Visto y Oído
Broncano
Jerez/El día de San José ya no quedará nadie. Cada mañana, durante todo un año, Sol iba a la hora de maitines a rezar a la Cartuja de Jerez. Fue una crisis de fe lo que la llevó hasta allí. “Dios existe y el demonio también. Ellas me veían cada día, cada día, y otro día... Una de las hermanas se acercó para charlar, sabía que algo necesitaba. No me preguntaron directamente qué me sucedía, me salía de dentro todo lo que me pasaba. Ahora recuerdo ese tiempo como el más feliz de mi vida. Ellas me han ayudado mucho. Su marcha es devastadora para Jerez, para los creyentes y los no creyentes, porque ellas rezan por todos”.
La historia de vida de Sol es una de las muchas que este sábado se podían escuchar en la misa de despedida de las hermanas de Belén, que se marchan del monasterio jerezano tras su llegada el 19 de marzo de 2002. El monumento no es compatible con su carisma de silencio ni tampoco es posible su mantenimiento. Ahora, sus destinos serán México, Portugal, Argentina y Francia, entre otros. Las de Jerez eran las últimas en España y por eso la Iglesia está buscando terrenos para traer de nuevo a la congregación a nuestro país.
Cientos de personas se acercaron a la Cartuja para decir adiós a las hermanas, darles las gracias, llorar con ellas, rezar por ellas. Religiosas de diferentes congregaciones de la Diócesis de Asidonia-Jerez, el obispo, José Rico Pavés; la alcaldesa, María José García-Pelayo, y parte de la corporación municipal, familiares, amigos, scouts (encargados en gran parte de la organización), etc. Durante la ceremonia, Pavés agradeció en varias ocasiones la labor que han desarrollado las hermanas durante su estancia en Jerez, “en este terreno fértil de la Cartuja, donde esperamos que un día regresen. Ese es nuestro deseo. Nada sin María, todo con ella”. También las hermanas, que regalaron su canto durante la misa, tuvieron oportunidad de dar las gracias a la Diócesis y a Jerez “por cómo nos han cuidado”.
La alcaldesa destacó tras la misa su “gran tristeza por que las monjas tengan que marcharse de la ciudad”. La regidora agradeció a las hermanas de Belén sus años de cuidado y dedicación a uno de los principales monumentos del patrimonio, la cultura y el propio paisaje de Jerez. “La Cartuja es uno de los elementos más importantes del patrimonio histórico-artístico de Jerez y el Ayuntamiento de Jerez va a estar siempre para defender, proteger, ayudar y difundir este monumento”, señaló.
“Gracias por vuestras oraciones. Dios es grande”, le dijo un joven a una de las hermanas. Tras concluir la ceremonia, muchas personas se acercaron a las religiosas para agradecer su labor. En algunos de los bancos, se escuchaba llorar.
“Sí, esto es una despedida, pero con la esperanza de que vuelvan”, dijo el capellán Lorenzo Morant, que ha compartido 15 años de su vida, cada día, con las hermanas. “Ellas eran el pulmón espiritual de la ciudad. Han hecho mucho por los demás. Lo que más dolerá es su no presencia aquí. Seguirá habiendo misa los domingos, pero la verdad es que no sabemos qué pasará ahora con la Cartuja”. Por el monasterio han pasado en los últimos 22 años más de una treintena de hermanas. 12 eran las que habitaban el monasterio. El 19 de marzo, día de San José, ya se habrán marchado.
“Lo que más nos entristece es la sensación de desgarro, de dejar este lugar”, dice una de las hermanas tras pensar unos instantes la respuesta a ¿qué es lo que más pena le da ahora mismo? “Pero esto es la voluntad de Dios y la aceptamos”, responde con una sonrisa iluminada. “Hoy es verdad que estamos rodeadas de mucha gente, aunque nuestro carisma sea la soledad. Sin embargo, nosotras rezamos por todos, por toda la humanidad, aunque no lo notéis ni lo parezca. Para eso estamos aquí. Pero hoy te digo también: rezad por nosotras”.
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