La pintora de San Fernando Silvia Lermo, Beca Daniel Vázquez Díaz de la Diputación de Huelva
Diario de las Artes
Hace unos días, se inauguraba en la Sala Pescadería de Jerez una gran exposición del artista de Villamartín José Carlos Naranjo, uno de esos jóvenes pintores que ocupan, ya, un puesto importante en el panorama artístico nacional por una obra contundente, de muchísimo calado y portadora de los todos los valores de la gran pintura contemporánea. En la sala municipal jerezana se dieron cita un grupo muy numerosos de artistas, Ana Barriga, Eduardo Millán, Ramón Muñoz, Víctor González, Laura Vinós, Juanma Benítez, Pablo Castañeda, Amara Toledo, Rocío Cano, Elena Núñez, Antonio Sobrino, Manolo Mesa, entre otros; la mayoría muy, muy, jóvenes, que están aportando muchísima calidad a un arte andaluz que se abre expectante a lo mejor de lo mejor. Este grupito de artistas no es nada más que una mínima parte del conjunto de creadores que existe por toda Andalucía.
En estos momentos, las tres Facultades de Bellas Artes están aportando artistas artistas, creadores que son conscientes de su momento y que buscan reflejar un arte nuevo, sin cortapisas, seguro y sin complejos. Todo ello hace que el conjunto del arte andaluz se sustente en un grupo de artistas lúcidos y bien preparados, que manifiestan la verdad de un arte contemporáneo al que, hasta estos momentos, les sobraba muchos ilusorios planteamientos, sin una base sustentante real, bien definida y abierta a cualquier posible desenlace. En definitiva, un arte al que consideramos sabio, alejado de imposturas interesadas y ocurrencias desquiciantes. Ya hemos dicho en numerosísimas ocasiones que estamos en una momento de absoluta magnificencia y que esta realidad debe ser tenida en cuenta, desde todos los sectores, para apostar por un arte que levanta infinitas expectativas.
En este sentido, y para redundar en esta línea de constatación de una realidad que no tiene vuelta de hoja y que nos conduce por el gran momento del arte que se hace en Andalucía, en general y en la provincia de Cádiz, en particular, podemos apuntar lo que ha acontecido en las Becas Vázquez Díaz de la Diputación Provincial de Huelva. Unas becas, creadas hace más de treinta años con el objetivo claro de fomentar la creación artística de los más jóvenes autores andaluces; convocatoria prestigiosa que ha patrocinado, a lo largo de los años, la labor de artistas que, hoy, son ya una auténtica realidad en el conjunto del arte nacional. Dos artistas jóvenes andaluzas han sido las ganadoras: la granadina Rosa Aguilar y la pintora de San Fernando Silvia Lermo. Artista esta que venimos siguiendo desde su magnífica exposición en la Sala Rivadavia de Cádiz y que después, tuvimos la oportunidad de ver en su extraordinaria comparecencia en la galería madrileña My name's Lolita, una de las más importantes del panorama expositivo nacional.
El proyecto presentado por la artista de la Isla de León, 'Entre la sal y el viento', nos sitúa en ese personalísimo imaginario de la autora por el que una serie de elementos extraídos del entorno de la artista son protagonistas de un relato marcado por una realidad que, sin ser mediata del todo, rompe el ritmo habitual de lo que la mirada capta y se adentra en un universo donde todo queda supeditado a una existencia entre lo real y lo imaginado.
La obra de Silvia Lermo, figurativa y llena de los planteamientos formales adecuados, no se detiene sólo en los desarrollos extremos de un realismo exacerbado y efectista; más bien todo lo contrario, crea un universo personal que trasciende más allá de la propia ilustración de lo real. Su pintura descubre a una artista preparada en todos los sentidos; sin vacías formulaciones que no interesan a nadie ni relatos ajustados al simple desarrollo de lo concreto. Se vale de imágenes encontradas, de escenarios cercanos, de elementos que están en el círculo vivo de la artista, sus amigos, los animales domésticos - Silvia Lermo es autora de un especialísimo animalario muy bien definido, que es único, personal e intransferible y una de las señas identificativas de la autora-; con todo ello consigue interponer un paisaje íntimo donde intervienen unos actuantes convincentes, que marcan las coordenadas de una pintura llena de entidad y trascendencia.
No es de extrañar que el proyecto de Silvia Lermo haya destacado. Ella es una artista convencida que ejecuta una pintura que no ofrece resquicio alguno a la duda.
Escribí, en cierta ocasión que 'Silvia Lermo nos hace presente una realidad a contracorriente. Los personajes habitan un mundo silente, casi ajeno a una existencia real, que sólo manifiesta retazos de un universo de recuerdos. La obra conmueve, inquieta, transporta a espacios mediatos que asoman como escenografías de una vida donde la humanidad desentraña acciones que renacen después de haber perdido la naturaleza con lo que fueron concebidas'. No me cabe duda de ello. La artista posee un lenguaje propio; un lenguaje que se aleja de los postulados igualatorios que, tanto abundan en el arte actual; es artista total, creadora consciente que sabe muy bien lo que quiere y que sabe, además, hacerlo llegar de forma personal y única.
La beca Daniel Vázquez Díaz acierta con la designación de esta artista que forma parte de ese grupo activo, importante y lleno de entidad, del arte joven andaluz.
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