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Memoria cautivadora de África

El próximo 7 de octubre se proyectará 'Redentores de Cautivos', un documental que narra la vida de las misiones mercedarias en Ruanda

Salvador Gutiérrez, el padre Juan Carlos Mancebo y Juan Antonio Capote son los creadores del documental. / Manuel Aranda
Manuel Sotelino

16 de septiembre 2018 - 01:30

Jerez/Juan Carlos siempre quiso ser misionero. Ya de pequeño recuerda cómo llegaban a Navaluenga -su pueblo natal- los misioneros desde Brasil o cualquier otra parte del mundo. No pensó nunca hacer carrera política. Ni tampoco se interesó por la ingeniería de caminos. Su senda era la de estar con los más desheredados. Como lo tuvo claro desde pequeño, se alistó al 'ejército' de soldados de Cristo bajo el hábito mercedario. Una vez ordenado sacerdote, Juan Carlos Mancebo le pide a su provincial como primer destino las misiones en África. Desde el año 1968, los mercedarios tenían en Burundi una misión que heredaron de los Padres Blancos. Pero las autoridades no dejaban entrar a nadie que no fuera del país. Así que para hacer tiempo se fue a Francia, como si ingresara en un cuartel de instrucción para lo que le tocaba ver más tarde. Tras un año aprendiendo el idioma, viaja a Burundi y está dos años. Aquello fue en 1983. Dos años más tarde, se traslada a Ruanda. El panorama no pintaba bien. Pero los misioneros no observan el peligro que amenaza sus vidas. Prefieren estar más pendientes de los que viven a su alrededor. El uno de octubre de 1990, comienzan las hostilidades en el país. "Al padre Paniagua le cogió intentando salvar la vida de unas religiosas mercedarias", recuerda. José Esteve y él, que eran los otros dos frailes de la misión, salieron rumbo a ninguna parte. Huyendo de la barbarie y del sonido de los rifles. Vio muchas cosas. Padeció la débil palabra de los militares que prometían no hacer daño a la población civil. Tres días después firmaban órdenes para comenzar un genocidio. Supremacía de etnias. Venganzas por el hecho de pertenecer a una raza distinta. Odio, miseria, maldad…

Un día entraron en una vivienda y se encontraron veinte cuerpos de personas asesinadas. Juan Carlos se echó al suelo y rezaba por ellos. De pronto, algo se movía bajo la montaña de cadáveres. Era un niño que gritaba que no lo matara. Tranquilizaron al niño y los frailes le dijeron que eran gente de paz. Le salvaron la vida. Durante un tiempo, nadie los daba por vivos. Entre la muerte y la desesperación, los dos frailes no aparecían por ningún campo de refugiados. Finalmente pudieron salvar la vida. El padre Juan Carlos Mancebo se fue después al Congo. Y acabó en Camerún su vida como misionero.

Una vez pasada la labor en África, el fraile mercedario llega a España y desde hace años forma parte de la comunidad mercedaria que habita en la basílica de la Merced Coronada. Nadie conocía el conmovedor pasado de Juan Carlos. Había llevado con cierta discreción lo vivido en aquella tierra donde habitó tanta crueldad. Por su aspecto de hombre tranquilo, parecía haber gobernado los tesoros de una rica abadía en lugar de haberse batido el cobre entre los inermes. Hasta que se entrecruzó en su vida Salvador Gutiérrez. Salvador es un periodista tan inquieto como un caudal de agua en el nacimiento de un río. Un día cayeron en sus manos algunas grabaciones que había hecho de manera doméstica el padre Esteve en Burundi y algunas fotos de las misiones. Así conoció el pasado de Mancebo, entre imágenes descoloridas. Inmediatamente habla con Juan Antonio Capote que desde hace años mantiene un negocio relativo a la imagen en Jerez. El material era estupendo para dar a conocer la vida de estos testigos de esperanza en África. Ya en el año 1994, a los misioneros españoles en Ruanda se les concedió el premio 'Príncipe de Asturias' de la solidaridad. Juan Carlos no quería remover mucho el asunto; pero no sabía que tenía delante la inquietud de Salvador y así fue cómo se le plantea hacer este documental que recupere la memoria de estos hombres y mujeres que dieron parte de su vida -algunos la vida literalmente- entre la injusticia. "Lo más complicado fue convencer a Juan Carlos para llevar adelante este proyecto", asevera Salvador Gutiérrez. Pero la insistencia del pesado periodista ya no tuvo barreras cuando supo que aquel niño que salvó el padre Juan Carlos de entre la carne muerta viajó a España para visitar al que él llamó como padre Karoli. "Había ya una historia que contar. No podíamos esperar más", afirma Gutiérrez.

Capote y Gutiérrez consiguieron reunir hasta diez misioneros para llevar a cabo la grabación. Entresacaron testimonios de aquellos años y el trabajo quedó concluido. El título de este documental es el de 'Redentores de Cautivos'. Algunos críticos ya lo han definido como apasionante y crudo. No exento de un espacio para la esperanza como testigos de Cristo que son en los lugares más insospechados. Capote comenta que "ya se ha emitido en Navaluenga y también en Herencia. Ha sido un éxito". Por su parte, Salvador Gutiérrez aclara que "sólo pedimos que nos cedan un lugar gratis para poder proyectarlo. Siempre se estima un donativo como entrada. Todos los fondos recaudados irán destinados a la misión que la Orden Mercedaria mantiene en las cárceles de Sangmélima, en Camerún". La obra de San Pedro Nolasco de la redención de cautivos todavía sigue vigente en el sentido más literal de la expresión. No es algo trasnochado.

En Jerez, 'Redentores de Cautivos' podrá verse en el Teatro Villamarta el próximo día 7 de octubre a las 20 horas. El Ayuntamiento ha cedido gratuitamente el gran teatro para este trabajo que narra la vida de las misiones mercedarias. O al menos eso parece. El donativo será de cinco euros y las entradas podrán adquirirse en la sacristía de la basílica de la Merced y en dependencias que desde hace años mantiene Capote en los locales bajos de La Unión, en la avenida Tomás García Figueras. "Son más de mil entradas que van a buen ritmo porque queremos llenar el Villamarta", aclara Salvador Gutiérrez. El año que viene se cumplen cincuenta años de misiones de la provincia de Castilla de la Orden de la Merced. Será el momento para llevar este trabajo a Madrid, Salamanca y otros lugares como Galicia.

Ahora, Juan Carlos Mancebo observa con cierta paciencia los problemas de los que se quejan los cristianos de esta parte del mundo. El cronista no quiso ni preguntarle por los asuntos de las hermandades. Quedaba fuera de lugar. La memoria es demasiado flaca cuando se trata de vivir buenas experiencias. Sin embargo, cuando llega el momento de tragar saliva, los recuerdos se pegan al cerebro como una lapa. Y te persiguen en sueños. Juan Carlos Mancebo sabe un rato de todo ello. Y lo ha dejado plasmado en 'Redentores de Cautivos'. No se lo pierda porque observará que aquí, muchas veces, nos quejamos de vicio.

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