Humoristas escritores, Primo de Rivera y un pregón mágico
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Alfa: Cuando el ocurrente e instintivo humorista Perich –cuya denominación parece en puridad un pseudónimo pero ni de lejos lo es- publicara en 1970 (noviembre) su libro de máximas titulado ‘Autopista’, el arriba firmante -léase: un servidor- aún no había nacido. Tampoco cuando, meses más tarde, en enero de 1971, lanzará la propia editorial Estela (Barcelona) la segunda edición. Hubo una época -literariamente creativa- en esta España -hoy tan deshuesada- donde se estilaba la escritura humorística de cómicos dados a la estilográfica. O, sin gargantas sañudas, tendentes a establecer una simpática dialéctica del pensamiento a través del golpeo o golpeteo de las teclas de la otrora portátil Olivetti Lettera 32. Al arte de escribir sobre la máquina de ídem se le llamaba “hacer dedos”. Ejercitarlos físicamente. Es decir: aporrear el alfabeto para disparar “como una metralleta de literatura”.
De este cultivo en negro sobre blanco resultaron -brotaron como sombras en la semioscuridad- inapelables genialidades. Lectores un tanto talludos recordarán obras tan celebradas como ‘El diccionario de Coll’. Otro alarde de imaginación superlativa pasada por el tamiz de la comicidad para fecundar toda clase neologismos. ‘El diccionario de Coll’ fue un best-seller de los hispanos años setenta (entre diciembre de 1975 y marzo de 1976 se lanzaron ocho ediciones, algunas de ellas de 15.000 y 20.000 ejemplares). No sé si en la piel del toro entonces se escribía más, pero sin duda se leía mejor. ¿O se leía más y, por ende, se escribía mejor?
Tanto Coll como Perich son -fueron-, en este plano de la metáfora más humor, una especie de sobrinos no reconocidos de Ramón Gómez de la Serna. O, lo que viene a determinar idéntica aseveración, unos gimnásticos sembradores de la pirueta verbal. Entre la greguería y la invención de palabras, tal el personaje entrado en años de ‘La colmena' de Camilo José Cela. Viene a colación la referencia porque, como si de una causalidad -o una sincronicidad- se tratase, acabo de consultar por separado, y al tuntún de mi biblioteca personal, los dos libros referidos. Ambos en estantes nada próximos. Y sin embargo, de mi puño letra, la misma anotación en sus primeras páginas interiores: “Adquirido el 26 de marzo de 2005, Sábado Santo, en El Corte Inglés de Sevilla”.
Este libresco fenómeno de convergencia que me ha bailado entre las manos (dos ejemplares comprados el mismo día, años ha, saltan a la par, desde su verticalidad cotidiana, este pasado viernes) merece al menos -¡nobleza no baturra obliga!- que deleite a los lectores con un par de ejemplos de la escritura de sus respectivos autores. Coll: ‘Espaldachín': “Adj. Dícese de quien practica la esgrima con tal desprecio del contrincante que nunca da la cara”. ‘Flamanco’: “Adj. y s. Natural de Flandes al que le falta el brazo derecho, el izquierdo, u otro brazo cualquiera”. Perich: “Máxima: El tiempo todo lo borra, menos los intereses del préstamo”. “Física social: No sólo se cae hacia abajo, también se puede caer hacia arriba. Depende del cargo que nos den”.
Beta: El doctor en Historia Manuel Ruiz Romero, que es investigador y ensayista de quilates, ha escrito un libro que ningún jerezano ha se pasar por alto: ‘Del franquismo a la reforma. Miguel Primo de Rivera y Urquijo. Una biografía política’. En su contenido -interesantísimo y revelador- abundaré de aquí a nada: con reposado detenimiento: antes bien constato el apunte –el apunte primero- para recomendar fervientemente esta obra -editada por Tierra de Nadie- como regalo de Reyes sin parangón. El regalador acertará con creces doble contra sencillo.
Gamma: Y al hilo de los Reyes Magos: nadie se pierda el Pregón -¡quinta edición ya!- que en honor de sus Majestades de Oriente pronunciará el escritor y académico José Carlos Fernández Moreno este viernes 3, a las 20.30 horas, en la sede de la Academia de San Dionisio. Pongo en sobre aviso a los amantes de la gran fiesta de la ilusión por antonomasia.
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