Historia de una maleta

Un joven de 20 años, legionario prófugo, sigue encarcelado en una prisión de Londres acusado de portar más de tres kilos de coca en su equipaje ·Su padre defiende a Iván: "Creo en mi hijo; ha sido engañado por una mujer"

J.p.s. /Jerez

04 de febrero 2009 - 01:00

Cuando una mañana de principios del pasado diciembre, Iván, un joven de 20 años del polígono, aguardaba en la sala de embarque del aeropuerto británico de Heathrow la salida del vuelo Londres-Jerez, un funcionario de aduanas le abordó e invitó a entrar en una sala contigua. Feo asunto. Le mostró una maleta e Iván la reconoció como suya. Ante sus ojos, los funcionarios abrieron la maleta, que llevaba ropa sucia y algunas prendas que Iván llevaba como regalo a su padre Manuel. Uno de los policías abrió con un cuchillo los laterales del equipaje, dejando a la vista tres compartimentos que alojaban 3 kilos y 95 gramos de cocaína. El mundo se le cayó encima. Iván fue interrogado durante unas tres horas y durante todo ese tiempo negó que aquella mercancía le perteneciera. Se la habían 'colado', había actuado de correo sin tan siquiera saberlo. Iván Jiménez, de 20 años, fue conducido a la Feltham Young Offenders Institution, un durísimo centro penitenciario situado al suroeste de Londres, con población mayoritariamente joven, cuya única reputación la debe a algunos episodios de racismo entre internos y funcionarios.

Aquí está encarcelado Iván y lo estará hasta finales de abril o mayo, cuando se celebre la vista pública. A Iván puede caerle una pena de diez años de prisión.

A unos tres mil kilómetros de distancia, Manuel Jiménez Millán, un trabajador nato que ha pasado por la hostelería y por todo lo que se ponía por delante, no logró saber hasta días después de la situación de su hijo. Se enteró por un familiar. A los pocos días, se lo comunicó Iván por teléfono.

Iván es hijo de Manolo y Silvia. Viven en una calle de las 'casitas bajas', en la calle Guía. Manuel, ahora con 44 años, casó con 23 con Silvia. Tuvieron dos hijos: Iván y Verónica, que a sus 17 años le ha dado la primera nieta al matrimonio. Manuel está ahora en paro después de una vida dedicada al trabajo. Cuando Iván era adolescente y dejó los estudios, Manuel trató de enderezar su futuro: Acompañó a su padre en algunos trabajos y chapús y cuando ya parecía todo perdido, siguió el consejo de su progenitor e ingresó en el Ejército. Era la mejor elección.

Iván, un chico normal como todos los de su edad, de aspecto grande y fuerte y que acostumbraba a raparse el pelo, realizó con éxito los cursillos de ingreso en la Armada en Madrid. Fracasó su intento de quedarse en la base de Rota, pero consiguió ingresar en el cuerpo de legionarios de Viator, en Almería. En los últimos meses, Iván llegó a soldado. Cobraba unos 1.200 euros al mes y compartía un pequeño piso con otros compañeros de armas. Volvía a su casa en Jerez con cierta frecuencia y apoyaba económicamente como podía. Hasta aquí todo normal. Hasta que apareció una colombiana en su vida.

Manuel Jiménez no conoce ni tan siquiera el nombre de la mujer que, según piensa, tracionó a su hijo Iván. Iván la conoció por internet y su padre cree que, durante un año, estuvieron chateando. Un buen día, Iván, hastiado del acoso al que le sometía un sargento, cayó en depresión, algo nada anormal. Abandonó el acuartelamiento pero no pidió la baja laboral. Cuando los funcionarios comunicaron a Manuel que su hijo había sido declarado como prófugo, Iván ya estaba encarcelado en Londres.

Manuel ha reconstruido la ruta que Iván y la desconocida colombiana tomaron hasta arribar a Londres: Se habrían conocido personalmente, tras horas y horas de chateos en Almería; los dos viajarían luego a Colombia; desde ahí a Nueva York y, más tarde, a Río de Janeiro, desde donde tomaron un avión que les llevó a Londres. En Londres, Iván y la joven pasaron un par de días. Se alojaron en un hotel y, al día siguiente y con el billete en la mano, Iván se dispuso a tomar en solitario el avión que le llevaría hasta Jerez. Hasta que fue detenido por la Policía británica. Ella se quedó en Londres. Nada más se ha sabido de esta extraña mujer.

¿Cómo es Iván? "Un chico normal, como otros, simplemente", dice Manuel. Manuel cree a su hijo a pies juntillas: "Creo en él porque aún sigue manteniendo lo que dijo cuando le detuvieron. Iván llevaba dos maletas, pero la que llevaba la droga se la regaló la mujer en Nueva York. Él insiste en todo éso, pero no le creen. Ni encuentran a la colombiana. Estoy seguro que no sabía lo que llevaba. Me lo duice ´ñel y es mi hijo. Yo creo a mi hijo. Un único delito arrastra Iván: una multa que le pusieron por hacer un botellón. Creo que esa mujer le engañó, se aprovecharon de él, de un niño al fin y al cabo, y ahora se ve obligado a pagarlo..."

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