Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
Este domingo, recién estrenada la Feria del Caballo de 2017, les proponemos un paseo en el tiempo por el Real, para visitar la Feria de Jerez… de 1917.
Para situarnos en el tiempo, la ciudad cuenta en esos años con 65.000 habitantes y tiene al frente de la Alcaldía desde 1914 a Julio González Hontoria, político con amplia experiencia, quien ya había sido alcalde en otros tres periodos anteriores. Desde 1903, gracias a sus gestiones, Jerez dispone de un parque de ferias que acabaría llevando su nombre. Durante casi dos meses, desde el 7 de marzo, la ciudad carece de suministro de agua al arrastrar la riada el sifón del acueducto de Tempul en La Florida, recuperándose de nuevo de manera provisional el 29 de abril, primer día de feria. La situación económica del Ayuntamiento atraviesa por dificultades y en los días previos a las fiestas, la prensa local se muestra muy crítica con la gestión del alcalde. Varias escuelas nacionales van a ser desahuciadas por impago del alquiler de los edificios y se adeuda también a los maestros desde hace meses parte de su sueldo (1). Los empleados municipales no cobran tampoco sus salarios, aunque para calmar los ánimos se ordena un pago de cinco duros el primer día de Feria. Peor suerte correrán los miembros de la Guardia Rural, que serán cesados en plenas fiestas al solicitar un anticipo de 6 pesetas (2).
Así las cosas, el presupuesto de la Feria de 1917, es relativamente modesto y asciende a 10.780 ptas., tal como se aprueba en la Sesión Ordinaria del Ayuntamiento el 20 de abril, destinándose las mayores partidas al alumbrado del Real y de varias calles (4.000), a la Exposición de Ganados (1.759) o a las cuatro funciones de fuegos artificiales (1.000), por mencionar sólo las más relevantes (3).
Los actos festivos comienzan el sábado 28 de abril por la noche, terminando el miércoles 2 de mayo. Así recogía la prensa local el inicio de la Feria: "En la plaza de Alfonso XII, se quemó anoche una vistosa función de fuegos artificiales, espectáculo que fue presenciado por millares de personas. La banda de música del Hospicio se estacionó en el crucero de las calles Santa María y Duque de Almodóvar, interpretando escogidas piezas de su repertorio. La animación en las referidas vías y en la Lancería duró hasta después de las doce de la noche. En los distintos trenes de ayer llegaron a ésta numerosas personas, tanto de la línea de Cádiz como de la de Sevilla. Durante todo el día presentaron animado aspecto las vías céntricas, viéndose muy concurridos los cafés, círculos y casinos" (4).
Pero la Feria propiamente dicha, aunque tuviera la "inauguración del alumbrado" en la Plaza del Arenal (Alfonso XII) y calle Larga (Duque de Almodóvar), se desarrollaba ya en el parque González Hontoria donde junto al bullicio de las casetas y las atracciones, tenían lugar las principales actividades del programa. Veamos algunas de ellas.
Desde sus inicios, allá por el s. XIII, la Feria de Jerez fue antes que otra cosa, un mercado ganadero. No es de extrañar por ello que, en recuerdo de aquellas ferias medievales y en reconocimiento a la repercusión económica de la actividad pecuaria, la feria jerezana mantuviese durante muchos años entre sus actividades exposiciones, muestras y mercado de ganados. En la de 1917 fue también uno de los "platos fuertes", encabezando el programa de actos en el que se recogía que "en los días 25, 26 y 27 de Abril se celebrara una "" concediéndose valiosos premios por la familia Real, Asociación de Ganaderos del Reino y otros Centros Superiores del Excmo. Ayuntamiento, diferentes Sociedades y personalidades". En el presupuesto de la feria se destinaban 1.000 ptas. con destino a premios para esta actividad (5).
Con anterioridad a su comienzo, el acalde accidental Pedro Díaz López firmaba un bando en el que se regulaban los horarios de acceso del ganado al recinto de la Exposición, que se estabulaba en el Hato de la Carne (en los Llanos de Caulina) y era conducido hasta el Real por la Cañada de la Feria (actual Avda. de Europa). En él se prohibía "la venta en ambulancia de toda clase de artículos" en el Real de la Feria a quienes no hubiese satisfecho el correspondiente arbitrio (6).
La Exposición estuvo muy animada y entre los ejemplares presentados destacaban los lotes de los hermanos Guerrero, con sementales importados de Inglaterra, caballos de las razas hispano-anglo-árabe, hackney, lotes de yeguas para silla y tiro, yuntas de bueyes de raza española, lotes de gallinas de raza española, castellana, negras y de la raza Rhode Island. Fuera de concurso, la Yeguada Militar exponía a los sementales Van Dick y Visir, así como lotes de potros, yeguas con rastra y yeguas "vacías" (7). El Marqués de Casa Domecq participaba con distintos lotes de caballos, de potros, potrancas y yeguas, lotes de ovejas y de gallinas y gallos (8). De gran interés fueron también los lotes aportados por los Sres. Hijos de D. Francisco Perea, con caballos de raza española, potros, así como un hermoso caballo pura sangre árabe: Van Dick III (9).
El balance final de la Exposición tuvo luces y sombras. La prensa reflejaba que debido a la escasez de agua (al encontrarse la ciudad sin suministro) "…notóse la falta de lucimiento de los ejemplares presentados, efecto del polvo que se levantaba en aquellos alrededores (10). Hubo menos participación de que en años anteriores, pero, aun así, el movimiento de ejemplares y de ventas fue notable y uno de los días se da cuenta de que "en el mercado entraron las siguientes cabezas de ganado Caballar (2.423), Mular (1.685) Asnal (818) Vacuno (2.032), Cabrío (1.291), Lanar (2.664), Cerda (1.225)". A modo de ejemplo se menciona como el conocido tratante D. Antonio Muñoz Antoñuelo, compró más de 1200 ovejas (11).
El programa taurino incluía dos corridas: el domingo 29 y el lunes 30 de abril. Unos días antes la prensa informaba que "los novillos del Sr. Villalón llegarán a Jerez por tierra, quedando expuestos en los Llanos de Caulina, la víspera y el primer día de Feria" (12). En la misma crónica se criticaban duramente los altos precios pagados en el coso sevillano: "¡Qué imbéciles! A veinte pesetas han llegado a cotizarse las entradas de Sombra para la corrida de hoy en Sevilla, y a nueve las de Sol. ¿Y habrá desgraciado que pague esas cantidades, por dos horas de espectáculo taurino? ¡Pobre país! No tiene cura" (13). Los toreros Rafael Gómez "" y Manuel Martín Vázquez, se desplazaron desde Sevilla en automóvil la noche anterior, mientras que Julián Saiz "llegó en el correo descendente" (14).
Como muestra del interés que suscitaban las corridas de toros, El Guadalete ofrecía un amplio reportaje de la "primera de Feria", en la que el cronista desplegaba los tópicos al uso: "El Presidente saca el moquero y hacen su aparición las cuadrillas que capitaneadas por "el Gallo", Vázquez II y "Saleri" son acogidas con palmas por las masas... Es el alarde viril de la raza... En los antepechos de los palcos, en las balaustradas y acodadas en ellas, emergen tras el mantón manileño, los bustos airosos y graciales de nuestras gentilísimas paisanas; son sus pechos, sus cabellos, floración de policromos cármenes, tocadas de blondas y de sedas, presentan perfiladas una ancestral silueta, que es nexo y paralelo rítmico, entre la fémina de hoy y aquella maja y señoril de antaño" (15).
Las crónicas de la corrida eclipsan por completo a la que sin duda a la noticia que todo el pueblo esperaba y que el diario despachaba en unas líneas: "Feliz acontecimiento" A las cuatro menos diez minutos de la tarde de hoy ha entrado el agua de Tempul en los Depósitos del Calvario" (16). La feria de 1917, con la llegada del agua, no podía empezar mejor, ya que la ciudad llevaba dos meses sin agua tras la rotura del acueducto de Tempul en La Florida, arrastrado por la riada del 7 de marzo. Por eso no es de extrañar que al detectarse la presencia en el palco del ingeniero Juan Gavala y de su colaborador, el también ingeniero González Gordon, artífices de la reparación del acueducto, el público estallara en una "ovación espontánea y calurosa" que se repetiría al día siguiente. Se rendía así un justo reconocimiento popular a quienes tanto habían hecho por la ciudad (17).
En la "segunda de Feria", el lunes 30 de abril, toros de Villalón para los diestros "", Domínguez y . La prensa destaca que "después de celebrada la corrida de novillos hubo en el Parque, viéndose ocupados aquellos por hermosas mujeres que lucían, en muy escaso número,, prendas que por lo que viene utilizándose en esta tierra, parece que están llamadas a desaparecer. Por la noche acudió numerosísimo público a la feria hasta el punto de llenar por completo las avenidas de peatones. Se quemó una vistosa colección de. tanto particulares como públicas, se vieron muy concurridas. No obstante la aglomeración de público, no ocurrió el menor incidente desagradable" (18).
Como era tradicional, la Feria incluía pruebas hípicas que se celebraban en la donde realizaban habitualmente sus entrenamientos los jinetes de la Yeguada Militar, cuyas instalaciones eran colindantes. Con la denominación de Concurso Hípico Regional, contaba con un Comité de Honor presidido por D. Miguel Núñez de Prado, D. Pedro Nolasco González de Soto y D. Julio González Hontoria. Además de los trofeos y premios en metálico ofrecidos por diferentes instituciones, el Ayuntamiento había presupuestado 750 ptas. para la "adquisición de medallas para el concurso" (19)
En la prueba inaugural -el miércoles 2 de mayo, último día de feria- el primer premio, de 200 ptas., fue ganado por el caballo Cabezal montado por el teniente F. Alcaraz. La prueba Omnium, dotada con premio de 700 ptas., la victoria fue para el caballo Raspón, conducido por el teniente F. León. La crónica social añade que "la mayoría de las distinguidas personas que ocuparon las localidades de preferencia, tomaron el té en la hacienda de San Benito" y recuerda que durante la celebración de las pruebas, "la banda de música del Hospicio que con tanto acierto dirige el competente profesor D. Anselmo Apolo, interpretó el pasodoble "Viva la Jota", el vals Flores marchitas, La Corte del faraón, y otras conocidas composiciones" (20). Como dato curioso, la prensa destaca que ese último día de Feria llegaron a Jerez para visitar La Cartuja una expedición de 65 arquitectos que celebraban el VII Congreso Nacional en Sevilla, guiados, entre otros, por el arquitecto jerezano F. Hernández Rubio. Tras la visita al monasterio les esperaba un almuerzo en el Hotel Los Cisnes. Por la tarde, un recorrido por S. Miguel, la Colegial y las bodegas de González Byass, para regresar a Sevilla en el "exprés ascendente" (21).
El Concurso Hípico, en su segunda y última jornada del jueves 3 de mayo, "con las tribunas muy concurridas de personas distinguidas entre las que se encontraban la inmensa mayoría de las que integran ", vería coronarse como ganador de la prueba "Honor" al caballo La Ina, propiedad del Marqués de Casa Domecq, quien obtuvo la copa donada por S.M. el Rey, siendo montado por el Capitán de Caballería D. Luis Moreno, quien recogió el galardón a los sones de la Marcha Real, interpretada por la banda del Hospicio que amenizó el acto. En la prueba nacional, el primer premio de 500 ptas. se le adjudicó al caballo Tarambana, montado por el teniente Francisco León (22).
Uno de los actos que tradicionalmente formaba parte de la Feria era la conocida Batalla de las Flores. Programada en esta ocasión para su último día, competían en este singular festejo carruajes y automóviles engalanados con flores naturales o artificiales cuyos ocupantes arrojaban ramos, flores, guirnaldas, serpentinas y papelillos. Para incentivar la participación el ayuntamiento había previsto 750 pesetas en premios, correspondiéndole 350 a la carroza más alegórica y artísticamente decorada con flores naturales, 200 al carruaje "más lujosamente adornado y con más gusto", 125 al carruaje o automóvil igualmente engalanado con flores naturales y un cuarto premio de 75 para toda clase de carruajes adornados con flores naturales o artificiales. (23)
La animación de los primeros años de su implantación, en los que nunca faltaban en esta fiesta la representación de las bodegas o de las familias distinguidas de la ciudad, se saldó en esta ocasión con un estrepitoso fracaso ya que la celebración había venido a menos en las últimas ediciones. Eso es lo que se deduce de la crónica publicada por El Guadalete donde se informaba que "La anunciada "batalla de flores" se redujo a ligeras escaramuzas, pues como previamente no se había inscripto ni un solo vehículo, los automóviles y carruajes que concurrieron sólo iban adornados con "modestos ramos" para poder "entrar en acción" según prevenían los programas". Al parecer, durante la celebración de la fiesta imperó un gran desorden por la ausencia de la guardia rural, que días antes había cesado el alcalde. El diario se extrañaba de que no hubiesen ocurrido desgracias personales ya que "numerosos chicos anduvieron poco menos que debajo de las patas de los caballos recogiendo las flores y serpentinas que caían al suelo, sin que nadie procurara retirarlos del peligro". Irónicamente, y continuando con sus críticas a González Hontoria, señalaba que "Constituyó esta fiesta otro éxito para el alcalde, que quien por no recoger los "laureles" que pudieran corresponderle, tuvo a bien no aparecer por el Parque" (24.
El último día de Feria, y a modo de despedida, la prensa local refleja que "por la noche afluyó numeroso público al parque. Las avenidas de peatones se vieron totalmente ocupadas, como así mismo las casetas particulares y públicas". Entre los incidentes curiosos que tuvieron lugar se señala la presencia de juegos ilegales ante la ausencia de la guardia rural, como "multitud de ruedas de las llamadas del 25, donde se ha engañado a los incautos, sin cortapisas que lo impidieran". A las diez de la noche, cuando mayor era la concurrencia en el Parque, "sentó sus reales en el mismo una vaca de leche que emprendió veloz carrera por una de las avenidas de peatones, sembrando el pánico entre cuantas personas deambulaban por aquellas. La gente se refugió en las casetas y, aunque se trataba de una vaca mansa "no faltó quien se despojase de la americana, sin duda para dejar en pañales a Joselito o Belmonte" (25).
Tras el susto de la vaca y como fin de fiesta, igual que ahora, tuvo lugar "una función de fuegos artificiales que fue presenciada por mucho público". El 3 de mayo, un día después de terminar la Feria, El Guadalete publicaba la siguiente noticia: "Desde anoche han dejado de ser encendidas en las primeras horas, la mitad de las farolas del alumbrado público por gas" (26). Menos mal que esto pasaba… hace 100 años. ¡Feliz Feria!
José y Agustín García Lázaro
Consultar referencias bibliográficas y reportaje fotográfico en http://www.entornoajerez.com/
José y Agustín García Lázaro
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