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Fermín, amigo entrañable, por Gonzalo Domecq

Tribuna libre

Gonzalo / Domecq

29 de julio 2016 - 01:00

ES ley natural, en el ciclo de la vida, en la que todos estamos abocados a un declive al final de ella, algo a lo que Fermín, a pesar de su inmensa vitalidad, no ha sido ajeno. No es fácil encontrar a alguien, tan polifacético como Fermín, que haya vivido su vida con tanta intensidad, con tanta actividad, con tantas ganas de vivirla, y siempre, verdadero amigo de sus amigos, compartiendo los buenos momentos y transmitiendo siempre alegría y buenas vibraciones.

Me niego y me resisto a recordarte en tus últimos años, en que la salud ya no te acompañaba como todos hubiésemos querido. Quiero, y así lo haré siempre, recordarte, como buen e importante empresario que fuiste, continuador de la extraordinaria labor iniciada por tu padre, en tu oficina, o en el 'puesto de mando' de Fuente Rey, teléfono en mano, en plena actividad, controlando tus explotaciones agrarias y la ganadería brava, que siempre mantuviste en primera línea, tomando decisiones, sabiendo llevar a buen puerto todas tus empresas, tanto en épocas difíciles como en tiempos de bonanza, que de todo te tocó vivir.

Quiero recordarte como vibrante y excepcional rejoneador, con actuaciones memorables, en las más importantes plazas de España y América, acompañadas siempre de arrojo, vibración, alegría e inmediata conexión con un público, que te mostraba siempre su cariño y simpatía, sentimientos que eran totalmente recíprocos. Nadie olvidará, y te dejará de agradecer como rejoneador, tu desinteresada labor en infinidad de festivales benéficos, y no sólo limitándote a actuar en ellos, sino también, y lo que es más difícil, como organizador, como sucedía en Santander, durante veinticinco años, haciéndote merecedor a la Medalla de Plata de Cantabria.

Pero con tu altísima intensidad de vida, de empresario, rejoneador, ganadero… conseguiste además tener tiempo para ser un excepcional deportista polifacético, demostrando siempre una enorme facilidad y habilidad en actividades tan distintas como la caza, los concursos de enganches, de acoso y derribo, el polo o el pádel.

En todas estas actividades profesionales y deportivas, conseguiste premios, distinciones y las más altas condecoraciones y reconocimientos a toda tu labor a lo largo de muchos años. Pero en verdad, conseguiste mucho más, lo más difícil y más apreciado, algo que no aparece publicado en ningún medio de comunicación, pero sí en lo más profundo del corazón de todos y cada uno de los que tuvimos la suerte de conocerte y compartir la vida contigo: Tener amigos en todos los rincones del mundo y ser querido por todos, como amigo entrañable.

Quiero recordarte, y así lo haré, como afortunadamente tantas veces compartí contigo, de cacería en el puesto vecino, con verdadero afán de conseguir los mejores resultados, en nuestros reñidos partidos de pádel en Fuente Rey, ganando el partido sí o sí, en los tentaderos, demostrando tu arte y conocimientos, en los festivales que tuve la suerte y honor de compartir cartel contigo. Experiencia inolvidable…

Y así te recordaré toda mi vida, porque un amigo como tú no se olvida, se tiene para siempre en lo más profundo del corazón, y aunque no te pueda ver, estarás siempre presente, en el puesto vecino, en el burladero, en el caballo o en el enganche que viene o que va…

Y en la vida, que tan rápida pasa, que viene y se nos va, a mí, mientras me dure, te quedas para siempre en mi recuerdo. El recuerdo de un amigo entrañable, donde los haya. El más entrañable.

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