Nuevos secretos sobre la 'síndone'
El investigador Alberto Manuel Cuadrado aporta más datos sobre la Sábana Santa jerezana, que se guarda en La Merced, como las veces que pasó por la ciudad o la fecha de elaboración de la copia de Turín
Es una reliquia y está en La Merced. Así lo adelantaba este Diario meses atrás, en noviembre. Se trata de la Sábana Santa jerezana, considerada una reliquia porque tocó a la original de Turín. En aquellas páginas se ofrecían numerosos datos e imágenes de este objeto de culto de la mano del investigador Jesús Caballero Ragel.
La Sábana Santa da, de nuevo, que hablar. Alberto Manuel Cuadrado Román, interesado siempre por la Historia y diplomado en esta disciplina, se interesó hace unos meses por la 'síndone' de Jerez, a raíz de aquel reportaje. "Fue gracias a Ragel por quien me lancé a investigar más sobre este asunto", aseguró, y añadió su agradecimiento al comendador de La Merced, Felipe Ortuno, "por las facilidades puestas para poder investigar y fotografiar la reliquia".
Y fruto de tantas horas de búsqueda de nuevos datos sobre esta Sábana Santa, Alberto Manuel plantea nuevas hipótesis sobre la reliquia. Así, una de las más destacadas es la posibilidad de que la Sábana viniera a Jerez dos veces, y no sólo una (en 1572) como se cree. Así, este investigador plantea que esta copia llegó por primera vez de la mano de fray Francisco de Henestrosa, que hizo un viaje a Flandes y a Roma. Fue recopilando reliquias para aportarlas a los conventos de aquí y, sobre todo, para llevarlas a América, que era un poco la obsesión tanto del papado como de la Iglesia, por la evangelización. Alberto Manuel "sospecha" que la amistad entre Pío V y el fraile permitió que la copia llegara a nuestra ciudad. El obispo que custodiaba esta Sábana en Jerez falleció, y antes de morir la legó al convento. Se convierte en objeto de devoción pública.
Regresa a Turín para reafirmar su carácter sagrado, es decir, para ser tocada con la original. Y se da fe en una de las esquinas del manto: en 1682. Aunque Alberto Manuel apunta, a través de un texto de Francisco González Fariñas (Sociedad de Estudios Históricos Jerezanos nº 9), que fray Ángel Alberto trajo el sudario a Jerez de Turín en 1686, ya como reliquia oficial.
Para entender otra de las conclusiones de Alberto Manuel hay que recordar que el sudario original estaba en Chambéry, en la capital de Alta Saboya. Allí, Ana de Lusignano, la mujer de Ludovico de Saboya, la adquiere en 1453 (dicen que por un castillo). Para exponerla al público construyó la Sainte Chapelle de Chambéry. En 1532 se produjo un terrible incendio que fundió la urna de plata que contenía la síndone cuando no estaba expuesta al público. Gotas de plata cayeron sobre el manto y provocaron bastantes desperfectos. Unos cuantos frailes, jugándose la vida, la consiguieron salvar. Las clarisas del monasterio de Chambéry hicieron los remiendos. En 1578, por razones de seguridad, por las guerras europeas, se traslada a Turín. Y allí se quedó. "Se dice en varios textos que la copia llegó a Jerez en 1571, luego si llegó en esta fecha no puede ser una copia de Turín porque allí llegó en 1578. Tiene que ser de Chambéry, hecha antes de 1532 porque la copia no ofrece ninguna marca de los desperfectos del incendio. Es una copia exacta del original, de autor desconocido", apunta el historiador.
Estaba prohibido por los Papas anteriores a Julio II, es decir, antes de 1506, hacer cualquier copia del sudario original de Chembéry. La bula promulgada por Julio II permite la reproducción del manto. "Esto demuestra que nuestra copia no es anterior a 1506. Luego, tendiendo en cuenta que no hay señales del incendio de 1532, opino que tampoco es posterior a esta fecha. Está entre 1506 y 1532. Puede ser la copia más antigua que existe en España, y que se haya hecho, pero hay que demostrarlo. Buenas hipótesis para seguir trabajando", comenta Cuadrado.
Y todavía un enigma por investigar: la urna, de 1849, en la que se guarda la Sábana Santa. Donada por una importante familia para que se refugiara en lugar seguro la 'síndone'.
"Tenemos -apunta Alberto Manuel- una reliquia de un valor religioso, artístico e histórico tremendo, y creo que la gente debe saberlo. En este sentido creo que debe ser expuesta, pero bien protegida. Todavía no nos hemos dado cuenta de lo que tenemos entre manos. Es un tesoro".
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