El Peñón de Ballesteros
En el Puerto de Gáliz con el general Ballesteros
Desde antiguo, el Puerto de Gáliz (o de Galis) ha sido una encrucijada de caminos. Por allí pasan los que van desde el Campo de Gibraltar por Jimena a la campiña sevillana a través de la Sierra de Grazalema. También cruzan por estos parajes los que partiendo de Alcalá de los Gazules y Jerez buscan, por el Mojón de la Víbora, las tierras de Ubrique o de Cortes de la Frontera, ya en la provincia de Málaga.
Ubicado entre la Sierra de la Gallina y la del Aljibe en pleno Parque Natural de los Alcornocales, este enclave guarda viejas historias como las de "los monfíes" (1) aquellos rebeldes indomables que en los últimos años del siglo XVI, capitaneados por Pedro Machuca, se refugiaron en la espesura de sus bosques y en los agrestes parajes de La Sauceda, siendo finalmente indultados por Felipe II. Bandoleros, contrabandistas, partidas de guerrilleros que pelearon contra los invasores franceses… han tenido como paso obligado este lugar que frecuentan en estos tiempos excursionistas y domingueros, moteros y ciclistas, y aún viajeros curiosos, que como nosotros hoy, recorremos estos rincones en busca de viejas historias.
Siempre que pasamos por aquí recordamos los trágicos sucesos que tuvieron lugar en las cercanías del Puerto de Gáliz en el verano de 1936, cuando más de 600 personas, habitantes del poblado de La Sauceda (que llegó a ser bombardeado) y de otros pueblos de la sierra, fueron fusiladas en El Marrufo por las fuerzas falangistas sublevadas. Tampoco nos olvidamos de un personaje singular, Juan "el Igualeja", a quien conocimos hace más de treinta años. Las ruinas de la que fuera su casa-venta siguen allí, frente a la nueva Venta del Puerto de Gáliz. Sin embargo, en esta ocasión, queremos rememorar las andanzas del general Francisco Ballesteros que anduvo por estos rincones de la sierra hace dos siglos peleando contra los ejércitos franceses.
El Peñón de Ballesteros
Quienes hayan visitado alguna vez estos parajes habrán reparado, a buen seguro, en una enorme roca de arenisca que destaca, aislada, entre los prados que se abren en el alcornocal situado frente a la actual Venta de Puerto de Galiz. Este gran bloque rocoso, al que la erosión ha dado formas redondeadas, es un hito natural de primer orden, una referencia visual en estos espacios abiertos entre montañas y es lógico pensar que, desde antiguo, no pasara desapercibido para quienes transitaban por los caminos y veredas de la sierra. A su lado se construyó la antigua venta, que hoy nos muestra sus ruinas. Desde hace unos años, se ha instalado a sus pies una improvisada "capilla" al aire libre a la "Virgen de los Milagros de Puerto de Gáliz", una nueva advocación más pagana que religiosa, rodeada de "exvotos" y "ofrendas" de lo más kitsch, cuya hornacina de corcho ha sido instalada en una pequeña oquedad de esta mole rocosa.
Este singular mogote es conocido como Peñón de Ballesteros, debiendo su nombre -según algunos autores- al general Francisco Ballesteros, militar y político español que jugó un importante papel en la Guerra de la Independencia. Una de las primeras referencias a este lugar nos la ofrece Pascual Madoz quien en su conocido Diccionario Geográfico Estadístico Histórico (1845-50), describiendo el entorno de La Sauceda y el Puerto de Galiz, señala que: "La sierra de Marrufo… tiene como 1 leg. de long. … y forma cordillera con la de Ballesteros con uno de sus costados. Saliendo de Ballesteros hacia el ENE, se halla a dist. de 1 leg. la Piedra-arpada, que es un gran peñón sin producto alguno vegetal, encontrándose en el intermedio tierras de labor con varios cortijos grandes y suntuosos…". Medio siglo después, el Plano Parcelario del término de Jerez de Adolfo López-Cepero (1904), incluye de manera nítida una referencia a esa gran roca con el nombre explícito de Peñón de Ballesteros, junto al Puerto de Gáliz, en el lugar donde se cruzan la Cañada del Marrufo, el camino de La Sauceda y la que sería después carretera de Jerez a Cortes, que figura en el citado plano como "proyecto".
El General Francisco Ballesteros
Hace sólo un par de años se llevaron a cabo en nuestra provincia diferentes actos para conmemorar el bicentenerario de la Constitución de 1812. Fue entonces también cuando se editó un interesante trabajo, titulado "Estudios sobre la Guerra de la Independencia Española en la Sierra de Cádiz" coordinado por Luis Javier Guerrero Misa y Fernando Sigler Silvera, donde el lector curioso podrá obtener una amplia y documentada información sobre el desarrollo de las operaciones militares que tuvieron lugar en estas sierras en muchas de las cuales tuvo un papel protagonista el General Ballesteros.
Como señalana los citados autores, a finales de agosto de 1811 es nombrado comandante del Campo de Gibraltar el teniente general Francisco Ballesteros, hombre de fuerte carácter con grandes dotes de mando, habilidad e intuición en el campo de batalla que había demostrado en numerosos combates contra el ejército invasor. En septiembre de ese año, los franceses planifican una ofensiva sobre la Sierra. Yunquera, Igualeja, Benaoján, Montejaque, Ubrique, Cortes… caen en sus manos en apenas una semana de combates con las partidas de guerrilleros serranos. Ballesteros iniciará el contraataque sobre Alcalá de los Gazules enfrentándose con los franceses también en las cercanías de Jimena. A primeros del mes de octubre, Ballesteros… promulga un decreto militarizando a todas las partidas e integrándolas en batallones, quedando formando los denominados batallones de "cazadores patriotas" de Casares, Jubrique, Gaucín y Cortes. (…) desde el punto de vista militar, esta reorganización no sólo era necesaria, sino que confirió una nueva dimensión al ejército de la sierra. Esta concentración y, sobre todo, control de las hasta entonces divididas fuerzas, dio una mayor operatividad y efectividad al conjunto del ejército, dejando atrás la estrategia de debilitar al enemigo mediante el acoso de las partidas y confiriéndole así la capacidad de enfrentarse en campo abierto al ejército francés.
Vendrían después distintas acciones bélicas en las que Ballesteros derrotará a los franceses en Bornos y Tarifa si bien, su carrera de éxitos militares tendría un mal desenlace ya que en octubre de 1812 fue cesado por oponerse al nombramiento de Wellington como General en Jefe de todas las tropas españolas en la península. Pero volvamos a los escenarios de la Sierra y al Puerto de Gáliz.
Ballesteros, a la cabeza de una división de 4.000 hombres, a la que se sumaron numerosas partidas de guerrilleros de los pueblos de las serranías de Cádiz y Málaga, tuvo en estos parajes de la Sierra de Cádiz que hoy visitamos, así como en los cercanos montes de Ronda, significativas victorias contra los franceses. De las andanzas del general por estos territorios y, en especial, por Ubrique y su entorno, recomendamos también al lector el interesante y completo trabajo de José María Gavira Vallejo, "200 años de Guerra de la Independencia en Ubrique: Así la vieron los franceses (1811-12)". Nosotros queremos centrarnos en su presencia en este paraje de Puerto de Gáliz, de la mano de lo que cuenta sobre ello el historiador arcense Manuel Pérez Regordán y de la semblanza que de Ballesteros incluyó el historiador gaditano Adolfo de Castro en su "Historia de Cádiz y su provincia."
Pérez Regordán, en un curioso trabajo sobre el Puerto de Gáliz publicado en Diario de Cádiz (22/06/1995), señala que: "Y, en todo lo más elevado del lugar… se alza un montículo de unos 10 o 15 metros de altura, que es el protagonista de aquellos parajes. Sobre la meseta altiva, el Peñón de Ballesteros, como es conocido, destaca en la distancia. Se refiere este autor al llamativo bloque rocoso de arenisca situado frente a la venta que hemos mencionado. "¿Y por qué el nombre de Ballesteros? La defensa natural que ofrecen estas sierras, donde la vegetación es riquísima, fue el elemento principal para la guerrilla, el bandolerismo y el contrabando. Es natural que, junto con la cercana Sierra de Rogitán, fuera centro de operaciones, de instrucción y de estudio para las partidas guerrilleras contra los ejércitos napoleónicos durante nuestra Guerra de la Independencia , y que aquí se guarecieran las partidas guerrilleras de D. Antonio García de Veas, la de don Pedro Zaldívar -que terminó sus días luchando contra el absolutismo de Fernando VII-, la de don Gaspar Tardío y la del general don Francisco Ballesteros, del que se ocupa el gaditano Adolfo de Castro en su obra "Cádiz y su provincia".
Por su parte, Adolfo de Castro afirma de Ballesteros que "Era hombre de valor probado: nunca supo acertar a su corazón el miedo. Tenía sin embargo como general, una reputación superior a su mérito". Sobre la forma de actuar del general y sus hombres, reclutados en los pueblos de la serranía, escribe: "Levantó muchas guerrillas en la provincia… Allegó así a muchos de los que habiendo huido de los pueblos, vivían en las sierras peregrinos de los hombres e indignos compañeros de los brutos. Su albergue era una gruta oscura que lo fue de una fiera: su lecho pieles, su alimento no el que busca el apetito, sino el que ofrece la suerte. Sin tener camino que seguir, iban siempre a donde la voluntad los gobernaba".
Pérez Regordán, sitúa en estos parajes al general, en su idas y venidas de Bornos y Ubrique a Jimena y San Roque y, es aquí donde el gran bloque de arenisca que preside el cruce de caminos de Puerto de Gáliz, se transforma en el púlpito natural desde el que el militar se dirige a sus soldados. Así, a decir de este autor: "Cuentan los ancianos que han vivido en Puerto de Galis que, en aquel montículo se subía el General Ballesteros para arengar a sus valientes guerrilleros, y de ahí su denominación de "El Peñón de Ballesteros".
Las tropas de Ballesteros
Adolfo de Castro sigue aportando pistas -adobadas de espíritu patriótico, rayando en la leyenda- de las tropas del general, a las que se unían las partidas de hombres de la sierra: "movíase veloz Ballesteros de aquí para allí, de allí a allá, ora a esa sierra, mañana a este campo. Sorprendía a los que estaban con el azadón en las manos, el sudor en el rostro y los ojos atentamente en la tierra. Incitábalos a ofender al enemigo diciéndoles que la victoria se desdeñaba de recorrer nuestras campiñas, si primero no estaban humedecidas con sangre francesa. Para los valientes no servía la fuerza de los discursos sino la evidencia de los peligros. Juntábanse a Ballesteros jóvenes robustos, mancebos de embravecido semblante, feroz vista, manos duras, brazos musculosos y cuerpo fuerte: su vestido un rustico sayal, algunos de manchadas y blandas pieles, montera en la cabeza, zurrón al hombro, cuatro o cinco piedras en él, honda que estallaba en la mano y un mal torcido cayado en la otra. Otros más militares empuñaban un corpulenta y fuerte lanza, mientras coronaba su cabeza, si no es que abrumaba sus sienes, un morrión pesado y crespo, las armas de fuego en esperanza: el enemigo que huyese en apresurada fuga o quedase muerto en la sorpresa ese había de facilitarlas: todos con la ambición de obedecer, ninguno con la de mandar sino la muerte a los contrarios.
Los franceses contra Ballesteros
Pérez Regordán se recrea en la figura del militar subrayando la popularidad que en poco tiempo adquirió lo que motivó que tres generales franceses se distinguieran en su búsqueda Godinot, Semelé y Barroux "y hasta se cuenta que Godinot, una vez que encontró de frente a las tropas del general guerrillero, se detuvo un día entero sin atreverse a atacar con sus armas de fuego contra el improvisado ejercito que tenia por armas las hondas de los cabreros y los cayados de los campesinos. Y todos estos serranos arengados en Puerto de Galis desde "el Peñon de Ballesteros" estuvieron presentes en la batalla del Cerro, en Chiclana de la Frontera, capitaneados por el teniente general Manuel de la Peña, en la que causaron al ejército francés más de 2000 bajas y 400 prisioneros. El hecho motivo la decisión francesa de tomar la plaza de Tarifa, a la desesperada porque fue allí donde se situó Ballesteros. En la hábil estrategia de los hombres que conocen el terreno, Ballesteros cruzo de noche el Guadalete y llegó hasta Bornos (el 4 de noviembre de 1811) donde sorprendió al general Semelé y consiguió más del centenar de prisioneros".
No le falta razón a Manuel Pérez Regordán cuando escribe que: "La Sierra de Cádiz, desde Puerto de Galis, tiene ganada una bella pagina patriótica en la independencia nacional. Ningún estamento oficial ha recordado agradecerlo, pero el pueblo, ese pueblo sencillo que guarda los recuerdos contados en las antiguas gañanías o en noches de invierno, se que se ha preocupado por levantar un monumento en la palabra al general que llevó a sus abuelos a defender nuestra provincia del invasor, conociendo para siempre al peñón de Puerto de Galis por "El Peñon de Ballesteros".
Doscientos años después, no estaría mal que junto al Peñón que lleva su nombre, se situara un panel informativo recordando los hechos históricos que protagonizaron el General Ballesteros y las partidas de guerrilleros serranos por estos parajes en la conocida como Guerra de la Independencia. A buen seguro que a la "Virgen de los Milagros de Puerto de Gáliz" no le importaría.
El lector interesado puede encontrar Información complementaria, referencias bibliográfica y mapas en http://www.entornoajerez.com.
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