Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
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Coeducación
De pequeñas siempre jugué con mi vecina Carmen, nos lo pasábamos tan bien… Las dos teníamos muchas cosas en común, nació un día después que yo, el 6 de noviembre de 1880. Añoro aquellos paseos por las antiguas calles de nuestro querido Jerez y siempre admirábamos todo cuanto había en él, aunque especialmente, a Carmen le gustaba más que a mí. Nos criamos juntas, y sobre todo con la misma educación machista.
Yo daba por hecho mi futuro: cuidar de los hijos y realizar las tareas domésticas, pero Mari Carmen siempre se oponía y desde nuestra niñez tenía otros ideales.
Cuando crecimos se separaron un poco nuestras vidas, yo me tuve que ir a una pedanía cercana pero ella se quedó en la ciudad. De vez en cuando nos veíamos, nos tomábamos un café y charlábamos. Todo esto fue más usual cuando nuestros hijos crecieron ya que antes no disponíamos de tanto tiempo. Cuando nos comenzamos a ver más a menudo, noté que a Carmen le entusiasmaba la prensa y siempre me preguntaba si la había leído; se interesó por unos artículos en concreto que aparecieron en 1918. Era una mujer, por ello me gustaban más, porque en aquella época era muy extraño que una mujer escribiese a pesar de las opiniones ajenas y, además, estaba de acuerdo con lo que contaba y a Carmen y a mí nos gustaban mucho sus artículos.
Revista del Ateneo, El Guadalete, Diario de Cádiz. Por lo visto, aquella misteriosa mujer debía gustarle a mucha gente porque escribía en diferentes periódicos, entre ellos los que he nombrado, y digo misteriosa porque como otras mujeres de la época usaba un seudónimo, 'María de Xerez'.
Un día, Carmen y yo decidimos ir a una librería del centro, ya que hacía tiempo que no nos veíamos, y encontramos un libro que nos llamó la atención, La Niña Azul (1921), y más nos llamó la atención cuando vimos su autora: María de Xerez. En aquel momento parecía una casualidad. Cuando supimos que aquella mujer escribía libros, Carmen y yo decidimos no vernos hasta que yo me terminara cada libro de esta escritora para comentárselo.
Después del primer libro que encontramos me leí En la Aldea, Despertar, En Plena Epopeya (1937), De mi Jardín y El ciego de San Francisco. Sé que aquella autora escribió dos libros más pero no pude leerlos por un problema de visión y Carmen venía a mi casa y me los leía como si fuera ella la que viviera la historia narrada, todavía recuerdo los últimos dos libros, Cantabria Invicta (1928) y El Castillo de Nichopa (1926). La autora era fantástica en mi opinión, detallista y con un vocabulario que embellecía mucho aquellas bonitas narraciones. Corría el año 1950 cuando mi salud empeoró y mi amiga de siempre me vio tan mal, que me quiso contar su secreto mejor guardado durante muchos años. M.ª del Carmen Carriedo Soto lo escribió todo, ella era María de Xerez. Sentí orgullo, satisfacción, me alegraba muchísimo y le insistí en que se diera a conocer, pero ya era tarde para que su fama fuera reconocida en vida. Empezó a dejar de escribir porque ya era muy mayor y seis años después de mi empeoramiento, un 11 de junio de 1956 falleció. Ahora entiendo su interés por mi opinión, su forma de leer, el sentimiento que le ponía y me alegro de su trabajo como amiga y lectora gracias a ella.
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