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'Croqueteando' por Jerez

Dejad que los niños se aburran

Educación

Análisis del aburrimiento. / Fillo Frisée
Juan Manuel Gutiérrez

12 de febrero 2019 - 05:00

Jerez/¿Qué dejemos a un niño aburrirse? Pero, si todos recordamos momentos de nuestra infancia en los que protestábamos por estar aburridos en casa. Si la sensación de estar aburridos, sin nada que hacer, es una sensación no sólo desagradable sino, incluso, insoportable para muchos. Y verdaderamente el aburrimiento no parece ser algo muy productivo, de hecho, si algo me aburre lo pospongo, lo evito o directamente lo elimino de mis prioridades por muchos beneficios que esa actividad tenga. Sin embargo, veremos por qué en algunas ocasiones puede tener el aburrimiento algunas ventajas.

Para entenderlo mejor, tendríamos que plantearnos la cuestión ¿por qué unas personas disfrutan con actividades que pueden ser muy difíciles y arriesgadas, que no parecen ser nada divertidas, mientras que otros se aburren y no las soportan?

Aunque con un nombre bastante difícil de pronunciar, Mihaly Csikszentmihaly es uno de los investigadores más reconocidos en el estudio del aburrimiento. Este profesor de la Universidad de Claremont en Estados Unidos junto con su equipo se dedicaron a entrevistar a personas que realizaban actividades en las que obtenían pocas recompensas externas, pero que no abandonaban su actividad, a pesar de no obtener aparentemente ningún tipo de beneficios de las mismas.

Cuando, en general, la mayoría de las personas entrevistadas realizaban actividades que les proporcionaban un prestigio, dinero o algún tipo de poder o privilegios, comprobaron que muchos deportistas o artistas renunciaban a este tipo de recompensas sólo por el placer de hacer lo que les divertía y proporcionaba satisfacción. Esta motivación, que en la literatura científica ha sido llamada motivación intrínseca, se ha encontrado frecuentemente encubierta por la motivación extrínseca, es decir la basada en caramelos, regalos y promesas de éxito.

Para incrementar esta motivación intrínseca, y a pesar de que el aburrimiento se ha relacionado con un gran número de psicopatologías ( la adicción al juego, los trastornos de la alimentación, la adicción al alcohol , los trastornos de conducta , los trastornos del estado de ánimo o los trastornos de ansiedad y también con problemas laborales como el síndrome del bourn out y problemas académicos como el fracaso escolar o las conductas disruptivas en el aula) es necesario enseñar a afrontar ese tipo de tareas que no tienen una recompensa clara, al menos de forma inmediata.

Para Csikszentmihaly (2000) este tipo de tareas tienen que cumplir ciertos requisitos como el que requieran del aprendizaje y uso de ciertas habilidades, que además sean facilitadoras de buenas relaciones con los demás, que sean generadoras de emociones y que incrementen la autoestima y la autorrealización personal. Pues para averiguar cuáles son estas actividades, el aburrimiento en los menores, en su justa medida, es un excelente punto de partida que les permite probar, buscar, investigar y desarrollar la creatividad y así encontrar los retos que les permiten disparar su emoción y su satisfacción simplemente por el hecho de

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