La voz de una jerezana en Ifema: auxiliar de Enfermería y locutora de bingo
Daniela Amaya | Auxiliar de Enfermería
Daniela Amaya, auxiliar de Enfermería y estudiante de Anatomía Patológica en Madrid, ha trabajado en el hospital de campaña desde el primer día
Un día llevó un pequeño bingo que tenía en el maletero para amenizar las tardes de los pacientes
Daniela Amaya había visto antes una persona muerta, pero nunca había sido testigo de cómo se apagaba la vida delante de ella. Pudo quedarse en casa, confinada en un lugar seguro porque sus clases de Anatomía Patológica se habían suspendido en Madrid por el ‘huracán’ Covid-19. Tuvo la oportunidad de quedarse a sus 21 años leyendo libros, viendo series, aplaudiendo en el balcón cada día a las ocho de la tarde. No quiso hacer caso a sus padres que le suplicaron no marcharse de vuelta a Madrid (días antes del estado de alarma).
Nada de nada. Daniela Amaya siguió su instinto de vocación de servicio y ya con su título de auxiliar de Enfermería se plantó como voluntaria a las diez de la mañana a las puertas de Ifema el primer día que la institución se convirtió en un hospital de campaña.
“He estado trabajando en Ifema casi sin días de descanso, pero no me ha importado. Entré cuando sólo estaba el pabellón 5, el primero, que parecía un campo militar. También he estado en el 7 y en el 9”, relata la jerezana. Sí. Daniela Amaya es de Jerez. Lleva viviendo en Madrid un año aproximadamente y cuando la capital rompió a llorar por el coronavirus “sabía que no podía quedarme en casa, necesitaba hacer algo”. Se puso en contacto con todo los hospitales madrileños “pero al principio todo era un poco descontrol y no pude entrar en ninguno. Me enteré lo de Ifema y fui. A los minutos de llegar ya estaba rellenando un documento con mis datos”.
“Nada es comparable con lo que hemos vivido aquí. Llegué el primer día siendo una ‘niña’, fue muy impactante. Vi el pabellón medio montado y me lo recorría con un folio, un boli y un EPI que pesaba muchísimo. Era una locura”, relata la jerezana recordando los primeros momentos.
“No te da tiempo a asimilar lo que has vivido ese día cuando vuelves a estar allí, trabajando y sudando lo más grande”, añade Daniela. No duda en identificar su peor momento, cuando perdió a su primera paciente: “Había visto a fallecidos porque antes de estar aquí estuve en una residencia de mayores, pero no ver morir... Era una mujer de 55 años, me quedé con la sensación de no haberlo logrado... Fue muy impactante. Al día siguiente, esa mujer cumplía años, y todos brindamos por ella”.
Una de las noches que estuvo de guardia vio cómo todos los pacientes permanecían horas y horas viendo el móvil. “Sabía que tenía un bingo en el maletero del coche, me lo compré en Conil y cuando me vine a Madrid ahí estaba, en el maletero. Pedí permiso para traérmelo y al día siguiente llegué con él al pabellón. Gracias a mi compañero Alejandro animamos un poco el ambiente. Fue muy emocionante ver cómo se iban sumando los pacientes”, cuenta.
El que conseguía bingo se llevaba de premio (si su dieta lo permitía) una palmerita de chocolate. La iniciativa de la jerezana llegó al bingo Las Vegas y le enviaron cartones y cientos de peluches. “La gente agradecía este momento, muchos estaban esperando la merienda para jugar y después de las ocho teníamos el baile. Así que las tardes se hicieron más amenas”, declara Amaya.
Este 1 de mayo Ifema ha cerrado sus puertas y Daniela ha estado allí. La emoción envolvió este atípico hospital con aplausos y lágrimas, y aunque la felicidad era indescriptible, la jerezana reconoce que “la sensación que tenemos muchos sanitarios es que el cierre de Ifema ha sido un poco precipitado, pero no son decisiones nuestras”.
A partir de ahora, Daniela ya no cantará los números de un bingo sanador, sino que le toca hacer trabajo administrativo. Todo es importante para ella, una jerezana que ha conseguido sacar la sonrisa de miles de pacientes: “Nunca te imaginas que esto va a suceder, era imposible imaginarse esto. Desde el punto de vista laboral he aprendido muchísimo, de médicos, enfermeros, celadores... De todos. Y desde el punto de vista personal te hace más humano. A veces vamos con tantas prisas por la vida que no te paras a pensar que lo realmente importante es la familia y la salud”.
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