Visto y Oído
Broncano
Navidad en Jerez
La especulación aterriza en las zambombas, que se han convertido en objeto de deseo de empresarios del sector del ocio y afines, que han trasladado a esta típica manifiestación festiva de la Navidad jerezana, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), una de las principales amenazas para las señas de identidad de la Feria del Caballo: la subrogación de la explotación y uso del suelo público en la que el lucro relega a un segundo plano a las tradiciones.
Esta práctica muy extendida en la Feria pese a su prohibición expresa en la ordenanza municipal que la regula, hace ya algunos años que también se da en las fiestas navideñas, en concreto desde el ‘boom’ de las zambombas y su promoción como reclamo turístico que atrae a multitud de visitantes llegados desde muchos puntos de España, incluso con paquetes cerrados que incluyen desplazamiento, estancia y zambomba, si se puede entender como tal la actuación de grupos con un amplio repertorio de villancicos aflamencados con escasa o nula participación del público.
Cada vez afloran más ‘cazazambombas’ interesados en cerrar acuerdos con los titulares de autorizaciones municipales que llevan aparejada la cesión de uso de suelo público, a la que no tendrían acceso si no es a través de peñas, hermandades y asociaciones con las que contactan para presentarles su oferta, y a las que el Ayuntamiento facilita la posibilidad de organizarlas al aire libre al ser entidades sin ánimo de lucro que destinan la recaudación a sufragar los costes de las actividades que desarrollan durante el año.
No en vano, el bando de la alcaldesa, en su punto sexto, establece en lo relativo a la autorización de la celebración de zambombas en vías públicas y otras zonas de dominio público, que “sólo se autorizarán las de tipo popular” y “únicamente las organizadas o promovidas por asociaciones religiosas, culturales, de vecinos, de comerciantes, de hostelería y otras entidades sin ánimo de lucro”.
El mismo bando especifica que la consideración de 'zambomba popular' se reserva para “aquellas concebidas al estilo tradicional, como un acto eminentemente popular y espontáneo, de fuerte carácter participativo, en la que no existe distinción entre actuantes y el resto de los presentes, donde todo el mundo participacantando villancicos aflamencados, tocando las palmas o algún instrumento propio navideño (panderetas, zambombas, botellas de anís, etc.) sin que quepa el uso de equipos de ampliación de sonido”.
Los ‘cazazambombas’ ofrecen un suculento porcentaje de los beneficios que se generen y otras regalías a cambio de la explotación, haciéndose cargo del montaje -instalación de carpas, barras, botelleros, personal y cualquier otro elemento necesario para su celebración–, señalan organizadores de zambombas que han sido tentados, pero que no están por la labor.
En algunas zambombas, las más concurridas, se llegan a hacer cajas de más de 20.000 euros en un día, de ahí el interés de los que andan a la caza y captura de toda zambomba que se le ponga a tiro.
En cualquier caso, la subrogación en ningún caso implica cesión de la autorización, que seguirá estando a nombre de la hermandad, peña, asociación a la que se concede y que, por tanto, será responsable subsidiario de cualquier incidencia vinculada a la celebración de la zambomba en cuestión.
En Feria se han dado casos puntuales en los que el casetero que se subroga no cubre las expectativas, y a las primeras de cambio, deja la caseta colgada y sin margen de maniobra para que los titulares de la licencia busquen alguna alternativa. Claro que la subrogación se presta a posibles fraudes por el hecho de estar prohibida, aunque no por ello menos extendida.
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