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"El que no ha cerrado está tocado"

Obras eje Corredera-Esteve

La reapertura parcial al tráfico de Corredera pasa desapercibida para los comerciantes

Los afectados expresan su deseo de que acaben ya unas obras con las que han perdido la mitad de sus ventas

Un vehículo junto a la entrada de Corredera, abierta sólo para el acceso a garajes privados y al subterráneo de Esteve. / Vanesa Lobo
Á. Espejo

08 de marzo 2021 - 20:14

“Un año para esto... cuesta asimilarlo”. Los comerciantes del eje Corredera-Esteve están deseando que terminen las obras de una vez por todas y no sólo la de Corredera, que ayer reabrió parciamente al tráfico, sino la de todo el eje viario hasta Cerrón recuperar el transporte público, que consideran primordial.

El Ayuntamiento anunció ayer el inicio de la segunda y última fase del proyectotras la reanudación de las obras, la que discurre desde la mitad de Esteve hasta Cerrón, donde una vez retirados los adoquines, se procederá al asfaltado con pinceladas de las nuevas planchas de adoquines, la solución mixta acordada por el gobierno local y la Junta que genera gran división de opiniones.

Sebastián Giráldez, el mismo que suscribe las palabras anteriores y propietario del bazar Sakito en Corredera, es de los más críticos con la actuación, no ya por el resultado, que “personalmente no me gusta”, sino por el deseo de poder trabajar en condiciones normales sin más sobresaltos. “No hay más que ver la calle; es la una de la tarde y no hay nadie, pues la falta de autobuses y taxis se nota mucho”, señala, no sin puntualizar que “lo importante es que se termine, porque después de un año ya nos da igual cómo se haga y esto ha sido muy duro, mucho peor que el covid”

Giráldez se hace eco del “cabreo monumental” de los comerciantes de la zona con el trasfondo político que provocó la paralización de los trabajos durante meses y que coincidió justo con el inicio de la pandemia. “En una semana han puesto a veinte personas a trabajar y han terminado Corredera. Lo podían haber hecho desde el primer día sin el daño que han causado, pues sólo en esta calle, al menos tres negocios han cerrado sus puertas sin contar las pérdidas del resto, porque el que no ha cerrado está tocado, y eso ¿quién lo paga?”.

El propietario de Sakito espera que "los responsables municipales no vengan ahora a que les aplaudamos, faltaría más”, afirma este comerciante, que alerta del riesgo para los peatones de la plataforma única por la falta de separación entre la acera y la calzada, incuido el carril reservado para el transporte público. “Quiero pensar que lo delimitarán de alguna forma, si no, aquí va a haber muchos atropellos”.

Un coche circula ayer por Corredera tras la reapertura parcial al tráfico de la calle. / Vanesa Lobo

Giráldez lanza una última reflexión sobre la supresión de los aparcamientos en superficie en toda la calle, a su juicio, “un inconveniente para los vecinos que no tienen garaje privado y un obstáculo más para los que vengan de fuera, que tendrán que costearse el parking subterráneo”.

Miguel Monje, de Lícores Corredera, coincide en que la falta de aparcamiento y el precio de los subterráneos es un handicap, “y más en Jerez, donde nos gusta llegar con el coche a la puerta”.

Los comerciantes consideran "primordial" la vuelta de autobuses urbanos y taxis

Los comerciantes de la zona animan a las empresas que explotan dichos parking a revisar sus políticas de precios en una zona, que según Monje, “terminará siendo peatonal”, aunque no lo ve como un revulsivo para el centro, “salvo que tengas una terraza”.

“Si quieren peatonalizarlo todo, perfecto, pero que pongan las condiciones para que la gente venga al centro con lanzaderas”, indica Miguel Monje, al que no disgusta la nueva estética de Corredera.

Operarios de la adjudicataria de las obras retiraban ayer en Esteve adoquines para avanzar en los trabajos hacia Santa María y Cerrón. La otra mitad de la plaza ya está rematada y el resultado también es del gusto de Jesús Delgado, propietario del quiosco de prensa que compara la defensa del antiguo adoquín con el veto a avances tecnológicos como la lavadora. “El adoquín estaba bien para los coches de caballo, pero no para la cantidad de autobuses que paran en la plaza”, mantiene el quiosquero, partidario de lo práctico antes que de lo estético.

Retirada de adoquines en el tramo de Esteve pendiente de asfaltar. / Vanesa Lobo

Como el resto, Delgado está deseando que acaben unas obras que, junto a la pandemia, le han hecho perder la mitad de las ventas, tanto como Irene Carrascosa, propietaria de la pastelería La Guinda, frente al Gallo Azul, dice que se han resentido sus cajas en este tiempo.

Carrascosa, entre las que aprueban la nueva estética, coincide en la merma de clientela que ha supuesto la supresión de las paradas de autobuses y taxis, por lo que confía en que las obras estén terminadas para Semana Santa –finales de marzo, principios de abril– “aunque no haya procesiones” y que “el Ayuntamiento impulse que vengan los ciudadanos al centro”, para lo que apunta igualmente a que no estaría de más la tarifa plana en los subterráneos.

Salvo contratiempo inesperado, el delegado de Urbanismo asegura que las obras acabarán en plazo, entre mediados y finales de marzo, algo que ponen en duda algunas comerciantes. Nela García, presidenta de Acoje, recuerda que el compromiso es ineludible tras el daño ocasionado al sector, por lo que “el 1 de abril tienen que estar los autobuses”.

García no entra en cuestiones de estética, como tampoco lo hace en polémicas sobre si se ha tapado o no el adoquín con el nuevo asfaltado como aseguró días atrás la asociación de vecinos del Casco Histórico, extremo que el delegado de Urbanismo niega tajantemente. “Es mentira y quien lo ponga en duda, que venga y vea con sus propios ojos, porque hoy mismo –ayer para el lector– estamos retirando los adoquines en Estévez”.

Peatones en el último tramo de Corredera, cerca del Arenal, cerrado aún al tráfico. / Vanesa Lobo

Al margen de los plazos, la presidenta de Acoje no olvida los “daños colaterales” de esta actuación, los mismos que ha sufrido María Pascual, de La Alpargatería de María en calle Santa María, quien admite que “hay días que el pesimismo hace huella”, pero “se aguanta pensando que todo pasará y por el ánimo que dan los clientes que valoran la calidad del producto y la atención personalizada”.

Pascual lamenta que las obras se hayan alargado, y aunque ahora está mejor que cuando el acceso estaba limitado por vallas, se nota mucho el polvo y la caída de viandantes”.

Al otro lado de la acera, en el tabanco El Pasaje, Joaquín Bermúdez expresa en voz alta el mismo deseo de todos los comerciantes de la zona: “Ojalá acabe ya esta pesadilla, se recupere la normalidad y vuelva el tráfico”.

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