Fallece a los 83 años Manuel Liaño Pérez
Obituario Manuel Liaño Pérez, un referente en el periodismo local
El prestigioso y popular cronista de la ciudad murió ayer tras más de sesenta años de trabajo incansable a través de los periódicos 'Ayer', 'La Voz del Sur' y 'Diario de Jerez'
"Una buena persona, educado, cabal y con mucho prestigio". Así describen a Manuel Liaño Pérez muchos de sus compañeros y amigos. Un cronista de la vida de la ciudad, que ayer falleció a la edad de 83 años y cuyo funeral será hoy, a las 11 de la mañana, en la iglesia de Los Descalzos. Cientos de personas, entre familiares, amigos y conocidos, se acercaron a lo largo del día al Tanatorio de Jerez para velar el cuerpo del fallecido.
Don Manuel, tal como se le trataba en la redacción de Diario de Jerez, estuvo ligado al mundo del periodismo desde hace más de 60 años, aunque en sus inicios compaginó esta vocación con sus trabajos en Domecq. Se labró en el 'Ayer', bajo la dirección de Alejandro Daroca de Val, luego en 'La Voz del Sur' y finalmente, en este Diario especialmente con su popular y demandada columna 'Desde la calle Larga'. Y es que era muy habitual escuchar a sus lectores asegurar que pasa tal cosa o deja de pasar la otra "porque lo dice Manolo Liaño". Y como ocurre en la televisión, si no lo transmitía don Manuel es que no estaba pasando.
Era, para sus incondicionales, el 'retratista' de la sociedad jerezana, un cronista de época que hizo época y que desgranó a través de sus palabras el transcurrir en el mundo de los toros y la Semana Santa. Temas que eran, como él mismo decía, su pasión. Hay que recordar que fue decano de la prensa taurina, como se le reconoció en los Premios del Círculo Taurino de Jerez 'Juan Luis de la Rosa',
Pero don Manuel no vivió encorsetado en estos asuntos, su amor a esta profesión y su espíritu inquieto, y "atrevido", le llevaron a escribir también sobre fútbol, zarzuela y religión, entre otros. Realizó además entrevistas a los personajes más ilustres que han pasado por la ciudad y por sus instituciones. Así, con el paso de los años, don Manuel se ganó con creces ser un transeúnte imprescindible en los escenarios más peculiares de la ciudad, donde cazaba con su libreta detalles que para los jerezanos pasaban desapercibidos y que luego, reflejaba en sus artículos. Sin duda, crónicas leídas con mucho interés, sobre todo, cuando los protagonistas eran famosos y artistas.
Desde por la mañana muy temprano en la redacción, donde se sentía "muy bien", don Manuel rendía a conciencia fidelidad a la máquina de escribir y devoción a su profesión, hasta que los achaques y el merecido descanso le obligaron a dejar su labor a un lado. Se paseaba en silencio entre los redactores a quienes preguntaba en ocasiones qué temas se traían entre manos. Tal como llegaba, se iba. Sin decir palabra, hacia su casa de la calle Descalzos, cerca de la iglesia. Esos "teclazos", tal como se le denominaba cariñosamente en este Diario a su manera de escribir, han sido durante muchos años la banda sonora del periodismo local.
Don Manuel, que fue hermano de La Coronación, cofradía con la que hizo algunas salidas, y de La Amargura, fue durante muchos años el cronista oficial de la Semana Santa de Diario de Jerez. De hecho, se le ha atribuido gran parte del auge que la Semana de Pasión adquirió en la ciudad a nivel periodístico y el mérito de que de esta fiesta religiosa y de las hermandades se escriba ya prácticamente durante todo el año. Un reconocimiento a esta labor que llegó en 1977 cuando, presentado por Jesús Mantaras García-Figueras, dio el pregón de la Semana Santa en el Teatro Villamarta. También fue pregonero de El Rocío y de la Feria. Ya en el año 2000, los Jerezanos de la Diáspora le rindieron un homenaje como socio de honor, en reconocimiento a su labor, "muy apreciada y valorada por los que vivimos fuera", cuenta su amigo Manuel Fernández García-Figueras.
Nacido en la calle Antona de Dios, don Manuel se crió en Caracuel. Allí vivió hasta que se casó en 1953 con Ana María Barra en San Juan de Letrán. Pasaron sus primeros años de casados en Pío XII y se trasladaron definitivamente a la calle Descalzos 1. Don Manuel era el mayor de cinco hermanos: Pepe, Alfonso, Carmeli y Ángeles, ésta última ya fallecida. Quienes le conocieron de cerca, en su círculo más íntimo, aseguran que era un hombre "austero consigo mismo, pero muy generoso con su familia, de la que le gustaba estar siempre rodeado. Le encantaba sentirse patriarca". Y aunque la vida no le dio hijos, sí le regaló sobrinos, "a quienes admiraba". Su mujer aseguró una vez que don Manuel "vivía dedicado a los suyos. De casa al trabajo y del trabajo a casa, aunque le llamaban para muchísimas cosas. Era entregado y trabajador".
Dicen de don Manuel que era todo "galantería" y que su sombrero, cuando se usaba, no le duraba ni un minuto quieto en la cabeza de tanto saludar por la calle. Una virtud que llevó hasta sus últimos extremos desde su lugar de trabajo en este Diario, que sigue prácticamente intacto, hasta en su propia casa. Una esquina de esta redacción desde la que la vida brotaba a través de los dedos de don Manuel. 'Desde la calle Larga', que su autor dejó de escribir hace dos años por la maldita vejez, siempre se echó en falta por sus lectores.
Aseguran que dejar de escribir fue para don Manuel el principio del fin, la crónica más dura que le tocó afrontar. Desde aquí, el recuerdo a un amigo, esposo, compañero y eterno cronista.
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