Muere María Luisa Fernández de Bobadilla y González-Abreu

La vida es una sucesión de retos que hay que afrontar con un espíritu abierto. Así de claro lo tuvo siempre María Luisa Fernández de Bobadilla y González-Abreu (Jerez de la Frontera, 1929-Sevilla, 2023), fallecida en la mañana de ayer. Estaba casada con Luis de Ysasi Montesquiut (1927-2003), con quien tuvo cinco hijos varones: Luis, Enrique, Miguel, Javier e Ignacio.

Su padre siempre animó a María Luisa a ver la vida más allá de Jerez, su localidad de nacimiento. Por circunstancias familiares y laborales tuvo residencia en Estados Unidos, Francia, Cuba, Japón e Inglaterra.

Libros de recetas

En España vivió en Madrid y Sevilla. Tuvo una gran iniciativa que revela una personalidad creativa: escribir un libro de recetas. Lleva por título Cocina de familia, del que se vendieron los tres mil ejemplares editados. En el libro figuran todas las recetas que fue aprendiendo a lo largo de su vida en las distintas ciudades en las que vivió, incluidas muchas referencias biográficas y anécdotas. En especial destaca el relato sobre cómo se conocieron sus padres en un viaje en barco. Ella, cubana de Santa Clara, volvía de Europa de pasar la primavera, y él se dirigía a América a vender vino. Contrajeron matrimonio tres años más tarde en Cuba.

Tienda Loewe en Nueva York

Otro hito de la vida de doña María Luisa fue su incorporación a la firma de alta costura Loewe. Ella misma narra en su libro que, estando en Sevilla, se ofreció a ayudar a la limpieza de la casapuerta de una tienda de moda (era Hurtado, en la Plaza Nueva) por indisposición del encargado de esas tareas. En esas labores conoció a Enrique Loewe que por aquel entonces buscaba dejar de residir en Andalucía. El empresario se fijó en la capacidad de trabajo de María Luisa, consciente de que sus entonces colaboradores no habrían asumido esa tarea en la tienda sevillana. Fue entrevistada y le ofrecieron trabajar en la firma. Primero en Sevilla, después en Madrid y posteriormente nada menos que en Nueva York, donde le tocó abrir el negocio, una experiencia tan dura como enriquecedora que le permitió conocer a personalidades como Andrés Segovia, entre otras.

Ese espíritu inquieto trató de transmitirlo a sus hijos, a los que instaba a ser testigos, por ejemplo, de la sesión de las Cortes Constituyentes o de la reforma que instauró la fiscalidad progresiva a cargo del ministro Fernández Ordóñez. Se preocupó de que entendieran el espíritu de aquella reforma, la importancia de contribuir con más si se tenía más.