Un salto hacia delante
Suplemento de Educación | Opinión
Jerez/Sin duda, la situación creada por la COVID-19 es excepcional. El coste en vidas humanas está siendo ya muy alto, y en términos económicos y sociales probablemente también lo va a ser, aunque el alcance de la crisis en ciernes podrá ser paliado por políticas dirigidas a no dejar a nadie atrás.
Pero las crisis también suponen afrontar retos y brindan oportunidades de mejora. Porque de todo acontecimiento se pueden obtener lecciones que ayuden a corregir errores y superar inercias.
Precisamente, en el ámbito de la Educación estamos asistiendo al cambio más abrupto operado en décadas: la transformación de un sistema de enseñanza-aprendizaje presencial a un sistema a distancia de la noche a la mañana. En ese sentido, las Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC), están teniendo un papel protagonista.
Habrá que evaluar con tiempo como se ha realizado esta transformación, aunque podemos intuir que habrá sido desigual dependiendo de diversos factores. El primero, los niveles de enseñanza. Los alumnos de este siglo son nativos digitales y se acercan a las nuevas tecnologías de una forma no aprensiva. Pero para los niveles más bajos, como la Educación Infantil, es más complicado aprovechar todo el potencial de estas tecnologías, cuando, además, hay otras actividades de socialización más importantes como es el juego. El segundo es la formación del profesorado en estas tecnologías. Lo cual supone no solo el manejo de herramientas básicas, sino de plataformas educativas que no todo el profesorado domina. En este sentido, es loable el esfuerzo que realizan muchos docentes de adaptación a la situación, cuantificable en las horas de trabajo que les están dedicando a estar conectados con su alumnado.
El tercero es el alumnado y su entorno familiar. Parece que está implicado, realizando también un esfuerzo enorme, en buena medida por lo que supone la aplicación de una estrategia de tensión (a diferencia de Italia, donde se ha dado un aprobado general) avalada por el Consejo Escolar del Estado y pendiente de ratificación o no por las Administraciones Educativas. Lo que se pretende es impedir que el alumnado se relaje, y para ello se mantiene la evaluación de los contenidos que sigue el alumnado en casa durante el confinamiento.
Ahora bien, el Consejo Escolar del Estado ha propuesto que aquel alumnado “desconectado” no sea evaluado, pero se realice un seguimiento de las tareas que haya realizado. Esto es una contradicción, dado que, en muchos casos, la comunicación con el entorno familiar de ese alumnado se ha vuelto muy difícil e incluso imposible en estos días. Pero, además, es injusto evaluar al alumnado conectado durante este período y simplemente hacer un seguimiento del no conectado.
Se estima que un 10% del total de la población estudiantil a nivel nacional carece de conexión a Internet. Pero ese porcentaje puede estar entre un 30% y un 40% en ciertas zonas de Jerez. El índice de penetración de la telefonía móvil es altísimo, pero en muchos casos, las familias solo disponen de un terminal para todos sus miembros, e incluso sin una tarifa de datos.
Por otra parte, la pérdida del alumnado no conectado es mayor, dado que se une a la desconexión el hecho de que su entorno sociocultural no suele compensar suficientemente la pérdida de aprendizaje que implica dejar de ir a clase.
Por tanto, el reto que como sociedad deberíamos de imponernos es no dejar a nadie atrás en el acceso a la información y a los recursos que proporciona la red, y especialmente a la población estudiantil de todos los niveles educativos y status socioeconómicos. Con mayor motivo, en previsión de que la lucha contra la pandemia puede que se vuelva a recrudecer en el otoño y el invierno, y no son descartables nuevos cierres de los centros educativos.
Debemos, por tanto, prepararnos para ello, y ya hay varias iniciativas en marcha como la del Ministerio de Educación Y Formación Profesional para suministrar 20.000 tarjetas SIM a alumnado de Bachillerato y FP.
Pero también es una oportunidad para iniciar un cambio metodológico que nos lleve a aprovechar todo el potencial de la red en unión de un aprendizaje más activo, con métodos ya probados como el Flipped Learning (aprendizaje inverso) o el Aprendizaje Basado en Proyectos.
Según los expertos, el verdadero potencial de una nueva tecnología suele tardar toda una generación en desarrollarse. Crisis como esta pueden acortar ese lapso dando un salto hacia delante. Que sea grande o que sea pequeño depende de todos nosotros. Ánimo y, recuerda, quédate en casa.
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