La Esperanza de la Yedra, coronada

Una grandiosa pontifical de coronación llenó la Catedral hasta sus últimos rincones, prolongándose la misa, intensa y emocionante, algo más de dos horas

La Esperanza de la Yedra, ayer, en su magnífico paso de palio luciendo ya la corona que tiene rango canónico.
La Esperanza de la Yedra, ayer, en su magnífico paso de palio luciendo ya la corona que tiene rango canónico.
Francisco Abuín Jerez

15 de septiembre 2013 - 01:00

A las once y veinticinco de la mañana de ayer Nuestra Señora de la Esperanza fue coronada canónicamente, la tercera imagen dolorosa de las hermandades jerezanas que alcanzan esta Gracia. El obispo ceñía en sus sienes la gran ofrenda de devoción a la Reina de la Plazuela, convertida en brillos de un oro primorosamente cincelado. Fue el gran momento del día y la estampa para la posteridad; la más deseada por los cofrades de la hermandad de La Yedra. Aplausos, emoción, lágrimas y muchos sentimientos contenidos que estallaban de júbilo. Sonaba con fuerza el Himno Nacional y el Aleluya de Handel. Todos miraban a La Esperanza como única referencia de esos momentos postreros de lo que han sido muchos meses de intenso trabajo, desvelos y dura gestión para que todo estuviera a la altura de lo que la hermandad deseaba, para que se convirtiera en un acontecimiento único, irrepetible y para los anales de la historia cofrade, creyente y mariana de la ciudad de Jerez.

Todo debía ser acorde con las ganas e ilusión que desde siempre han tenido los hombres y mujeres de esta cofradía, ver coronada a su Esperanza. Y así fue, en sintonía con los previos vividos en los cultos y actos celebrados hasta llegar al 14 de septiembre.

La misa de pontifical superó los registros, tanto por la asistencia a la Catedral, completamente llena hasta sus últimos rincones, como por el desarrollo de la ceremonia con una liturgia rica y engrandecida gracias a una perfecta organización junto a la inestimable participación en el programa musical del coro y orquesta catedralicios. Sus músicos y voces tuvieron gran parte de la culpa de la solemnidad y grandiosidad alcanzada ayer. Ángel Hortas fue el encargado de dirigir toda la formación musical, con su habitual maestría y saber estar a la altura en este tipo de acontecimientos.

No le fue a la zaga la organización desplegada por la hermandad. Un numeroso grupo de hermanos y de cofrades voluntarios de otras hermandades, asistidos por azafatas, se ocuparon de acomodar a los invitados en sus respectivos lugares, labor nada baladí teniendo en cuenta la misión de situar a alrededor de mil quinientas personas, además de atender el protocolo. En ese protocolo destacaron, en la parte cofrade, la presencia de muchos hermanos mayores de las hermandades jerezanas y de otras localidades, consejo de la Unión de Hermandades, Delegación de Hermandades. En el ámbito civil y militar, el gobierno municipal, que no la corporación porque sólo asistió el PP. Otros políticos, como los del PSOE, sí hicieron acto de presencia para mostrar su felicitación antes del inicio de la pontifical.

También estuvo el Cuerpo Nacional de Policía, la Armada y la Guardia Civil, estos dos últimos hermanos honorarios de la cofradía. En lugares destacados se situaron los padrinos efectivos de la coronación canónica, la alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, en representación de la ciudad, y el ministro de Agricultura, Miguel Arias, en representación de la nación, como decidió la Casa Real en nombre de los Príncipes de Asturias, padrinos nombrados por la hermandad, honor aceptado por Don Felipe y Doña Leticia.

La misa incluyó la liturgia de las grandes solemnidades con el prelado como oficiante principal asistido por el obispo de Gerona, Francesc Pardo, junto a otros sacerdotes situados en la sillería del presbiterio, entre otros, Ángel Romero Castellano, Ismael Maroto, fray Ricardo de Córdoba, Enrique Hernández, Enrique Soler y Juan Jacinto del Castillo, como canónigo de liturgia.

La homilía de monseñor Mazuelos estuvo llena de empatía hacia la gente de la hermandad y con el marchamo de La Plazuela. El inicio ya apuntó ese propósito usando la letra de la bulería que cantó Manuel de la Fragua en el pregón de la coronación, texto creado por José Carlos García Pozo: "Coroná de flores, que yo te quiero, coroná de flores, pal sol que alienta mis frías mañanas. Porque el oro no tiene colores pa la Esperanza que trae tu mirada".

"Coronar a nuestra bendita imagen además de un acto de amor a la Virgen es también reconocer y proclamar la afirmación central de la fe de la Iglesia", dijo el prelado, que recordó que el 14 de septiembre es la fiesta de la Exaltación de la Cruz, haciendo una reflexión en torno a Cristo y la Virgen: "El rostro de la Esperanza nos abre al horizonte de la victoria lograda por el Resucitado". Pidió que todos, especialmente Jerez y el mundo entero, "se dejen seducir por su mirada de esperanza, abran las puertas de sus vidas para que Dios pueda entrar en ellas y de esta forma poder construir un mundo más humano". Proclamó que todos, cofrades y devotos, se dejen amar por la Virgen, "gozad de su dulzura" y "mantened en el barrio de la Plazuela el calor que como una fragua ha encendido de esperanza a todo Jerez". Finalmente, José Mazuelos dijo que la coronación de La Esperanza es toda una oportunidad de renovación "de nuestra vida cristiana y un nuevo aliento en esta siempre necesaria y actual aventura de la evangelización".

Otro aspecto destacado de la mañana fue la gala con la que los asistentes asistieron a la ceremonia. Atendiendo la petición de la hermandad, muchos de los hombres vistieron el chaqué, sobre todo en la zona de protocolo, y las mujeres, en una buena medida, la mantilla española, dándose algo de fresco con los abanicos verdes de la coronación regalados a las señoras al acceder al templo.

Sublime el Ave María que cantó Ismael Jordi mirando a La Esperanza sin que nadie bajo las bóvedas de la Catedral se atreviera ni siquiera a respirar. Y La Esperanza, en su paso de palio rodeada de los oros y verdes de sus bordados y el pálido rosa de las primorosas flores que la rodeaban en un arreglo precioso.

Así transcurrió la mañana dentro de una muy calurosa Catedral. Calor emocional, calor devocional y el calor que acompaña a los instantes que se saben que son amparados por la satisfacción del deber cumplido por las cosas bien hechas. Los hermanos de la Yedra se pueden sentir plenos por lo vivido ayer. El desmesurado trabajo que ha supuesto todo ha hecho posible situar al máximo nivel la ceremonia que una vez más surge del mundo cofrade local.

Al final, el hermano mayor, Ildefonso Roldán, dirigió una palabras de agradecimiento. Embargado por una gran emoción, acentuó el valor de la coronación para los hermanos, para el barrio y para todo Jerez. Rememoró el camino recorrido desde hace tres años, los momentos de dudas, las oscuridades, los brillos y a La Esperanza siempre como guía y faro. No dudó en comprometerse públicamente, él y su cofradía, con las causas sociales y espirituales que les motivan cada día.

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