Derechos universales

Cada año el día 20 de noviembre nos recuerda los derechos universales de los niños. Quedaron recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, que ni mucho menos, es un listado interminable de setecientas y pico de páginas, sino sólo unos principios muy claros y específicos. Uno, derecho a la igualdad, sin distinción de raza, religión o nacionalidad. Dos, derecho a una protección especial para que puedan desarrollarse adecuadamente. Tres, derecho a tener nombre y nacionalidad. Cuatro, derecho a alimentación, vivienda y atención médica adecuadas. Cinco, derecho a educación y atenciones especiales para niños física o mentalmente disminuidos. Seis, derecho a comprensión y amor. Siete, derecho a ser adecuadamente educados. Ocho, derecho a atención y ayudas preferentes en caso de peligro. Nueve, derecho a ser protegido contra el abandono y la explotación en el trabajo. Diez, derecho a recibir una educación que fomente la solidaridad, la amistad y la justicia entre todo el mundo.

Es, afortunadamente, una realidad que desde que en 1959 la asamblea general de la ONU creó esta declaración de los derechos del niño, éstos han ido difundiéndose y consolidándose entre la población. Sin embargo, seguimos encontrando muchas familias en las que estos derechos del niño siguen sin defenderse adecuadamente, en la mayoría de los casos por desconocimiento. En algunas familias se sigue creyendo que un niño de una determinada ciudad tiene más derechos que los que pertenecen a otras ciudades, ya sean nacionales o extranjeras. En muchas familias, en el desconocimiento de técnicas más efectivas, se sigue recurriendo con demasiada frecuencia al uso de la violencia para educar. Son muchos los niños con discapacidades que no reciben la atención especializada que les garantice un futuro digno y la educación emocional sigue en el anonimato como un extra que tan sólo algunos pueden permitirse, a pesar de que la investigación indica que una adecuada educación emocional predice mejor el éxito vital que la inteligencia convencional.

Un libro, que no merece mayor publicidad, ha alcanzado más de un millón de ejemplares vendidos, a pesar de fomentar el uso del castigo y la violencia en menores de edad, incluso durante el primer año de vida. Hasta algunos jueces, doctos en autoridad y ejemplos de ella, proclaman el uso del castigo en niños, entendiéndolo como una necesidad. Es de agradecer, pues, que UNICEF, en su empeño por defender a los niños, creara el día 20 de noviembre como el día internacional de los derechos del niño.

El magisterio en España ha mejorado con creces en los últimos años. Profesores implicados con el interés de los alumnos, más que en sentar cátedra, profesores que eligen premiar el acierto antes que castigar el error, que conversan con los padres de alumnos buscando las mejores alternativas para superar sus dificultades, que creen en las posibilidades de éxito de cualquier alumno.

También la familia ha evolucionado, y aunque poco a poco, cada vez más, padre y madre acuden a los colegios, discuten las necesidades de los hijos y consiguen acuerdos con respecto a las mejores soluciones, se implican en los cuidados de los menores tanto fisiológicos como afectivos o psicológicos.

La educación prepara a los niños para convertirse en adultos, en adultos sanos y con las cualidades y habilidades que les permitan adaptarse a la sociedad y a la vida en general, pero hasta entonces requieren de atención y de normas que faciliten su protección.