Paralelas asimétricas
Lectores sin remedio
Jerez/El 21 de agosto de 1622 moría asesinado en Madrid, a la puerta de su palacio, sito en la mismísima calle Mayor, don Juan de Tassis y Peralta, el conde de Villamediana, correo mayor del reino, poeta culterano y satírico, de vida licenciosa y de amoríos escandalosos, a los que no eran ajenos la propia reina doña Isabel. Una personalidad tan impetuosa como turbulenta, empecinada en granjearse enemistades que terminaron por llevarle a la muerte, en la que parece ser intervino el propio rey Felipe IV. Fama fue, aunque consta como leyenda, que el 8 de abril de 1622 al estrenarse su comedia ‘La gloria de Niquea’ en Aranjuez ante la presencia de la reina, el mismo marqués quemó el teatro para poder salvar a doña Isabel entre sus brazos. Aunque también se vio envuelto en un caso, que provocó mucho ruido en la Corte, de un célebre proceso por sodomía, por el que condenaron a la hoguera a cinco mozos cuando ya el conde criaba malvas. Quizá fueran los celos del rey, o los enemigos de toda laya que el conde se había ganado en amores y juegos, o quizá fuera por evitar el escándalo del pecado nefando, lo cierto es que el conde, uno de los grandes poetas del Barroco español, autor de sonetos, sátiras y de la ‘Fábula de Faetón’ (ver la edición de sus poesías de Juan Manuel Rozas en Clásicos Castalia), moría de varias puñaladas el domingo 21 de agosto de 1622. Tenía 40 años.
En la madrugada del 5 de mayo de 1976 desaparecía para nunca ser encontrado el escritor argentino Haroldo Conti, uno de los grandes narradores hispanoamericanos de finales del siglo XX. Tenía 50 años. Regresaba del cine con su compañera María Scavac, cuando un “grupo de tareas” del batallón 601 de Inteligencia del Ejército, en la última dictadura cívico-militar presidida por Jorge Rafael Videla, los sorprendió en su casa de la calle Fitz Roy, los golpearon, les robaron y se lo llevaron. Haroldo Conti, cuyas novelas ya habían sido calificadas por la censura como “marxistas”, era consciente de los tiempos oscuros que se avecinaban y, sin embargo, “se negó a exiliarse y continuó su militancia política y su denuncia contra la represión”. Después del secuestro se supo que estuvo en Campo de Mayo y, finalmente, en la cárcel de Villa Devoto, donde lo encuentran en muy mal estado. En una carta que reproduce la página web titulada “Se cumplen 45 años de la desaparición de Haroldo Conti”, de la que extraigo estos datos, el escritor le confiesa a su hija Alejandra: “Gracias por enseñarme a amar a todas las pequeñas cosas de este mundo. Gracias por ser hermosa y dulce y acaso parecida a este loco vagabundo que no merece pero que todos los días se maravilla de ser tu padre. Recuérdame siempre con ternura, que es lo que ha olvidado el mundo”. Un hombre que escribe esto, nunca muere.
Novela negra española y franquismo
Algunos autores mantienen que la literatura negra, esa evolución de la tradicional novela policíaca iniciada en el primer tercio del siglo XIX, comienza en España una vez muerto Franco. Lo cierto es que durante el largo periodo de la dictadura franquista la novela negra que circuló en nuestro país fue sobre todo importada (castigadas por la censura las versiones originales de los grandes clásicos norteamericanos), o la que se encontraba en los llamados “libros de a duro” donde muchos autores represaliados escribían para subsistir unas muy descafeinadas novelas policíacas, que no negras, donde la crítica social, la violencia o el sexo estaban reducidos a la mínima expresión. Esa situación siguió inalterable hasta los estertores del franquismo donde encontramos autores que publicaron novelas que contienen todos los elementos del subgénero negro. Algunos de estos autores fueron personajes vinculados al Régimen como Wenceslao Fernández Flórez o Tomás Salvador, mientras que en el caso de Francisco García Pavón esa vinculación no es nada clara salvo que vivió el momento más brillante de su carrera literaria durante el periodo franquista. Estos tres autores nombrados son los que de alguna manera desmontarían la teoría que comentábamos al principio, de que solo se empieza a escribir novela negra en España a partir de la Transición democrática.
Sin embargo, al final del periodo franquista Tomás Salvador, ex inspector de policía, y que llevaba una brillante carrera literaria a sus espaldas, ya había publicado sorteando la censura las excelentes ‘Cuerda de presos’ y ‘Los atracadores’, o más tarde García Pavón, escritor caído en el oscurantismo pese a no tener vinculación con el franquismo, nos presentaba a ese singular policía rural, Plinio, que hizo las delicias durante los setenta de muchos lectores de la época, anticipando además la reivindicación de lo rural ante la emigración hacia los espacios urbanos. Quizás el único de los escritores de novela negra de la dictadura de indiscutible ideología franquista fue Wenceslao Fernández Flórez, que creó en fecha tan temprana como finales de los años 30 al detective Ring (‘Los trabajos del detective Ring’), y al que su pasado político le pesó luego como una losa cuando llegaron los nuevos tiempos democráticos (aunque de manera tímida se volvió a redescubrir su obra tras la versión del cineasta José Luis Cuerda del libro ‘El bosque animado’). Ramón Clavijo Provencio.
Reseñas
Lo bello y lo triste
Yasunari Kawabata. Austral, 2011.
A Yasunari Kawabata (1899-1972) le concedieron el Premio Nobel en 1968 y está considerado uno de los grandes autores japoneses del siglo XX. El elenco de personajes de esta novela se reduce a dos parejas, con la intervención ya al final del hijo de una de ellas; por un lado, el escritor Oki Toshio, su mujer, Fumiko, y su hijo, Taichiro; y por otro, la pintora Otoko y su discípula Keiko. La vieja aventura amorosa que tuvo el escritor Oki Toshio con Otoko, cuando él era ya un hombre casado y ella una adolescente de sólo dieciséis años, aventura que él narró en una novela de gran éxito, vuelve al recuerdo de todos los personajes, al decidir Oki visitar Kioto con la esperanza de ver, después de veinte años, a la que fue su amante y a quien hizo sufrir hasta el punto de poner en riesgo su vida. Keiko intentará por todos los medios que Oki no vuelva a hacerle daño a su mentora. J.L.R.
Escribir la lectura
Tomás Rodríguez Reyes. La isla de Siltolá, 2011.
Tomás Rodríguez Reyes pertenece y prestigia a esa clase o secta, en alarmante proceso de extinción, que es la de los “lectores sin remedio”. Y fruto de esa irremediable religión, es este libro en el que bajo la estructura o disposición de un diario, género tan moda, va desglosando y, sobre todo, ofreciendo al lector sus experiencias lectoras. Y por sus páginas se pasean los nombres de lo más granado de la literatura contemporánea en todos sus géneros, tanto nacional como internacional, que al fin y al cabo forman el canon de escritores y textos que todo buen lector debe haber leído en su vida, siempre corta para tanto menester. Es la lectura de Tomás reposada y reflexiva, que unas veces induce a la duda, a esas preguntas de difícil respuesta; y otras, a las certezas y las verdades universales. Un magnífico libro para estos tiempos tan convulsos. J.L.R.
Los últimos días de Europa
Antonio Scurati. Alfaguara, 2023
Es esta la tercera entrega de una obra monumental, cuyo propósito ni más ni menos es el acercarnos a la figura de Benito Mussolini y con él a la convulsa historia de Europa en la primera mitad del siglo XX. Si en ‘M. El hijo del siglo’, libro que tuvo un éxito espectacular, introducía a los lectores en los inicios de la vida política de Mussolini, para seguir con ‘M. El hombre de la providencia’ con su etapa de máximo poder, ahora nos descubre con una prosa trepidante impregnada del magnetismo de la mejor novela pero sustentada en una sólida documentación, en el momento en el que Italia con el Duce a la cabeza decide entrar en la II Guerra Mundial, lo que finalmente precipitará su caída. R.C.P.
Cuentos completos
Truman Capote. Compactos Anagrama, varias ediciones.
En este centenario del nacimiento de Truman Capote y como suele ser habitual en estas efemérides, comienzan a reeditarse sus libros aunque en realidad nunca dejaron de estar vivos para los lectores. Aún recuerdo la impresión que me dejó aquella primera edición en castellano de Noguer de la novela ‘A sangre fría’ - reeditada poco después por Círculo de Lectores con una portada impactante del genial artista Masip- y que fue mi descubrimiento de este escritor. Pero la genialidad de Capote quizás la podamos palpar mejor en los cuentos. En sus ‘Cuentos Completos’ se reúnen veinte historias magníficas entre las que ‘Un árbol de noche’ o ‘El halcón decapitado’ son muestras de la enorme talla literaria del norteamericano. R.C.P.
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