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Mecanismos ilusos

Mecanismos ilusos
Juan Carlos González García

10 de mayo 2016 - 01:00

LOS problemas filosóficos verdaderamente apasionantes son aquellos que nos obligan a conectar diferentes áreas del conocimiento y la reflexión. Aunque la relación entre el determinismo y la libertad es uno de los asuntos más viejos, sigue atrayendo la atención de la comunidad filosófica y científica. Es uno de esos temas transversales que podrían estructurar todo un currículum.

Somos conscientes de que tomamos decisiones y elegimos. De hecho, los existencialistas llegaron a decir que estamos condenados a ser libres. Nadie niega que tengamos esa sensación, bastante fuerte, de tener que construir nuestras vidas cada día, cada momento. La libertad se presenta como una condición necesaria de la moral, de la responsabilidad. Si atribuimos hechos a personas, aciertos y errores, es porque consideramos que han tomado decisiones libres.

Sin embrago, esta sensación choca con la imagen del mundo que nos ofrecen las ciencias. El universo, para la física clásica, es un sistema compuesto por partículas y gobernado por ciertas leyes conocidas. Según este modelo, el estado de un sistema en un momento dado determina el estado siguiente. Si conociésemos la posición de todas las partículas en un momento concreto y aplicásemos las leyes físicas, podríamos predecir todo el futuro del sistema, todos los estados del universo. Podríamos predecir en qué lugar va a estar una partícula concreta. Y los objetos, las cosas, como son compuestos de esas partículas, quedarían igualmente determinados.

Con la física cuántica y la teoría de la relatividad esa imagen del cosmos ha variado. Pero sigue habiendo leyes físicas, aunque sean de carácter probabilístico. Que a nivel micro reine la incertidumbre y la probabilidad no significa que no existan leyes que permitan explicar cómo un estado de la materia pasa a ser otro diferente. También, en este caso, nuestro presente viene condicionado por los momentos anteriores de la realidad material.

Los seres humanos somos seres materiales, por lo tanto formamos parte de ese sistema de partículas. Si todo hecho tiene una causa, nuestras acciones también. Las decisiones que tomamos, dicen los deterministas, están causadas por los estados anteriores de la materia. Sucede lo que necesariamente tiene que suceder. Somos parte de un gran mecanismo. Y la libertad es una ilusión. Esta sensación tan fuerte de libertad habría surgido gracias a la selección natural. Los sistemas vivos que tienen la sensación de dirigirse a sí mismos se relacionan mejor con el entorno y sobreviven.

En este tema no hay que confundir el plano epistemológico con el ontológico. Nunca podremos conocer la situación de todas las partículas del universo, ni siquiera de una región pequeña. Desde el punto de vista epistemológico, por lo tanto, el determinismo no tiene relevancia para la libertad. Para sistemas acotados, para explicar propiedades de la materia, etc., sí es suficiente con el conocimiento que manejamos, con los modelos. Pero, aunque no conozcamos las posiciones de todas las partículas, unos estados de la materia causan otros. Nuestra conducta está causada ontológicamente, aunque epistemológicamente no la podamos predecir. Spinoza decía que si la piedra al caer, movida por la fuerza de la gravedad, fuese consciente, quizás pensaría que es ella la que está decidiendo caer. Los deterministas disuelven el concepto de libertad y lo transforman en un engaño, una ilusión. La conciencia, también material, genera la sensación de iniciar acciones, pero realmente sólo se trata de acompañar a las verdaderas causas materiales.

Hay diferentes estrategias para hacer compatible el determinismo con la libertad. La primera se basa en decir que el ser humano decide con el alma, que no es material y no está expuesta a las leyes de la materia. La segunda, sin abandonar el materialismo, consiste en hablar de diferentes niveles de organización de la materia y de diferentes niveles causales. Habría propiedades emergentes que, aunque dependientes de las propiedades de las partículas elementales, presentarían esa forma de organizarse que llamamos libertad, decisión, etc. Siempre nos queda la duda de cómo es posible que en un nivel alto de los sistemas se inicien secuencias causales que no vengan determinadas desde abajo… Claro que a lo mejor un sistema determina varias posibilidades. Y lo que llamamos elegir es la selección de una de ellas…

Quien desee profundizar en estos temas puede leer el artículo 'Libertad, determinismo y responsabilidad moral', de Carlos J. Moya, de la Universidad de Valencia. Es un capítulo dentro de la obra colectiva 'Cuestiones de metafísica'(Tecnos y la Sociedad Española de Filosofía Analítica, 2015).

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