Domingo de grandes besamanos
Tiempo de Cuaresma
Último fin de semana de Cuaresma en el que la ciudad despertó con un magnífico ramillete de imágenes que bajaron de sus altares para los devotos
Último domingo de Cuaresma y a las puertas del ansiada jornada de los Ramos la ciudad se despertó con un ramillete de besamanos de gran tirón devocional en la ciudad.
La zona del barrio de Santiago era un hervidero de cofrades que durante toda la jornada estuvieron visitando las iglesias del barrio flamenco.
La Soledad en la iglesia de la Victoria tuvo unida sus manos a un clavo con más majestad que nunca. Y la Reina del Transporte, con su manto liso, desplegaba misericordia y guapura a raudales. Intramuros volvió a florecer la majestuosidad de la iglesia de San Mateo. Que tuvo en solemne función de besamanos a sus dos titulares. El Señor de las Penas que mira al cielo y su Madre desconsolada que es como una perla de nácar delicada. Más guapa que nunca.
En San Marcos volvimos a enamorarnos de la elegancia del Señor de la Sagrada Cena que no por mucho repetir nos parece demasiado. Nunca es mucho cuando se trata de la imagen que tallara el genial Ortega Bru. Y su Madre bendita de la Paz y Concordia que este año sus cofrades de La Cena han querido que sólo luzca una ráfaga. Ella sabe que pronto tendrá sobre sus sienes esa corona perdida.
Por la zona de la calle Arcos, el Santísimo Cristo de la Coronación tuvo un río de fervor en las puertas de su recoleta capilla de los Desamparados. Los cofrades de la cofradía del Domingo de Ramos ya cuentan las horas para que el milagro de su elegante cofradía se haga realidad.
Todo esto ocurría mientras que el Señor Flagelado miraba de reojo a la puerta de la capilla sacramental para ver entrar a su hijo pregonero tras su éxito en el Villamarta. Señor de la Flagelación que luces tu rostro mansamente a pesar del dolor injusto de los látigos que te azotan.
Por la plazuela la Esperanza, una vez más, dejó a medio Jerez enamorado de su verde hermosura. Esperanza para que nadie dude de tu divina concepción.
Y un tanto más allá el Santísimo Cristo de la Expiración que radiaba su poder en el atrio de la iglesia de San Francisco.
Concepción coronada que es la Reina de su barrio. Cielos azules purísima a la espera de ese Viernes Santo que tan a lo grande vive Las Viñas. Y el Santísimo Cristo de la Defensión. Magnífico y portentoso como siempre. Seráfico y encontradizo con su pueblo fiel.
Y como suerte final, el Señor del Prendimiento. En su Santiago natal. Ofrecía el crisantemo de su pecho con sus manos bellamente atadas, como dos lirios encendidos. Manos laceradas por la soga traicionera. Esas manos benditas y esa mirada perdida. Prendimiento de la elegancia atada que desata pasiones por todo el Jerez entero cada tarde del Miércoles Santo. Bello rostro que espera el beso traicionero y que nos hace que envidiemos al maldito delator que propició que te prendieran para llevarte al trono de la cruz para redimir al mundo. ¡Quién pudiera besarte el rostro, Prendimiento! ¡Quién tuviera el honor de sondear los abismos de tu hermosura callada!
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