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Diario de clase

Educación | Cerebros en Toneles

Diario de clase. / Moga
Juan Carlos González García

12 de octubre 2021 - 04:06

Hay profesores que en clase se limitan a contar la historia de la filosofía. Pero hay otros que se dedican a pensar al mismo tiempo que explican a los grandes filósofos. No sé si con otras materias se puede hacer lo mismo, ser creativo a la vez que se desarrollan los contenidos mínimos de la programación. En el dibujo, el artista enseña técnicas y estilos, y también puede ir creando al explicar. En lengua y literatura la profesora puede enseñar a redactar y a comprender los textos, y a la vez crear relatos, poemas. El químico quizás también pueda enseñar investigando dentro del laboratorio… Y no digo fuera del aula, en su casa, sino en la actividad docente diaria, en clase.

Nos preguntamos si esa enseñanza creativa es posible y si sirve para algo, si los alumnos aprenden más o menos, porque quizás sea un estorbo y, a la larga, aprendan más cuando el profesor se limita a repetir lo que dice el manual, sin ir nunca más allá. Además, enseñar a ser creativo, en cualquier terreno, no es nada fácil. No basta con dar reglas, si es que las hay, ni con mostrar esa actividad. Imitar al que piensa… Imitar al que pinta… Suena raro.

Francisco J. Fernández ha publicado un libro que trata de la filosofía de verdad. Se titula Lycofrón. Diario de clase. (Círculo Rojo, 2021). Si calificarle de racionalista es excesivo, sí que cabe afirmar que le interesa la razón, ya sea desde la dimensión ontológica, lógica o lingüística. Estas preocupaciones se reflejan en sus libros: El filósofo del océano (Iralka, 1998), El descrédito de los quilates (Iralka, 1999), El ajedrez de la filosofía (Plaza y Valdés, 2010) y Los huesos de Leibniz (Akal, 2015).

Lycofrón es un libro en el que se piensa. Y se piensa a través de un diario de clase, el que lleva un alumno a lo largo de dos trimestres. Asistimos al pensamiento en vivo del profesor, a través de las páginas escritas por el alumno y las correcciones que va añadiendo el maestro. Un método de enseñanza y un estilo de escritura, con las dosis narrativas oportunas.

Del sofista Licofrón sabemos muy poco, casi nada. Seis citas de Aristóteles y poco más. Seis citas que nos traen seis problemas, quizás alejados entre sí o quizás no. Eso es lo que se irá desentrañando a lo largo del diario de las clases. El maestro nos advierte desde el principio: no hay que confundir la filosofía con la historia de la filosofía. La actividad esencial es la primera: la segunda solo es una ayuda, un recurso para pensar mejor.

El diario arranca con el problema del ser, como es debido, el valor absoluto y relativo del uso del verbo ser. No es lo mismo decir que el árbol es grande que decir que el árbol es o existe, a secas. Hay árboles, existen árboles… Un tema ontológico y lingüístico, y fundamental a lo largo de la historia de la filosofía. Pronto verá el lector que los problemas para comprender el ser se entrelazan con asuntos referidos al uso del lenguaje y a la lógica. Las categorías, maneras de predicar, son “las formas en que cabe pensar el ser”. La categoría principal es la sustancia primera (el ente concreto, este árbol) de la que se predica el resto de las categorías. Géneros, especies, individuos… Pero ciencia solo hay de lo universal… Las reflexiones van desde la ontología a la filosofía política. En el diario aparece reflejada la perplejidad del alumno, que es el narrador del pensamiento del maestro. No falta el sentido del humor a lo largo del texto.

Este diario no es ni una historia de la filosofía ni una mera introducción a la filosofía. Nos obliga a pensar en profundidad y con precisión desde el primer momento. La prosa es clara, con un vocabulario muy rico. Y se detiene cuando hay que hacerlo. Que hay que ir despacio en la lectura es lógico, evidente. Y dar mil vueltas a lo que dice, como el alumno. Con ejemplos que van de la biología a la matemática o el ajedrez. Eso es pensar. Claro que, para algunos, ese pensar puede ser caótico y quizás prefieran otro tipo de exposiciones más convencionales… Ser creativo mientras se explica conlleva utilizar analogías, ejemplos de diferentes campos, conexiones inesperadas, y mucha ironía.

En las explicaciones aparecen filósofos como Platón, Aristóteles, Kant, Leibniz, Heidegger, Quine…, es decir, los que vemos en los manuales, pero también se menciona a profesores recientes, como Pierre Aubanque, Alain Badiou o Agustín García Calvo. En el diario hay ciertas pinceladas autobiográficas, asociadas a las experiencias filosóficas y bibliográficas del autor.

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