Don José Cádiz Salvatierra
Jerez en el recuerdo
Sus alumnos recuerdan a este gran docente por su estilo inconfundible y por su bonhomía. Ocupó la dirección del instituto Padre Luis Coloma durante 25 años, hasta su muerte.
UNA bonita y moderna avenida que desde la altura del Instituto Padre Luis Coloma une la de Álvaro Domecq con calle Córdoba se encuentra rotulada con el nombre de un inolvidable profesor: José Cádiz Salvatierra. Un nombre que a los más jóvenes pueda no decirle nada, pero que sin embargo muchos cientos de jerezanos que un día tuvieron la dicha de ser alumnos del ínclito profesor de este nombre, cada vez que por allí pasan es seguro no pueden por menos que evocarlo, sobre todo sus enseñanzas, su estilo inconfundible y su bonhomía, siempre con su inefable pipa en la mano. Por ello traemos aquí una breve semblanza de este gran docente, cuya memoria permanece viva al cabo de casi medio siglo desde que repentinamente nos dejara. Su recuerdo quedó grabado en el corazón de tantos y tantos jerezanos que pasaron por las aulas del Instituto que magistralmente dirigió durante 25 años.
José Cádiz Salvatierra nació en la luminosa ciudad de Huelva en los albores del pasado siglo XX, concretamente en 1905. Hijo de un distinguido y galardonado notario de aquella población, realizó sus estudios de bachillerato en el Instituto General y Técnico de su ciudad natal, marchando en 1922 a la Universidad Literaria de Sevilla, en cuya facultad de Filosofía y Letras obtendría en el año1926 su licenciatura en la especialidad de Ciencias Históricas con un brillantísimo expediente académico.
Tras su licenciatura marchó a Madrid por un período de seis años. Allí anduvo perfeccionando sus conocimientos, estudiando e investigando en sus bibliotecas. Prolongada estancia que se pudo permitir gracias a la desahogada posición económica de su padre como él solía reconocer. En 1932 ocupó su primer puesto de trabajo como docente en calidad de profesor aspirante, cumpliendo su función en el Instituto-Escuela de la capital de España como responsable y guía de visitas a museos. Un año después pasaría a ocupar plaza de profesor en dicho centro.
Más tarde sería destinado a Jaén donde actuó como secretario y director de su Instituto de Enseñanza Media. Entre 1934 y 1935 el Ministerio de Instrucción Pública le concede dos becas para viajes de estudios a Francia, impartiendo clases de Historia del Arte y Literatura Española en un liceo de París. Su vuelta a España coincide con el estallido de la Guerra Civil, ello le hizo vivir las grandes tragedias humanas que este conflicto acarreó a varios compañeros y a otras muchas personas cercanas, así como el cierre durante varios meses del centro en el que impartía docencia. A finales de 1937, la Dirección General de Bellas Artes le nombra vocal de la Junta Delegada de Protección del Tesoro Artístico de Jaén. Su labor sería la protección de la Catedral y sus colecciones artísticas. Acabada la guerra gana por oposición una plaza de catedrático en Osuna, donde permanecería hasta 1942, año en el que llega a Jerez como profesor de Geografía e Historia en el Instituto Padre Luis Coloma. Cuatro años después sería nombrado director de dicho centro, cargo que ocuparía hasta su muerte.
En 1949 tomó parte en la fundación de la Academia Jerezana de San Dionisio de Ciencias Artes y Letras junto con Tomás García Figueras, Manuel Esteve Guerrero, Ángel Rodríguez Pascual y Germán Álvarez Beigbeder entre otros. Con el tiempo dicha entidad llegaría a convertirse en Real Academia y por tanto miembro del Instituto de Reales Academias de Andalucía y Asociado de la Real Academia Española. Siendo esta entidad desde su fundación un destacado referente de la cultura local. Cuatro años más tarde, en 1953, Cádiz Salvatierra sería elegido presidente de dicha corporación, cargo que ostentaría hasta su fallecimiento.
Su labor durante el cuarto de siglo que trabajó en Jerez fue muy prolífica, siendo destacada su enorme calidad docente y humana, siempre puesta al completo servicio de sus alumnos en particular y de la cultura en general. Una vida entregada por entero a la enseñanza y a la formación de jóvenes en un ambiente que podíamos calificar casi universitario. El que esto escribe no tuvo la fortuna de ser alumno suyo, ya que hizo sus estudios de bachillerato en el colegio de La Salle, pero sí que tuvo la oportunidad de ser examinado por D. José Cádiz al final de cada curso de la asignatura de Geografía e Historia, ya que en aquel tiempo los estudiantes de centros no oficiales debían revalidar sus notas mediante examen en el Instituto. Conservamos aún la cartilla de calificación con los “notables” en Geografía e Historia que nos dio don José en varios cursos. Creemos que ningún alumno de la primera promoción de bachilleres del colegio de La Salle podrá olvidar el viaje de fin de estudios realizado en 1960 a Toledo de la mano y guía de don José Cádiz Salvatierra.
“Mis alumnos son para mí los hijos que Dios no me dio”.
Es esta una frase que dejó escrita y que revela el porqué de su total vocación al magisterio y a la juventud. Y es que no llegó hacer realidad su ilusión de ser padre y ello hizo que depositara todo su fraternal cariño en sus alumnos. En diciembre de 1967 al poco de comenzar las vacaciones de Navidad don José Cádiz fallecería víctima de una afección cardiovascular en su casa de la calle de San Marcos. La prensa y la radio local resaltó en grandes titulares tan triste noticia y su sepelio constituyó una inmensa manifestación de duelo y de pesar en toda la ciudad de Jerez.
En 1969, costeado mediante aportaciones particulares, así como la subasta de un bastón del general Primo de Rivera y una de sus inseparables pipas donada por su viuda doña Blanca de Aragón, se le erigió un busto en el patio del Instituto donde ejerció su magisterio durante un cuarto de siglo. Más tarde, y por acuerdo unánime del Cabildo Municipal se rotuló con su nombre la avenida contigua al Instituto Padre Luis Coloma. En 1972 fueron publicadas sus memorias bajo el título: “Mi labor, 25 años al servicio de la cultura jerezana”. Una obra exhaustiva en la que curso tras curso a lo largo de toda su vida académica recoge sus experiencias docentes. Incluye la misma una interesante autobiografía de la cual hemos extraído algunos de los datos que aquí se exponen.
Fue un hombre de la cultura, un docente, un enamorado de su tierra de adopción, maestro y padre a la vez., un personaje que dejó huella indeleble entre todos los que le conocieron. Su figura de intelectual, de hombre sabio, serio y bueno con su inseparable pipa en los labios permanecerá siempre aromando el aire de su Instituto. Y es que su nombre está grabado, no sólo en la vía jerezana que pasa junto al Coloma, sino en el corazón de aquellos que fueron sus alumnos, que seguro sabrán transmitir a las generaciones venideras las enseñanzas de aquel inolvidable pedagogo llamado don José Cádiz Salvatierra, apodado cariñosamente “El Pipa” por sus discípulos.
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