La Pastelería La Holandesa trabaja en la recuperación del roscón holandés
El establecimiento, surgido del nexo entre Países Bajos y Jerez en el siglo XIX, ha sido cuna de grandes maestros pasteleros de la ciudad
Las relaciones de Holanda con Jerez han sido, desde el siglo XIX, una constante, principalmente con el vino como nexo de unión. La comercialización del sherry en mercados holandeses sirvió además para que muchas familias se asentaran en la ciudad durante algunos años, creando así un vínculo que, de alguna manera, se mantiene todavía.
Todas estas relaciones las encontramos de forma ampliada en las obras de Hipólito Sancho Sopranis, ‘Relaciones entre Jerez y Flandes durante el siglo XVI’ un trabajo editado en 1959 por Jerez Industrial para la Junta Oficial de la Fiesta de la Vendimia, y en ‘Documentos para la historia del vino de Jerez’, además del libro ‘La colonia extranjera en Jerez a finales de la Edad Media’, del profesor José Antonio Mingorance y publicado por Peripecia Libros en 2014.
A ello hay que unir el trabajo de investigación de José Luis Jiménez quien sitúa al comerciante Herman Gijsbert Keppel Hesselink como epicentro de todo.
Fue este empresario, nacido en la ciudad holandesa de Zutphen, quien crea la compañía holandesa Hesselink Hermanos (Gebr. Hesselink Co) con el objetivo de comercializar los vinos de Jerez. Jiménez establece que la empresa fue “fundada inicialmente en unos locales en la calle Bizcocheros, 5”, para pasar “años después a la calle Cerrón nº 16 y allí siguieron hasta 1908 que dejaron de figurar en las listas de exportadores de vinos”.
Keppel Hesselink tuvo tres hijos, dos varones, Cornelius y Willem, y una hembra, Johanna Theodora Frederika, que años más tarde contrajo matrimonio con otro empresario holandés, Johan Hendrik de Longh. Ambos vivieron en Jerez durante años y fruto de aquella unión nacieron diez hijos.
Al margen de comercializar los vinos de Jerez, Johan Hendrik de Longh se caracterizó por exportar harina jerezana, muy utilizada en la elaboración de los denominados Stroopwafels, una especie de galleta de caramelo.
Es aquí donde el investigador Benito Pizarro ha encontrado el germen de una de las pastelerías más antiguas de la ciudad, La Holandesa, ya que Hendrik de Longh “montó también una tahona o panadería-pastelería en Jerez que fue regentada por sus descendientes hasta principios de 1900”.
En 1908, la pastelería fue traspasada a una familia “de emigrantes que llegaron de Ávila y que estuvieron más de 20 años regentando la misma”, asegura, hasta que se la vendieron a “Antonio Márquez Flores”. “En esta pastelería han aprendido el oficio grandes pasteleros como el maestro Pepe Rosado, padre e hijo, Luis Aranda, Alfonso Aguilar, Antonio Barea, Francisco Padilla, Jose Guerrero ‘Soniquete’, Jose Acosta, Luis Aranda y Pepe Márquez”.
En los años 90, un sobrino de Antonio Márquez, Pepe Rosado (hijo), adquirió la pastelería, “que se trasladó desde la calle Bizcocheros hasta su sede actual en la calle Barbadillo 109. Allí estuvo hasta 2007, cuando al jubilarse la cedió a la actual gerente de la misma, Leticia Pizarro”.
Su nueva regente considera fundamental “rescatar los antiguos sabores de la pastelería tradicional” y para ello se está trabajando en recuperar “el antiguo rosco holandés o en Semana Santa, la alpistera, otro dulce que se ha perdido en la actualidad”. Pastelería La Holandesa fue también heladería “y hay mucha gente que todavía recuerda los polos de coco. A destacar también los famosos Pocitos o las Lolitas”.
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