Espiritualidad práctica
Psicología
Después de una Semana Santa en la que una gran cantidad de personas se encuentran arrastradas por una especie de avalancha espiritual, conviene hacer ciertas reflexiones para obtener algunas conclusiones sobre el sentido de esta espiritualidad. Reflexiones que, lejos de procurar entrar en un análisis de principios o valoraciones de unas u otras religiones, tan sólo pretenden rescatar algunos de los estudios realizados desde la Psicología sobre el impacto que la actitud espiritual tiene en nuestras vidas y en nuestro nivel de bienestar emocional.
Por tanto, sin vincular la espiritualidad a ninguna religión en particular, podríamos decir que las creencias espirituales tienen que ver con el sentido de la vida, con las creencias sobre algún tipo de existencia posterior a la vida o de un ser superior y con el cumplimiento de ciertas normas y valores que surgen en función de dichas creencias.
En este sentido, la mayoría de las investigaciones coinciden en que las personas con sentido de la espiritualidad muestran mayores niveles de bienestar. Por ejemplo, Seligman (2004), uno de los psicólogos más influyentes de los últimos años, incluye la espiritualidad como una de las fortalezas más importantes de las personas y relaciona esta espiritualidad con la apreciación de la belleza, la gratitud, la esperanza y con la religiosidad.
Unas determinadas creencias o principios religiosos pueden proporcionar un sentimiento de pertenencia a un grupo de personas cuyos valores y principios son similares, serenidad al tomar decisiones que vienen en parte determinadas por esas creencias, además de un sentimiento de protección que ofrece ese ser superior en el que se deposita una devoción y confianza absoluta.
Sin embargo, también existen autores que han relacionado la espiritualidad con determinados problemas de salud mental, algunos han descrito casos de personas que creen ser castigados por un ser superior por algún pecado cometido en el pasado. De la misma forma, depositar la confianza espiritual en determinados grupos o lideres con claros intereses particulares, puede llevar al arrepentimiento e incluso a la depresión por haber confiado en quien no lo merecía.
En cualquier caso, estos días de Semana Santa, además de promover estos sentidos de religiosidad y espiritualidad, también sirven para desconectar de las obligaciones y del estrés que nos producen. De esta forma, aumenta el tiempo de descanso, mejoramos el sueño, conseguimos una alimentación más equilibrada, aumentamos la práctica del deporte, el tiempo de ocio para leer o escuchar música y el tiempo para pasar con la familia y con los amigos disfrutando del sentido del humor y de las emociones positivas.
Así que, si queremos que la espiritualidad sea práctica y nos ayude a vivir mejor, podemos considerarla una parte importante de nuestro bienestar siempre que no nos lleve a renunciar a esos otros componentes de nuestro bienestar emocional.
En este sentido, una de las autoras que como psicóloga ha estudiado en mayor profundidad cómo conseguir un buen nivel de bienestar emocional y satisfacción vital es Carol Ryff y ha desarrollado un interesante modelo en el que propone seis cuestiones fundamentales que no debemos olvidar: autoaceptarnos incondicionalmente a pesar de nuestros errores, conseguir el mayor nivel de autonomía posible, trabajar en el crecimiento personal desarrollando nuevas habilidades o capacidades, tener claro algún objetivo de vida, tener dominio del entorno en el que te desenvuelves y, no menos importante, relaciones positivas con los demás que incluyan la práctica de un buen sentido del humor.
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