Joaquín María de Goñi y San Juan (1772-1834). Brigadier de la Armada Española
Historia
La odisea de la fragata La Pronta
Me acerco de nuevo a las acogedoras páginas de Diario de Jerez para relatar las aventuras de otro de mis parientes de la antigua familia de los Goñi, D. Joaquín María de Goñi y San Juan, marino de guerra que alcanzó el empleo de brigadier, nivel situado entre los generales de la Armada, luego transformados en almirantes.
He desarrollado su interesante trayectoria en el último de mis libros de la serie “Historias, Mitos y Leyendas de los de Goñi”, publicados en Amazon, en los que quiero rescatar del olvido entre los muchos personajes destacados de mi familia aquellos que pulularon por estas tierras.
Joaquín María Goñi había nacido en Corella (Navarra) en la noble cuna del Palacio de Goñi, hoy en ruinas. Residió, se casó y murió en Cádiz, puerto de la que llegó a ser su capitán cuando aún era unos de los más importantes del mundo. Obligado punto de amarre de las naves que partían o regresaban de las colonias.
Participó destacadamente en las principales batallas navales que España libró contra las grandes potencias de su época, que fueron muchas, como en la Isla de Trinidad en donde a las órdenes directas de Apodaca hubo de quemar la flota sitiada para que no cayera en manos de los ingleses. En la batalla del Cabo Finisterre en 1805 donde esta vez se infligió una grave derrota a los ingleses a pesar del mal comportamiento del almirante francés Pierre Villaneuve que ya mostró la 'patita' de ineficiencia o cobardía que sería causa en octubre del mismo año del desastre de Trafalgar en donde Joaquín María Goñi luchó en el navío Príncipe de Asturias a las órdenes de Federico Gravina, que fue el barco que mejor se comportó en la batalla. También en la Batalla de Chiclana en 1811 por la que fue condecorado y en el bombardeo del Trocadero en 1812.
Y muchas otras acciones en mar y en baterías de tierra, en España, América y costas Mediterráneas, imposibles de resumir en este necesariamente breve artículo.
Participó o estuvo al mando de misiones especiales de diplomacia transportando a embajadores, desembarcando tropas en costas enemigas, participando con la marinería de su barco en sofocar rebeliones, transportando importantes capitales en oro y plata para las exhaustas arcas del Rey mermadas por las continuas guerras, comandando las Fuerzas Sutiles, que eran unos barcos pequeños y rápidos para dar golpes de mano al enemigo o proteger las costas de los contrabandistas.
Al frente de cañoneras, unas pequeñas barcas armadas con un cañón, invento español que causó sorpresa e importantes bajas en el enemigo. Levantando mapas de puertos y costas de interés estratégico y un largo etcétera de acciones complejas en unos mares y océanos que aún eran como un lago interior de un Imperio Español al que ya le sonaban las trompetas de su Apocalipsis.
Otro aspecto de su intensa vida fue que mientras luchaba contra los franceses en la defensa del Cádiz asediado durante la Guerra de Independencia, se implicó en la compleja política de la época como un ilustrado liberal que aportaba cosmopolita modernidad en aquellos tristes años en que España volvió a caer en el oscurantismo de las supersticiones religiosas, la restaurada Inquisición y las superadas leyes del antiguo régimen bajo la infame monarquía del “deseado” Fernando VII, que las quiso imponer sin éxito en un mundo que ya no era el mismo tras la Revolución Francesa y la Independencia de los EEUU, acciones que contribuyeron decisivamente en la pérdida del Imperio Español.
Como consecuencia del absolutismo violento que emprendió este nefasto Rey, Joaquín María fue encarcelado y quedó inactivo durante 5 años en que estuvo fuera de servicio, lo que entorpeció su merecido ascenso que otros compañeros de su misma promoción pero menos comprometidos obtuvieron con menores méritos profesionales.
Ya nos hacemos una idea de las actuaciones de Joaquín María de Goñi como oficial de la Armada en tantas batallas y como político en otra vertiente no menos arriesgada para sus intereses. Otra faceta de su compleja actividad muy comprometida como era escoltar a los convoyes de buques mercantes en las peligrosa travesías cruzando el Atlántico infestado de piratas. Voy resumirles unos de estos viajes comandando la fragata La Pronta en un complicado viaje que fue una verdadera odisea. En entrecomillado he copiado frases de su informe por la frescura de conocer los hechos de primera mano.
Las fragatas, un invento español, eran buques de tres palos, más ligeros y versátiles que los pesados navíos de línea que formaban el núcleo principal de las escuadras de vela. Imaginen un barco ligero del tamaño de un edificio de 15 a 20 plantas con 225 tripulantes, 40 cañones, alimentos y agua, navegando en el mar a merced de los vientos, los enemigos y los piratas, durante meses.
La prensa de la época dio el anunció: el 30 de agosto de 1820 partirá de Cádiz el convoy formado por 16 barcos mercantes con destino a Puerto Rico, Veracruz en México y La Habana en Cuba. El convoy estará escoltado por la fragata La Pronta al mando del experimentado capitán de navío D. Joaquín María Goñi, con el apoyo de la goleta La Galga, un pequeño buque con 10 cañones.
El 6-12-1820 el convoy llega a Veracruz sin contratiempos. Iba a continuar viaje de inmediato pero surgen problemas que el propio Joaquín María Goñi nos relata en su informe que alargan la estancia en Veracruz: “El Tribunal del Consulado de Comercio sosteniendo la pretensión de algunos consignatarios me pidió la detención hasta el veinte y nueve, y yo accedí”.
29-12-1820. Primer intento de Partida de Veracruz: “En ese día estando la brisa entablada, se principió la salida, pero sin haber rebasado los barcos, entró un fuerte Norte que obligó a cada embarcación a tomar su partido, unos arribaron (regresaron) al puerto, y otros más adelantados siguieron, y la Galga tomó el fondeadero de Sacrificios (pequeña Isla próxima al puerto), en el que perdió una ancla y cable y picó el palo de trinquete; luego que el tiempo lo permitió le envié todo auxilio y fue conducida al puerto”.
Mientras se realizaba las reparaciones de La Galga en Veracruz, acontece un levantamiento de insurgentes en el cercano pueblo de San Diego que obligaron al gobernador a enviar una expedición militar con toda la guarnición de que disponía para sofocarla. “Los Alcaldes y Síndicos de la ciudad me pidieron los auxiliara con parte de la Guarnición de la Fragata y de acuerdo con el Gobernador desembarque dos Sargentos, tres Cabos y veinticuatro soldados, servicio que se consideró importante en aquella situación”. Aporta escrito de agradecimiento.
26-1-1821. Parte por fin de Veracruz dando escolta a seis buques. Los vientos lo acercan a la Isla de Tortuga, conocido nido de piratas: “El diez y seis pique sonda por cuarenta brazas en Isla Tortuga y como a las diez de la mañana entró un Norte fresco, que muy luego roló al Oeste recio, me alejé con fuerza de Vela y ya fuera de sonda pase la noche capeando con trinquete y gavia con dos rizos.” Imaginen lo que hubiese ocurrido si encalla en Tortuga.
17-2-1821. La Habana, otro incidente: “El diez y siete por la mañana roló el viento al primer cuadrante e puse rumbo a este Puerto (Habana), a las dos de la tarde descubrí el Morro y maniobré para tomar el fondeadero. El viento era flojo y como del N-N-E con mucha mar próximo al Morro. Recibí por la banda de babor al Práctico del Puerto, José Oliva, que desde su bote mandó arribar. Estaba con gavias y juanetes que quedaron sin viento por el abrigo del Castillo, en tal estado de la mar como a las cinco el buque tocó alguno de los bajos y varó (encalló) de popa en el largo de la laja. En el momento descargué el trinquete, se pasó a proa alguna Artillería y toda la gente (acciones para hacer contrapeso y levantar la popa), con lo que en pocos minutos salió la Fragata, habiendo perdido el timón y con una vía de agua por la quilla resultando hacer diez y ocho pulgadas de agua por hora. ….La reparación ha sido más larga de lo que se creía, por haberme encontrado podridos todos los cucharros (armazones de madera que sujetan las tablas de popa), sin embargo el trece de ese mes se tumbó (el barco) sobre estribor y se trabajó con mayor actividad de forma que yo creo estar pronto a navegar para mediados del próximo Abril”.
28-4-1821. Dificultades por el excesivo número de barcos mercantes del convoy: reparada La Pronta se iniciaron las actividades para el regreso a España del convoy. Se presentaron más de 50 navíos mercantes para ser escoltados. Como resultaba muy escasa la protección de este gran contingente variopinto que podría fácilmente disgregarse. Joaquín María Goñi, como comandante del Convoy, solicitó al comandante del Apeadero de la Habana algunos buques de guerra adicionales. Este solo pudo aportar dos naves, la corbeta Ceres (de 24 cañones) y el bergantín Jacinta (de 5 cañones), que habrían de regresar al alcanzar los 70º Oeste de Cádiz para no desproteger demasiado tiempo La Habana que quedaba sin defensa.
En medio de la travesía, La Galga tuvo que ponerse a la capa (parada al pairo). Por un fuerte viento del sur con mar gruesa y cerrada de agua, La Pronta y el bergantín Jacinto siguieron su derrota con veintiséis embarcaciones del convoy.
Los sucesos que ocurrieron ya próximos a España dieron la razón a Joaquín María Goñi, que quizás debió negarse a partir en esas condiciones tan precarias de fuerzas ya que tantos buques requerían más escolta. Por esta causa la embarcación mercante Infanta de España María Francisca de Asís, se separó y fue apresada cerca de Cádiz por un corsario enemigo.
El 7-6-1821, Joaquín María Goñi arriba a Cádiz con La Pronta, descargando: "...2.805.504 pesos mejicanos, 6.000 en monedas provinciales, 77.632 onzas de oro, 22 barras de plata, 802 marcos de plata labrada para S.M.". Según el Diario Marítimo de la Vigía de la misma fecha.
Fueron realizadas acusaciones contra Joaquín María y el comandante del Apostadero, que dieron lugar a varios Consejos de Guerra que, aunque reconocieron el buen proceder de ambos oficiales que quedaron libres de cargo, se prolongaron varios años por la necesidad de aportar documentación desde América.
Joaquín María Goñi se reintegró a sus actividades en la Armada como brigadier sorprendiendo su entereza, conocimientos técnicos y cumplimiento del deber, una constante en la familia Goñi que he apreciado en muchos de sus destacado personajes en sus más de 1.000 años de existencia.
Falleció en Cádiz de una apoplejía el 29 de Junio de 1834 con 62 años.
No hay comentarios