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Laboratorio y razonamiento abstracto

Cerebros en toneles

Laboratorio y razonamiento abstracto
Juan Carlos González García

18 de octubre 2016 - 01:00

Hace unos días aparecía en este periódico un artículo titulado "El Bachillerato pierde en una década el 11% del alumnado de ciencias". A lo largo del texto, se analiza lo que está ocurriendo. Francisco Javier Pérez Cáceres, creador del programa PIIISA, lamenta el abandono de la formación práctica en los institutos. Los alumnos van muy poco al laboratorio. No ponen en práctica el método científico. Ésta sería una de las causas de la ausencia de vocaciones científicas.

El programa PIIISA tiene como objetivo "mostrar a los estudiantes de secundaria qué es la investigación y cómo se realiza. Los estudiantes tienen la oportunidad de involucrarse en proyectos liderados por científicos de reconocido prestigio, y conocer de primera mano en qué consiste el método científico y cómo es el proceso de investigación, algo que les permitirá explorar su posible vocación por la carrera científica". En la página web del programa (www.piiisa.es) leemos que el proyecto PIIISA surge de la colaboración entre la Delegación de Educación en Granada, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Granada (UGR).

¿Cómo llegan nuestros alumnos a la universidad? ¿Qué carencias cognitivas muestran los jóvenes cuando inician los estudios superiores?

José Ramón Ramos Barrado, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Málaga dice en ese mismo artículo: "La percepción general es que los alumnos llegan cada día con peor nivel en Física y, sobre todo, en Matemáticas. No saben calcular, resolver problemas y lo que es más grave, no han desarrollado la capacidad del razonamiento abstracto. La ciencia se basa en la abstracción a partir de la observación de la realidad". Y añade más adelante: "Es fundamental; la experimentación introduce rigor en la medida y el cálculo. Ahí se cultiva la simiente. Es el lugar donde se despierta el interés y la afición".

Razonamiento abstracto y experimentación. Abstraer es la capacidad que tenemos los humanos de separar, por ejemplo, una propiedad que tienen en común múltiples objetos. Somos capaces de captar la estructura formal de un objeto o de un proceso. Utilizamos variables, símbolos formales. Y reconocemos modos generales de argumentar. Así, pensamos a través de conceptos y construimos teorías. La experimentación, por su parte, implica primero pensar, elaborar hipótesis y luego saber qué aspectos de la naturaleza debemos transformar, medir y cuantificar. La precisión en la experimentación viene acompañada del rigor en el razonamiento abstracto y en la capacidad de utilizar conceptos, unidades de medida y, por supuesto, la matemática.

Esta capacidad de razonamiento abstracto la desarrollamos a través de muchas materias: matemática, lógica, física, química, lingüística, dibujo técnico, filosofía, música, etc. En los criterios de evaluación de nuestras programaciones aparece reflejada esa importancia de los procesos formales y abstractos.

Sin embargo, vivimos en una sociedad icónica, donde lo abstracto es sinónimo de alejado de la realidad, oscuro, estático y poco moderno. La sociedad icónica nos aboca a una vida mental ceñida a lo concreto. Hay imágenes hilvanadas a modo de narración, pero todo concreto. Hileras de imágenes, microhistorias que no van más allá de sí mismas. Aunque pudieran hacerlo, la velocidad con que aparece la siguiente evita que suceda. La velocidad de los datos nos impide despegar, elevar el vuelo del pensamiento. No nos dejan tiempo para separar, abstraer, ni para relacionar, generalizar, inducir o deducir. Lo concreto, sólo lo concreto.

En esta sociedad icónica también se banaliza el concepto de observación. La experiencia fragmentada, sin teoría, nos entretiene, nos embelesa y nos paraliza. La experimentación en el laboratorio resulta una tarea muy tediosa: exige razonar antes de observar, imaginar antes de transformar, y volver a pensar tras anotar. La burbuja icónica, además, nos aleja de la naturaleza, de la complejidad de la materia, de la medición directa, y nos ofrece a cambio una ficción pasajera.

Si se debilita nuestra capacidad de abstraer y de formalizar, también se apaga la creatividad, la capacidad de utilizar analogías y metáforas. Deberíamos reflexionar sobre el uso de la imagen en el aula. Las pizarras digitales nos ofrecen un potencial enorme. Y nos ahorran mucho tiempo. Aunque resulte más árido para el alumno, hay tareas que no deben desaparecer: escribir, pensar, leer, mezclar, pesar, medir, dibujar, calcular, argumentar, imaginar, formular hipótesis, formalizar, generar y relacionar conceptos…

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