Enseñar el camino de la felicidad
EDUCACIÓN
Enero 2016. Comienza el año, pero no el curso escolar, ya que acometemos una segunda evaluación muy significativa en la que tenemos que seguir trabajando por la convivencia
Desear la felicidad a los demás tiene el poder de generar la propia. Con este enunciado felicitábamos las fiestas y el nuevo año desde la Delegación Territorial de Educación de Cádiz a toda la comunidad educativa de la provincia, y por el poder que genera esa consigna, quiero hacerla extensiva a todos los lectores de este decano suplemento educativo.
¿Y si hablamos de educación? ¿Por qué mezclamos el término felicidad? Porque son términos que se realimentan. El término educar proviene del latín educare y significa extraer lo que está adentro, e implica cuestionar, pensar, crear, emerger... Por lo que la buena educación debe enseñar, también, el camino de la felicidad. La formación es un proceso humano tan antiguo como el hombre. A través de ella, la sociedad transmite sus conocimientos, asentando sus bases, su cultura, sus relaciones, y tratando, siempre, que sus nuevos miembros se integren con igualdad de oportunidades a su sistema.
Desde este punto de vista, un buen proyecto educativo es aquel que integra a todos sus ciudadanos sin distinción de ideología, origen, raza o género, incrementando la satisfacción vital de los mismos. Y en esa tesitura es en la que debemos estar todos los grupos que componemos la "tribu" necesaria para la buena educación de nuestras nuevas generaciones. Esa es la esencia.
El escritor y pedagogo, Xavier Melgarejo, explica que para que un sistema educativo funcione debe contemplar el trabajo coordinado y sostenido en el tiempo de tres grandes estructuras que se complementan entre sí. Estas estructuras son: la familia, la escuela y la plataforma sociocultural de apoyo educativo. Las tres se coordinan y se potencian realizando en cadena una parte del trabajo educativo.
Por ello, no es efectivo que cada estructura trace su camino al margen del resto. Los padres y madres tienen que ir al unísono con la dirección de su centros; y estos, a su vez, con su entramado social. Entendiéndose, colaborando, reflexionando y, sobre todo, confiando unas en las otras. Pues al fin y al cabo, las tres estructuras tienen (y tenemos) el mismo fin.
Ejemplo de comunidades educativas que trabajan de manera coordinada los hay en toda la provincia y sus resultados se traducen no sólo en un mejor rendimiento académico, sino en una transformación social de todo un barrio. La queja no está instalada en sus proyectos educativos, sino que los términos solución y diálogo resumen sus principios. Madres y padres ayudando a aumentar la capacidad lectora del conjunto de alumnos, maestros y maestras que organizan un cine forum para las familias, toda una vecindad cuidando un huerto escolar o decorando los muros de la escuela... ¿Por qué no? La educación no es sólo tarea de la administración.
En este poco tiempo que ejerzo como responsable de educación de la provincia he podido comprobar como algunas de las estructuras que conforman el proyecto educativo al que hago referencia observan a la administración como al enemigo, como a un ente cuya misión es obstaculizar y torpedear. Y eso está lejos de la realidad, aunque no podemos perder nuestra perspectiva, pues nuestra misión es el ser vigilantes con los procedimientos, para que esa educación equitativa sea efectiva.
Y siguiendo el símbolo de las tres estructuras dibujadas por Melgarejo, me gustaría finalizar mis palabras mencionando a gran parte de los actores que las componen: equipos directivos, profesorado, alumnado, AMPAS, monitores de educación especial, personal de administración y servicios, etc. Gracias por vuestro trabajo, esperando que este año que empieza sea próspero para todos.
"La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos" .
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