Estampas jerezanas de los años veinte

Jerez en el recuerdo

Ejercía en el Hospital de San Isabel y también en un centro quirúrgico que se instaló allá por la primera década del pasado siglo en el palacio de Villapanés en la Cruz Vieja denominado: "Policlínica de la Cruz Roja". Su nombre: Manuel Nieto López- Cepero

Estampas jerezanas de los años veinte
Estampas jerezanas de los años veinte
Antonio Mariscal Trujillo

28 de septiembre 2015 - 01:00

Ejercía en el Hospital de San Isabel y también en un centro quirúrgico que se instaló allá por la primera década del pasado siglo en el palacio de Villapanés en la Cruz Vieja denominado: "Policlínica de la Cruz Roja". Su nombre: Manuel Nieto López- Cepero. Era practicante, esa abnegada profesión sanitaria a la que luego llamaron ATS y luego Diplomado en Enfermería. Se contaba de don Manuel que llamaba la atención por sus grandes conocimientos prácticos en medicina y su demostrada habilidad y destreza para suturar heridas, hasta el punto que tras una operación quirúrgica siempre los cirujanos le dejaban que efectuase las suturas, ya que lo hacía con asombrosa rapidez y maestría. Algunos médicos decían que serían capaces de dar algo por poder llevar siempre a López-Cepero en el bolsillo de sus levitas. A pesar de su gran sabiduría y bien hacer tenía fama de hombre modesto y sencillo, siempre con una sonrisa bondadosa para todos con una gran religiosidad por delante. Tan modesto era que muchas veces daba hasta la impresión de estar avergonzado cuando por cualquier causa demostraba su saber ante los médicos con los que trabajaba.

Otro personaje muy popular de aquellos tiempos fue el pintor Montenegro Capel. Un artista bohemio, de mérito indiscutible, al que nadie pudo nunca ordenar, obligar a nada ni hacerlo obedecer. Vivía pintando en sus tablas los rincones jerezanos que se ponían ante sus ojos, obras de las que muchas se perdieron por desconocimiento y escaso aprecio de sus compradores en aquella época, ya que muchas veces las adquirían por lástima para que pudiese comer. Alto, delgado y con aspecto esperpéntico, cobraba por cada tabla unas 4 o 5 pesetas con las que compraba pescado frito para comer y vino para beber, y si le sobraba algo pagaba la cama de una la humilde fonda. Cuando no su cama era un banco de la Alameda Cristina. Fue en marzo de 1929 cuando después de terminar de pintar una de sus tablas en la capilla del Calvario se sintió enfermo y dirigió sus pasos al Hospital de Santa Isabel, allí en una de las frías salas murió sin otra compañía que la monja que lo atendía.

Hubo en Jerez por aquellos tiempos dos afamados calígrafos. Una época en la que casi todo se escribía a mano y casi no se conocían las máquinas de escribir. Uno de ellos fue Manuel Hortas Cáliz y el otro Juan José Armida Gutiérrez. Tenían fama no sólo de ser unos calígrafos excelentes, sino también de grandes dibujantes. Realizaban una gran variedad de trabajos caligráficos desde diplomas, portadas de libros y dedicatorias hasta dibujos a plumilla con estilo tanto modernista como clásico, utilizando variedad de tintas sobre papel, pergamino o cartulina. El primero parece que era más acabado y fino, sin embargo el segundo era mucho más efectista y relumbrante. Extraordinarios los dos y aquí traemos sus nombres para el recuerdo.

Dos periodistas, uno en El Guadalete y otro en Diario de Jerez, destacaban por aquel entonces. El primero, Diego Brocardo, dirigía el Guadalete y escribía en el mismo con un estilo claro y correcto, a veces caustico. El segundo, Manuel Luis Ortega, hombre joven y batallador donde los hubiese, que en muchas ocasiones escribía en clave de humor y que por esta causa se llevó grandes disgustos ya había gente que se lo tomaba en serio. A pesar de ello su popularidad fue creciendo a causa de su atrevida pluma. Fue un escritor y periodista para el pueblo. De esta manera, por ejemplo, daba cuenta en su periódico de la declaración ante la guardia municipal de uno de los implicados en una grave reyerta ocurrida en la calle Nueva:

"Mire usté: atiayé salieron de Jeré dos chavorcillo que habían nicabao varias ovejas. En cuanto se huntaron con sus jambas le naquearon que er "Media Lengüita" se había dío de la muy con el barandipé y por eso los había tenío en chirona. El "Fantasía" le juró por la gloria al Chano que iba a quitá de en medio ar "Media Lengüita, y en cuanto hoy lo mordió se le jechó encima con los siete gatos. Esto es tó el motivo de lo ca pasao".

Otro periodista popularmente conocido como Orteguita, fundó un semanario satírico denominado "Don Fastidio", en el que unas veces con gracia y otras con marcada acidez criticaba los acontecimientos locales y a los políticos de turno. Críticas de las que se llevaban la peor parte el alcalde Julio González Hontoria así como el político radical Manuel Moreno Mendoza quien también publicaba otro semanario titulado "La Idea". Frecuentemente entablaba no pocas polémicas con otros colegas, sobre todo con los de El Guadalete. Polémicas que agradaban al lector, quizás porque tanto antes como ahora la gente llega a aburrirse con los temas de interés y aquello resultaba divertido y entretenía mucho. En su cabecera rezaba lo siguiente:

"No se responde de los originales firmados, ni de la vida de nuestros redactores" En otro ángulo de la cabecera decía también: No se admiten subvenciones, billetes de favor ni estacazos".

Don Fastidio tuvo su redacción en la calle El Carmen nº 10 y se estuvo publicando durante dos años, después parece ser que fue embargado por deudas y Orteguita se marchó de Jerez. Uno años después dicha revista volvió a publicarse, "II Época" rezaba en su cabecera. Esta vez dirigida por un señor llamado Luis Parada. Pensamos que esta segunda época tuvo poca vida, ya que de la misma conocemos solamente un número.

Por aquella época vino al Teatro Eslava una compañía de Zarzuela que se disponía aguantar en Jerez desde el día del Corpus hasta el mes de septiembre. Para atraer al público durante tanto tiempo abrigaban varios proyectos, entre ellos una revista de pronunciado sabor local a la que pondría música el director de la orquesta de la compañía. Le encargaron escribir el libreto a un señor llamado Cayetano Ruiz Sánchez que vio en ello la oportunidad de ganarse unas miles pesetas. De esta manera surgió la titulada "La Ciudad del Dios Baco", obra en la que se hablaba con gracia de muchas cosas de Jerez, tales como el ambiente de los casinos, los periódicos locales, el vino y las bodegas, el ambiente de la calle Larga, tabancos etc. Ya estaban los cómicos estudiando sus papeles respectivos cuando la Compañía se peleó con la empresa del Eslava por cuestiones económicas. De modo que la compañía se disolvió, cada uno cogió por su lado y el Sr. Cayetano se quedó con un palmo de narices y sin aquellos billetitos que esperaba ganar.

Ocurrió que a eso de las seis de la tarde del 24 de abril de 1925, al dúa siguiente de que sus majestades Alfonso XIII y Victoria Eugenia asistieran a los actos de la Coronación Canónica de la Virgen del Carmen. S.M. la Reina mostró repentinamente su deseo de conocer la Cartuja de Jerez antes de partir. De modo que sin aviso previo aparecieron en las puertas del monasterio varios lujosos coches, de uno de ellos bajó la Reina. El guarda, que no se podía esperar aquello, quedó estupefacto y casi paralizado al comprobar quien era aquella hermosa dama que bajaba del automóvil y se adentraba en la iglesia para recorrer el monumento. Al día siguiente dicho guarda, con su natural y espontánea forma de expresión comentaba:

"Ante su vista me quedé inmóvil y sin sentío, porque pa mi aquella señora no podía ser una reina natura, sino la Virgen de la Defensión que vorvía a su casa. Pueden ustedes creé que si me sangran en aquel momento no me sacan ni una gota de sangre".

Como es fácil comprender, el que esto escribe no estaba allí ni conoció a ninguno de estos personajes, pues aún le faltaría un cuarto de siglo para venir a este mundo. Para ello están los viejos periódicos.

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