Jerez es una de las ciudades de España con más bingos ilegales
La provincia de Cádiz es la que más salas de este juego (10) ha perdido en la última década El sector acusa a la alta fiscalidad andaluza y a los locales ilícitos de los pésimos resultados
La ciudad de Jerez es un caso tipo de la caída en picado del negocio del bingo en Andalucía. Hasta cuatro salas tuvo la ciudad, las cuales se ubicaban en un conocido casino, en el Mamelón, en la calle Medina y en la calle María Antonia de Jesús Tirado. En la actualidad sólo se mantiene una, la última de las enumeradas, junto a la céntrica barriada Pío XII. Las máquinas tragaperras que se ubican en la antesala permiten a la clientela jugar con discreción y ayudan al negocio a seguir vivo en un contexto económico que no es precisamente el más idóneo.
No en vano Jerez tiene una de las tasas de bingo por habitante más bajas de España. No en vano, los estudios dicen que habría mercado para dos salas pero sólo sobrevive una. En la actualidad, y según asegura Fernando Luis Henar, presidente de la Asociación Andaluza de Empresarios de Bingo (Asaebin), la ciudad tiene una tasa de un bingo para 212.26 habitantes. Tan sólo se le acerca Málaga, con una ratio de 188.971 personas. la media andaluza es de 200.055 personas por sala. Jerez, como se ve, está por encima.
La clave, dicen los empresarios, está en los bingos ilegales que les restan clientela así como en la alta fiscalidad. "Jerez es la ciudad de España con más bingos ilegales".
Son los propios empresarios quienes ejercen de improvisados investigadores privados y van recorriendo los locales donde se juega de forma ilegal. "Además es que es público y notorio donde se juega de esta forma, tan sólo hay que preguntar y se sabe dónde y cuándo se juega". Es por ello que los contactos con la Policía Autonómica son constantes. "En Jerez se juega sobre todo en una peña y en los salones de una hermandad de penitencia, pero también en asociaciones de todo tipo". En la primera se sigue jugando no así en la segunda, donde en el tablón de anuncios cuelga una propuesta de sanción por 10.001 euros. Fue suficiente para que desistieran.
Desde la propia hermandad se reconoce que lo hacían "como un servicio a las señoras del barrio", que se jugaban unos céntimos mientras se tomaban el café. "No había ánimo de lucro alguno". La propuesta de sanción fue suficiente para que cejaran en el empeño. Igualmente se han detectado casos en bares de populares barriadas como Vallesequillo. La ley es la ley y con apostar un céntimo se está transgrediendo.
"Tal y como está la cosa un solo cliente que juegue de forma ilegal nos duele", apunta un empresario del sector.
A nivel nacional, cabe destacar que la mitad de los bingos que han cerrado en España en los últimos doce meses lo han hecho en Andalucía. Fernando Luis Henar, presidente de la Asociación Andaluza de Empresarios de Bingo, incide en que la alta fiscalidad mata al sector en Andalucía. El declive es claro. El juego social por excelencia está de capa caída en la comunidad mientras en otras regiones vive mejores momentos. "La crisis -apunta Henar- ha sido lo principal aunque hay un factor añadido digno de un análisis detenido. ¿Por qué los bingos caen en unas regiones del país y en otras no?". Según indica "otras comunidades han ido ajustando las normativas, elevando la cuantía de los premios para compensar la caída de clientes, lo que les ha ayudado a recuperar ventas. Si no se ajustan estos parámetros -analiza- si la coyuntura económica te provoca una caída que debía ser de dos o tres puntos ésta pasa a ser, como es el caso, de seis o siete".
La solución pasa, según la organización empresarial Asaebin, "por reducir la fiscalidad. En la actualidad el 57% del ingreso neto que se hace la caja se destina a tasa fiscal de juego, cuando en otras como Madrid están al 40%. Esa fiscalidad más baja hace que haya mayor retorno de premios, lo que ayuda a que los clientes estén más tiempo en la sala. Pedimos una fiscalidad productiva, es decir, una fiscalidad que ayude a mantener la actividad, no para obtener un mayor margen empresarial".
La actual fiscalidad andaluza está provocando serios problemas en el sector, como una gran pérdida de puestos de empleo como en adelante se verá. "Esta situación nos ha colocado con retornos bajos de premios lo que provoca que los bingos ilegales crezcan. Necesitamos un cambio normativo, que haga que el juego sea más interesante".
Sobre la legalidad andaluza en lo que a bingos se refiere, Fernando Luis Henar asegura que "la compartimos completamente". No en vano, en Andalucía no se permite jugar 'con dinero' fuera de los locales con licencia. Otro asunto bien distinto es la ya comentada fiscalidad, "en la que Andalucía no ha hecho absolutamente nada. Se han cerrado ocho salas en los últimos 12 meses y son la mitad de las que se han cerrado en toda España. Es un dato significativo".
Siempre, en frente, está el problema de los bingos ilegales, "unos nichos de ilegalidad que se reducirían si hubiera mejores condiciones. Si no evoluciona la normativa los actuales bingos legales acabarán cerrando y se jugará de forma ilegal, porque la gente, y es algo que hay que tenerlo muy claro, seguirá jugando. Si no eres competitivo los nichos de ilegalidad seguirán creciendo. Actualmente, estamos en manos de la Junta".
El bingo es una de las máximas expresiones del denominado juego social, pues ha sido practicado en casa desde la más tierna infancia por generaciones de andaluces. Hasta el 31 de diciembre de 2013 quienes jugaban al bingo en peñas, bares, círculos e incluso salones parroquiales sabían que el dinero por partida no podía superar determinada cantidad (doble del sueldo diario según el salario mínimo), la cual iba se bajando conforme se endurecían los reglamentos, pero el 1 de enero de 2014 todo cambió: jugar apostando dinero fuera de un recinto habilitado quedó prohibido. Las multas van de los 10.001 euros hasta los 600.000. Y es que se han encontrado bingos ilegales que tenían un movimiento anual de 1,4 millones, como fue el caso de uno contra el que la Policía Nacional adscrita a la Junta actuó en Villamartín.
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