De Imperio de Jerez a Lola Flores
Cien años de Lola Flores
La Faraona debutó con 16 años en el Teatro Villamarta, en una noche cuyo cartel lo conformaban Custodia Romero, Rafael Ortega, Manolo Caracol y Melchor de Marchena
El 10 de octubre de 1939, recién finalizada la guerra civil española, la joven Imperio de Jerez, de sólo 16 años, se estrenaba en el Teatro Villamarta de su ciudad natal. Era la primera vez que se subía a las tablas del emblemático espacio cultural jerezano y lo hacía dentro de un cartel que encabezaban los bailaores Custodia Romero y Rafael Ortega, que habían estrenado unos meses antes, en junio, dicho espectáculo ‘Luces de España’, en el que contaban siempre con artistas invitados.
En Jerez, Manolo Caracol (entonces Niño de Caracol) y su padre, además del guitarrista Melchor de Marchena conformaban dicho cartel. Cuenta la propia Lola Flores en el libro ‘Lola, en carne viva’ (ediciones Temas de hoy, 1990), de Tico Medina, que fue aquel día cuando conoció personalmente a Caracol:
-Aquí, Manolo Caracol. Aquí Lolita Flores Imperio de Jerez, que está empezando. Una niña que promete mucho y que baila como los ángeles.
-A ver si es verdad, niña, respondió Caracol.
Pero al margen de la anécdota, lo fundamental es que Lolita Flores Imperio de Jerez, como se apodaba entonces Lola Flores, iba a actuar por primera vez en el Teatro Villamarta a sus 16 años.
Su apodo tuvo su origen en la admiración que su maestro, el pianista Nicolás Sánchez, sentía por Pastora Imperio. Lola explicaba el motivo: “Él decía que yo era su continuadora”. El problema de aquel nombre tan extenso era que “no me cabía en los programas de mano, eso era lo peor”.
Aquella tarde-noche, Lola, después de muchas horas de trabajo de su madre, estrenó su primera bata de cola, “blanca y roja con lunares coloraos, por más seña”, asegura en el libro ‘‘Lola, en carne viva’ de Tico Medina.
Como si el destino le hubiese preparado todo, su primera actuación en el teatro Villamarta, “donde no cabía un alfiler”, resultó un punto de inflexión en su carrera.
El Diario Ayer recoge en su edición del día 12 de octubre, en artículo firmado por Don Braulio, que se titula: ‘Una nueva artista jerezana: Lolita Flores’.
“Hoy tenemos que ocuparnos de una joven artista jerezana, casi una niña que anteanoche se presentó por primera vez al público, en el teatro Villamarta. Se llama Lolita Flores y la conocen por Imperio de Jerez. Es de esta ciudad y ni es flamenca ni es del barrio de Santiago. Vio la luz en la calle del Sol, esa vía nuestra que no envidia a ninguna otra por muy popular y castiza que sea...”.
“Cantó con sumo gusto dos pasodobles, denominados ‘Soy de Jerez’ y ‘Lolita Flores’, en los que nos reveló el secreto de donde se meció su cuna”.
El autor de la crónica utiliza una de las letras del pasodoble, ‘Soy de Jerez’, para referirse a ‘Cuna cañí’, el verdadero título del tema que interpretó aquel día Lola Flores, una obra escrita en 1928 por el compositor Ángel Ortiz de Villajos para Pastora Imperio, pero que viene al dedillo a Lola.
“Bailó admirablemente porque eso sí, Lolita Flores baila muy requetebién, unas bulerías, antojándosenos que daba un concierto con sus tacones recortados y pintureros. Culminó el número vistiendo, de singular manera, el traje de lunares de larga cola”.
“La presentación de Lolita Flores, en su bautismo como artista, al lado nada menos de Custodia Romero, de Rafael Ortega, Melchor de Marchena, entre otros, no pudo ser más lisonjera. Auguramos que pronto hablaremos de su consagración como tal”.
Evidentemente, aquel 10 de octubre marcaría el devenir de la carrera artística de la jerezana, una carrera que esculpirían cuatro nombres propios: Nicolás Sánchez, María Pantoja, Javier Molina y Sebastián Núñez.
Nicolás Sánchez Ortega moldeó a Lola en sus primeros años. Cuenta en una entrevista publicada en el Diario Ayer años más tarde que la conoció “en 1934, cuando todavía no era Lola Flores, sino Lolita Flores, una chiquilla del barrio de San Miguel”.
El pianista reconoce humildemente que cuando conoció a la artista “bailaba y cantaba como lo hace ahora”, aunque apostilla que “siempre con completa armonía”.
A la hora de definir a Lola, Nicolás Sánchez la calificaba como “un genio”, destacando que tanto “el temperamento y su estilo peculiar, la han llevado a la cúspide”.
Pero sí Nicolás Sánchez fue la parte más armónica, la más musical, la más flamenca recayó en tres nombres propios: María Pantoja, Sebastián Núñez y el maestro Javier Molina, considerado el creador de la escuela guitarrística jerezana que conocemos actualmente.
A ellos se refiere en una entrevista concedida en 1950 al periódico La Voz del Sur. ¿Quiénes han sido sus maestros de verdad?, pregunta el periodista, a lo que Lola responde:
-“Pues Javier Molina, desde luego, María Pantoja, que me enseñó unas bulerías, y Sebastián Núñez”. No obstante, apostilla: “Claro que a mí me han enseñado pasos y luego yo los he ido desarrollando”.
Sobre este hecho, Angelita Gómez, que también dio clases con María Pantoja y trabajó con Sebastián Núñez, asegura que “Maria Pantoja le enseñaba con los brazos, como moverlos, nos enseñó mucho el soniquete de Jerez, lo que era la bulería para bailar, pero luego estaba Sebastián Núñez el el guitarrista, le enseñaba a escuchar, saber a escuchar, a distinguir los palos, y con Nicolás, como seguir una copla”.
Con todos comenzó a trabajar, tal y como apunta Juan de la Plata en un artículo escrito en Diario de Jerez en 1994, justo después de la guerra civil, como la actuación que llevó a cabo “en el Casino Municipal de Sanlúcar junto a sus paisanos Sebastián Núñez, guitarra, y Juan Acosta, cante, en agosto de 1939”, meses antes de su debut; y también tras su éxito en el Villamarta. De hecho, tras rodar Martingala, y antes de marcharse definitivamente a Madrid, Lola trabajará junto a su maestra, María Pantoja, y varias de sus alumnas en el espectáculo ‘Aires de Andalucía’, que recorrió diversos pueblos andaluces junto al guitarrista Javier Molina, y los cantaores jerezanos Juan Domínguez ‘El Batato’ y Manuel Sánchez ‘El Troncho’.
“Nos vestíamos entre cerdos y gallinas, y poníamos los caballos y las mulas en la puerta para que no entrara nadie. Un día, la bailaora principal no pudo hacer función porque una cabra le había comido un zapato y tuve que salir dos veces”, cuenta en una de sus entrevistas.
Justo antes de emprender su marcha a Madrid a principios de los años 40, Lola actuará, el 28 de diciembre de 1939, en el desaparecido Teatro Eslava de Jerez (en una función a beneficio de los niños de las casa de huérfanos y del Hospicio) acompañada de Sebastián Núñez a la guitarra en primera instancia, y posteriormente, haciendo pareja de baile con Antonio de la Rosa y con el piano de Nicolás Sánchez en el bailable de la zarzuela ‘Los claveles’.
Esta misma función la repetiría el día 1 de enero de 1940, de nuevo con carácter benéfico pero en esta ocasión para recaudar fondos para el Sanatorio de Santa Rosalía.
Madrid esperará a partir de 1940 a la jerezana, que comenzará a dibujar su propia carrera.
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