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Don Antonio 'El adelantado'

Tribuna de opinión

Evaristo Babé

24 de agosto 2016 - 10:18

HACE diez años –y con el mismo título que éste- publicó el Diario de Jerez un artículo firmado por mí dedicado a don Antonio Páez Lobato. Hoy, al enterarme de su fallecimiento, he recordado lo mucho que le gustó leerlo y me ha parecido oportuno pedir al periódico, como homenaje a la gran persona y gran empresario que fue Don Antonio, su republicación. Decía así:

Don Antonio Páez Lobato acaba de recibir un premio importante por una vida dedicada al vino. Con este reconocimiento –que se denomina precisamente así ‘Una vida dedicada al vino’- se puede afirmar que se ha honrado más la organización que ha concedido estos premios que el propio premiado, cuya personalidad y sencillez no precisa de galardones de este tipo para ser reconocido como un modelo de vida dedicada al mundo del vino.

En el acto de clausura de la Feria Nacional del Vino (FENAVIN), celebrada la semana pasada en Ciudad Real –capital, para muchos, del vino en España-, se entregaron unos merecidos reconocimientos a una docena de personas vinculadas al mundo del vino, en un emotivo acto al que tuve la suerte de poder asistir. Entre los galardonados se encontraban reconocidas personalidades del mundo vitivinícola español, como la carismática enóloga María Isabel Mijares, el aristocrático bodeguero Carlos Falcó o el incisivo crítico y reconocido periodista Víctor de la Serna. Y, esta es la razón por la que escribo estas líneas, el infatigable y entusiasta tonelero y bodeguero don Antonio Páez Lobato.

Subió al escenario don Antonio en primer lugar de entre los premiados. Le entregaron un enorme diploma enmarcado y le invitaron a que dirigiera unas breves palabras al respetable (debíamos ser unas doscientas personas las presentes en el acto). Parapetado tras el micrófono, cumpliendo con la brevedad que se le había pedido y con el talento y gracia tan característicos suyos, expresó su agradecimiento por el premio que se le había concedido, y lanzó un claro y optimista mensaje a una expectante audiencia que tenía fijos los ojos en él: “Parece ser que sobra vino y que todo el mundo anda preocupado con eso”. (Silencio). Pero no os debe preocupar que haya mucho vino. (Silencio). ¡Eso no es un problema! (Silencio). ¡El problema es que faltan buenos comerciales! ¡Sí, sí, eso es, -remachó- el problema es que faltan buenos vendedores!”. Tras manifestar su confianza en el futuro del vino y gritar un ¡Viva España! que provocó el aplauso y la sonrisa de todos, don Antonio bajó orgulloso y feliz del estrado dejando en el ambiente una simpática sensación.

No escribo estas líneas como reportero de un evento del que fui testigo privilegiado y del que habrán dado cuenta los periodistas que cubrieron el acto. Escribo para destacar la calidad y merecimientos de una personalidad excepcional como es la de don Antonio. En la presentación de los méritos empresariales que concurrían en el galardonado se destacaron, entre otros, sus logros como ‘rey del vinagre’ y como pionero elaborador de vinos de mesa en la provincia de Cádiz: tanto blancos (con palomino y riesling) como tintos (con tempranillo y cabernet sauvignon). Nada dijeron, lógicamente, del brandy, pues –esa es su asignatura pendiente- no se dedicó nunca a ello, que si lo hubiera hecho … Es más, -y ésta es una batalla que tengo dada por perdida- don Antonio es de las personas a quienes todavía le cuesta hablar de brandy y sigue hablándome, cada vez que me ve, de su interés en montar una bodeguita de “coñá” (cosa que, por tratarse de quien se trata, incluso le perdono).

Don Antonio ha sido un adelantado de su tiempo, y supongo que –como les ha pasado siempre a los ‘adelantados’- lo habrá sido no sin dificultades y zancadillas. Ha logrado, desde luego, lo que pretendía y, lo que no todos logran: que se le reconozca en vida –ya octogenaria- la dedicación de su vida, valga la redundancia, al mundo del vino.

Pero con independencia de su condición de emprendedor, merece destacarse su vocación de “comercial”, de vendedor nato; de alguien enamorado de sus productos, convencido de su excelencia y empeñado en dárselos a disfrutar a todo aquel que se ponga en su camino. Un verdadero ejemplo a seguir. Como tantas veces se ha escrito: “no existen negocios exitosos; existen personas que hacen negocios exitosos”. Lo demás son cuentos.

El reconocimiento de que ha sido objeto una persona trabajadora y entrañable, como es de la que hablo, justifica que invite a quien me lea a sumarse al brindis especial que, desde estas líneas, quiero hacer en honor de don Antonio Páez, ‘El Adelantado’.

Descanse en paz.

Evaristo Babé es presidente de Fedejerez

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