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"No te rindas. Lo imposible sólo tarda un poco más"

Testimonio por el Día Mundial del Autismo

Una familia con dos niñas gemelas con autismo emociona en la red con un vídeo en el que muestran momentos antes del diagnóstico

Lola Mateos juega con sus hijas en una imagen del vídeo.
M. Valero

02 de abril 2019 - 20:46

Jerez/Hoy es 2 de abril. Pero no pienso hablar de lo maravillosas que son mis hijas con autismo, de eso hablo todos los días. Hoy prefiero hablar de lo maravillosas que eran mis hijas sin autismo. Sé que vais a decir que se nace con autismo, que se tiene o no se tiene. Pero hoy quiero permitirme recordar a mis hijas en esos primeros meses de vida que vivíamos en la ignorancia.

Así comienza la entrada de Lola Mateos en el perfil de Facebook 'Mira lo que hago con mi autismo' con motivo del Día Mundial del Autismo. Sus hijas gemelas Sara y Rebeca hoy tienen 11 años. En el vídeo, hay imágenes con unos siete meses, con 14 y poco antes de diagnosticarles autismo.

Se reían, jugaban, interactuaban. "A los padres nos critican por muchas cosas, pero entre ellas: por no saber 'verlo'. Pero es tan difícil. No son pocas las personas que piensan que esto 'se ve' desde el nacimiento, pero en la mayoría de los casos los síntomas no comienzan a ser visibles hasta los 18-20 meses", declara Mateos.

Antes de los 20 meses, cuando llegó el diagnóstico, "mis hijas parecían más inteligentes de lo 'normal' y tenían unas miradas de descaradas...", ríe Lola recordando ese descaro al entrar en las consultas del pediatra.

Pero un día Sara y Rebeca dejaron de mirar a sus padres, de reír, de balbucear. "Ninguna familia tiene soporte al principio. He llorado muchísimo y no por eso ha cambiado la situación. Todos necesitamos nuestro tiempo para asimilar la nueva situación, pero una vez conseguido, ¡hasta el infinito y más allá!", relata Lola.

Con las redes sociales, los padres de Sara y Rebeca pretenden "concienciar sobre el autismo mostrando su cara más amable y explicando la más dura". Rebeca tiene autismo no verbal y Sara de alta funcionalidad. A sus padres les llegaron a decir que no hablarían. Sara comenzó a expresarse a los cuatro años y medio, y Rebeca con casi nueve comenzó a comunicarse.

"Lo afrontas porque son tus hijas. Ellas son lo más maravilloso del mundo, pero el autismo es lo peor. Son luchadoras natas y van superando a diario pequeñas batallas", subraya la madre.

Para las familias que se enfrentan a este duro diagnóstico, un mensaje claro: "No te rindas, es duro. Pero no te rindas. Lo imposible sólo tarda un poco más".

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