Juegos y canciones de los niños que ahora son abuelos

Jerez, tiempos pasados por Juan de la Plata

Los niños de mediados del pasado siglo eran, indudablemente, más creativos que sus nietos, los niños de ahora, a los que todo se les da hecho. Y, además, mientras que los de ahora juegan en casa, sus abuelos lo hacían en calles y plazas, contando para ello con una serie de preciosos juegos tradicionales, ya desaparecidos

Juegos y canciones de los niños que ahora son abuelos
Juegos y canciones de los niños que ahora son abuelos

Imaginemos que estamos en el año 1947, o en 1950. Años más o menos. Tiempos en los que quienes ahora son abuelos, eran muchachos de diez, doce o quince años de edad. Niños del Jerez de mediados del pasado siglo, a los que se les veía jugar y cantar, alegremente, por nuestras calles y plazas.

Cuando salíamos del colegio, lo primero era hacer la tarea, merendar y salir pitando para la calle, con el aro o la pelota, para jugar con los amigos del barrio. Otros llevaban el trompo con puya de acero, o sus bolindres de barro de colores y sus bolas, para jugar al trinca o al careo, con las cajetas de cerillas, las cintas de películas y los envoltorios de caramelos de la fábrica de Miguel Ríos, de la calle Caracuel, como premios. Verdaderos inventos de los niños de posguerra, junto con los cromos de Nestlé, y los de las primeras películas de Walt Disney -Blancanieves, Pinocho, etc -, que también se cambiaban en el mercadillo infantil que, los domingos y festivos, se organizaba delante del Teatro Villamarta. Un mercadillo donde se intercambiaban toda clase de tebeos y programas de cine de las películas que se proyectaban en las tres salas de estreno de Jerez, que eran el Villamarta, el Maravilla, y el Salón Jerez.

Los niños de ayer que ahora son abuelos, jugaban además a la billarda, a sal que te vi, a raura, a máquina de coser, a guardia, etc., cuando no al futbol, con aquellas pelotas de trapo confeccionadas por ellos mismos.

Otras veces jugaban a borricate, también llamado salto la comba, y al salto de las papas, o a la piola, que era uno de los más populares, también conocido como juego de la bellota, por aquella retahila que se canturreaba al saltar, y que empezaba diciendo: "A la bellota / tiene la barriga rota. / ¿Con qué se la curaremos? / Con un palito que le demos /…" O, con esta otra retahíla que empezaba diciendo "A la una, la mula; / a las do, el reló; / a las tre, sin perdé; / a las cuatro, el gato; / a las cinco, te la jinco; / a las sei, el espolón del rey"… El espolón era lo que vulgarmente se llamaba "un espolique", o pequeño golpe en las posaderas que, el que saltaba, daba con el pie al que estaba agachado.

Esos eran algunos de los numerosísimos juegos de los niños de hace sesenta, setenta años, en el Jerez de mediados del siglo XX. Pero las niñas no se quedaban atrás, porque también tenían sus propios juegos, que no todo iba a ser jugar a las casitas con sus muñecos y cocinitas. Porque ellas también ocupaban su propio espacio en las plazas y calles jugando a la rueda, rueda; al tocaté; o a qué es ese ruido que anda por ahí; al recotín, recotán; al pase mi sí, pase mi son, por la puerta el corralón, a la gallinita ciega y, entre otros muchos más, a "tengo una hermana tonta, / ¿verdad que sí? / Sí. / La mandé por calabaza / y me trajo perejil; / ¿verdad que sí? / Sí. / Rosa con rosa, / florida y hermosa, / escoja usté la más preciosa"… Y la enagua de exploradora, con el final de:

"Pase mi sí / pase mi só / por la puerta el corralón". Incluso la piola femenina, que ellas llamaban el juego de las "enclaras", aún no sé por qué; y que las niñas al saltar iban diciendo: "La primera, la moreno; / la segunda, San Fernando; / la tercera, Santander; / la cuarta, culá que te parta; /... Lo mejor de los juegos de las niñas era que todos se acompañaban con canciones infantiles, realmente preciosas, y algunos romances. Como "El capitán sevillano", al que "siete hijos le dio Dios / y tuvo la mala suerte / que ninguno fue varón", y "un día la más pequeña / le llamó la atención: / Padre, me voy a la guerra / vestidita de varón…" O cantando a voz en grito "Don Melitón", o "Dónde va el negrito / con ese farol"; "El hermanito" y tantas otras, entre las que se llevaban la palma "El romance de la reina Mercedes"; "Arroyo claro, fuente serena", "Las tres cautivas" y "Palomita blanca, reblanca", entre otras, imposibles de olvidar, pese al tiempo transcurrido, en que todas han ido cayendo en el olvido, porque se ha roto la cadena de transmisión, en la que las madres eran eslabones indispensables para que continuase la tradición.

Juegos y canciones de las niñas y los niños de ayer, que no han llegado a los de hoy, porque otros juegos y canciones, menos locales y más universales, han pasado a ocupar su atención. Y nos parece bien que nuestros hijos y nietos se adapten a los tiempos modernos; pero sin que nunca se hubiera olvidado el folclore infantil de nuestro pueblo, en el que los niños jerezanos vivieron inmersos durante los pasados últimos siglos; especialmente el XIX y el XX, en que los juegos y canciones tuvieron su mayor apogeo; auténticos siglos de oro, enriquecidos con cuentos infantiles de fama universal - La Sirenita, El patito feo, Caperucita roja, La bella durmiente, Blancanieves y los siete enanitos, etc. -; y canciones que forman parte de nuestra memoria colectiva y que jamás debieron de perderse, porque eran auténticos tesoros.

Juegos y canciones que, algún día, alguien debería de encargarse de recoger en disco, y salvarlos de su total desaparición; como ya nosotros hicimos en el año 2002, recogiéndolos en nuestro libro "Juegos y canciones infantiles en el Jerez de mediados del siglo XX". La idea se la brindo a Cajasol, para que vaya pensando en hacer una colección que puede ser tan interesante como la de los discos de villancicos "Así canta nuestra tierra en Navidad", y que lo mismo que, gracias a ellos, se recuperaron tantas canciones navideñas y coplas de Nochebuena, también se pueda ir salvando todo ese valioso y bellísimo conjunto de preciosas voces infantiles, que, en tiempos pasados, inundaron nuestras calles y las del resto de Andalucía con su ingenio y su gracia inocente y sencilla.

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