fuente Rey (10).
El paraje de Majarazotán, situado en el borde de los Llanos de Caulina, está cruzado por los canales de riego del Guadalcacín y por la antigua traza del Ferrocarril de la Sierra. En sus tierras se explotaron durante décadas canteras de piedra caliza para la fabricación de cal. Emilio Martín plantea que este nombre de origen andalusí, pudiera tener la significación de "mayar de Azotán, assultan, el poder, el rey, es decir, del 'cortijo del rey". Es posible que nos encontremos con bienes fundiarios que pertenecían al reyezuelo Abén Abit, que tal, como describe la crónica alfonsina, "era sennor de Xerez" en los momentos previos a la conquista" (11). Junto a él, próximo a la barriada rural de La Inmaculada, se encuentran las tierras de Majarazotanillo.
Fríasda nombre a un conocido cortijo situado a 10 km al sur de la ciudad, en las Mesas de Bolaños, cercano a los de Roalabota, Barja y Bolaños. Este último formó parte de Frías hace un siglo. En las tierras de estos cortijos cercanas a la Cañada de la Isla, que bordea las marismas del Guadalete hasta Puerto Real, se han localizado vestigios de antiguos alfares romanos que darían salida a su producción en los embarcaderos del cercano estuario (12). El arqueólogo y epigrafista alemán Emil Hubner, quien estudió las marcas halladas en los restos de ánforas olearias acumuladas durante siglos en el conocido 'monte Testaccio' de Roma, relacionó algunas de estas marcas alfareras de mediados del siglo II d.C. con dos topónimos de esta zona. Así, asoció Barcufia y Barcufiense Lucidi, al cercano cortijo de Barja, mientras que, los vinculó a la dehesa de Frías (13). Aunque esta interpretación ha sido puesta en cuestión (14), de lo que no cabe duda es de la importante presencia romana en estas tierras. Pese a todo, no está claro el origen del topónimo que las bautiza, que bien pudiera derivar de un antropónimo castellano. No en balde, el historiador Agustín Muñoz y Gómez, al estudiar la procedencia del nombre de la jerezana calle Frías, nos recuerda que "el apellido Frías resulta ya en el libro del Repartimiento de casas de 1266". Junto a ellos existe constancia documental (1674) de "…, hijo de D. Álvaro de Frías y de Dª Leonor Ponce de León. Desde 1827, existe en el callejero jerezano la calle Frías, cuyo nombre procede de los herederos del mencionado Luis de Frías" (15). Tal vez, sea de este personaje del que proceda también el nombre de este rincón de la campiña que, sea como fuere, encontramos ya en la cartografía del siglo XIX (16). En los últimos años, en Frías se han adaptado buena parte de sus estancias como establecimiento abierto al turismo rural y a la celebración de eventos. En las tierras bajas del cortijo, colindantes ya con la marisma de La Tapa y con el término de Puerto Real, se encuentra la dehesa de Friillas, separada del Frías por la antigua Cañada Real de La Isla y de Cádiz que cruzaba este paraje por el denominado 'puente romano', que todavía se conserva (17).
Dos Hermanas y Dos Hermanillas, Sauceda y Saucedilla, Chorro y Chorrito
No siempre, similares denominaciones apuntan a espacios colindantes o relacionados históricamente. En algunos casos están referidas a lugares que geográficamente se encuentran muy distantes. Eso es lo que sucede con los arroyos de La Sauceda y de La Saucedilla. El primero, es también conocido como Garganta de La Sauceda, afluente del río Hozgarganta y tiene su origen en el Puerto de Gáliz. Su curso divide los términos de Jerez y Cortes, recibiendo las aguas de la Garganta de Pasadallana, el arroyo que cruza por el antiguo poblado de La Sauceda, destruido por la aviación franquista, la mayoría de cuyos habitantes fueron fusilados y enterrados en la fosa del Marrufo (18). A más de 30 km de este lugar, en las proximidades de La Barca discurre el arroyo de La Saucedilla (llamado también de la Sauceda) que vierte sus aguas al arroyo Salado de Paterna en las proximidades de Torrecera. Este arroyo, que debe su nombre a la existencia en sus orillas de diferentes especies de sauce, atraviesa las tierras de los cortijos de Los Isletes y Ranchiles. Casi en paralelo a su curso discurría el antiguo camino de Jerez a los Baños de Gigonza por el que en el siglo XIX llegaban los viajeros a este afamado balneario. Junto al camino y al arroyo, en el paraje conocido como La Sauceda o La Saucedilla se instalaron chozas de trabajadores del campo que desaparecieron con el tiempo, habiendo permanecido hasta la actualidad el topónimo de Casas de La Saucedilla.
Un caso muy curioso es de los topónimos Dos Hermanas y Dos Hermanillas, muy frecuentes en todo el territorio andaluz para designar cerros o montes con dos cumbres o cimas "gemelas". En el caso de la Sierra de Dos Hermanas, se trata de una elevación con dos picos separados por un collado. Situada en el km 40 de la carretera de Cortes, su silueta resulta reconocible desde la lejanía y su nombre viene de antiguo, pues ya en el siglo XIV aparece citado en el Libro de la Montería de Alfonso XI, donde se dice que "el monte de Dos Hermanas es bueno de puerco en verano" (19). En sus abruptas laderas cubiertas de monte bajo se encuentra la Cueva del Parralejo excavada en 1977 por Pellicer y Acosta. En este yacimiento arqueológico se localizaron materiales del Neolítico, Edad del Cobre y Bronce Final, lo que sugiere que fue ocupada durante un amplio periodo (20). Por las faldas de esta sierra cruzaba el antiguo acueducto romano de Tempul a Gades, por tierras del cortijo de Fuente Ymbro, sede de una afamada ganadería. Por esta sierra atraviesa el acueducto de los Hurones que abastece a la Zona Gaditana. En su vertiente oeste, a cuyos pies pasa el conocido arroyo del Infierno, se explota una cantera de roca caliza. A unos 15 km de la Sierra de Dos Hermanas se encuentra la Dehesa de Dos Hermanillas, en la Loma de Malabrigo, entre La Barca y El Chaparrito. Este paraje, cercano al parque forestal de La Suara, debe su nombre a dos pequeñas colinas que flanquean el arroyo de Cabañas, que surca estos llanos. Como el de Dos Hermanas, el topónimo de las Hermanillas tiene su origen en los siglos medievales. En la documentación sobre el Donadío de Berlanga, se alude en este lugar a las dos "cabezuelas" de las Hermanillas "donde nasçe el açenna de Cabannas, de que se mantiene el río en verano" (21).
El Portal y el Portalillo, Jédula y Jedulilla
Estos curiosos nombres duplicados también aparecen en las denominaciones de algunos enclaves rurales. Así, El Portal, tiene su apéndice en El Portalillo. La historiografía jerezana atribuye la fundación de la aldea de El Portal al Rey Sabio. Así lo apunta Parada y Barreto, quien sostiene que, tras la sublevación mudéjar, que acabo con la guarnición cristiana del alcázar de la ciudad, D. Alonso el Sabio […] sentó sus reales a alguna distancia de la ciudad […] Dícese que D. Alonso puso su campamento hacia el y que dejó allí fundada una villa que ha desaparecido con el tiempo […] en dicho sitio que sirve de puerto a Jerez para el comercio de transporte por el Guadalete" (22). Sea como fuere, el nombre de este antiguo enclave es mencionado en las fuentes alfonsíes y aparece en un documento de deslinde (1269) de los términos de La Puente de Cádiz (23). Junto a él se encuentra El Portalillo, un pequeño y antiguo enclave de pescadores situado a orillas del río que sufre los estragos de las inundaciones cada vez que el río se desborda.
Un caso parecido es el de Jédula y Jedulilla. Aunque pertenecientes al término de Arcos, sus tierras son colindantes con el de Jerez, con el que se han vinculado históricamente estos dos antiguos cortijos, situados a ambos lados del camino que unía Jerez con Arcos. El mayor de ellos, el de Jédula, a la derecha de la vía, terminó por dar nombre al núcleo de población que, a partir de los años 50 del pasado siglo, fue surgiendo en torno a él, aunque de este enclave ya se tienen referencias en los siglos medievales. El cortijo de Jedulilla, a la izquierda del camino, de creación posterior, figura ya en una descripción de caminos del s. XVIII (24).
Nombres por triplicado… y cuadruplicado
A veces, estos curiosos topónimos aparecen por triplicado y aún por cuadruplicado, mostrando curiosas variaciones. Uno de los más conocidos es el trío formado por La Matanza, La Matancilla y La Matanzuela, que dan nombres a cortijos, arroyos, y cerros situados junto a la barriada rural de El Mojo y Baldío Gallardo. El nombre, en sus diferentes variantes, tiene raíces históricas aludiendo a las luchas en este lugar de las tropas jerezanas con los benimerines. La historiografía local relata que, en este paraje tuvo lugar en 1325 la Batalla de Los Cueros, también conocida como de Los Potros o de La Matanza, por la gran cantidad de bajas que los jerezanos causaron a los meriníes. Este hecho, más allá de las licencias literarias de escritores e historiadores, dejó su huella en la toponimia con un nombre rotundo y esclarecedor de lo que allí, de una otra manera sucedió, permaneciendo siete siglos después los topónimos de La Matanza, La Matanzuela y La Matancilla (25).
Otro caso de "triple" topónimo se relaciona con las antiguas majadas. Emplazadas junto a las vías pecuarias, las majadas eran los lugares donde se recogían de noche los rebaños y donde se albergaban los pastores. Este era el caso de dehesa de Las Majadillas, entre Cuartillos y La Guareña, a orillas de la Cañada Real de la Sierra. En sus cercanías hallamos la dehesa de Majada Alta, junto al parque forestal de Las Aguilillas, en Estella del Marqués, cruzadas también por la citada cañada. En el extremo norte del término se encuentra la dehesa de Majada Vieja, en la Sierra de Gibalbín, junto a la antigua Cañada de Casinas que unía la sierra con el Guadalete.
Con todo, el caso más sobresaliente es el de Jara. Derivado del árabe 'sa`ra´', tiene el significado de 'tierra llena de vegetación' (26). Este topónimo da nombre al antiguo Cortijo de Jara, cuyas tierras conocieron la presencia romana, como testimonia el hallazgo en sus cercanías (Haza de Casablanquilla) de una escultura de mármol que representa una dama cubierta con túnica y manto, expuesta en el Museo Arqueológico (27). Tras la conquista de Jerez, el donadío de figura entre las propiedades rurales repartidas por Alfonso X. En la actualidad, estas tierras situadas junto a la antigua Cañada de Bornos, se dedican a cultivos de secano. Gracias a una pantaneta que aprovecha el foso de una antigua cantera se riegan también viñedos y olivares de los que se obtienen vinos y aceites que con la marca se cuentan entre los mejores de la campiña. Frente a él encontramos el cortijo de Jarilla-Jareta, por cuyas tierras atraviesa el canal de la margen izquierda del Guadalcacín. A los pies del cerro de La Basurta, cubierto de olivares, encontramos el embalse de Jarilla-Jareta, que como si de una laguna natural se tratase, tiene un denso cinturón de tarajes y una pequeña olmeda en sus orillas. La cercanía de estos cortijos, en los que trabajaban como temporeros muchos obreros del campo, bautizaría al poblado de colonización que se levantó en 1955 apenas a 4 km de aquí: Nueva Jarilla.
Consultar mapas, referencias bibliográficas y reportaje fotográfico en http://www.entornoajerez.com/
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