Pequeña historia de las polémicas de la Feria del Caballo
Todo lo que se toca en el González Hontoria tiene eco
Casetas, música, caballos, ampliación, vestimenta y hasta la 'desobediencia sanitaria' han generado debate
JEREZ/La Feria del Caballo ha sido, de siempre, tanto motivo de orgullo como de polémica y hasta de reivindicación de la ciudad de Jerez. Contra lo que pudiera pensarse, la historia de la Feria corre en paralelo a la de la ciudad pues, pese al ambiente festivo, en los paseos se han vivido desde manifestaciones y huelgas hasta pulsos contra el poder establecido, caso por ejemplo del año de la peste equina (1990) cuando pese a la prohibición unos pocos ejemplares llegaron a pasearse por el albero entre los aplausos del público.
La Feria moderna
La Feria de Jerez tiene más de seiscientos años por concesión real para mercado de ganados, si bien lo que podríamos considerar como la Feria moderna nace en 1966 cuando la crea el alcalde perpetuo Miguel Primo de Rivera. Pese a ello, lo que hoy nos encontramos en el Parque González Hontoria tiene su germen en el año 1985, cuando el Ayuntamiento de Jerez, en la época de Pedro Pacheco como alcalde de mayorías absolutas, convocó el concurso de ordenación del parque González Hontoria y sus alrededores. Dicho proyecto contemplaba la construcción de un palacio de congresos en una parcela de 12.000 metros cuadrados que vería la luz en 1991 tras iniciarse las obras en 1989. Fue justamente al terminar la Feria del Caballo de 1989 cuando comenzaron unas obras que supusieron la demolición de los antiguos edificios del Mercado de Ganado existentes en el parque. Esa remodelación del parque provocó igualmente la demolición de las casetas de mampostería que había en el recinto, cuales eran los casos de Rumasa, Domecq, González Byass, Sandeman Los Lagartos y Casino Jerezano, entre otras. Ni que decir tiene que los pleitos fueron numerosos y largos. La remodelación del González Hontoria supuso una inversión de 600.000 euros de la época (la nada desdeñable cifra de 100 millones de pesetas).
La remodelación del 87
Pero no sería, ni muchos menos, la primera polémica que se desarrolló al amparo de esta celebración. No en vano, apenas dos años después de que se decretara el plan de remodelación, en 1987 se ordenó la apertura generalizada de las casetas, acabando de esta forma con la distinción entre casetas públicas y privadas. Se consiguió a través de las ordenanzas municipales que regulan la Feria y no estuvieron exentas de polémica. No en vano, llegó a darse el caso de que hubo miembros de la corporación municipal a los que negó el acceso a determinadas casetas, lo que provocó la correspondiente presencia de la Policía Local, la propuesta de sanción, multa y castigo con pérdida de sitio al año siguiente.
De esta forma, cuando los años 80 tocaban a su fin, quedaban en el recuerdo imágenes tales como las de las familias que acudían a la Feria canasto en mano. La Feria del Caballo se acercaba a la de Sevilla pero con dos características definitorias: de acceso libre y, sobre todo, la más bonita de Andalucía.
La peste equina
Empezaba la última década del pasado siglo y la celebración se enfrentó a uno de sus peores fantasmas. En el verano de 1988 comenzaban a morir caballos a causa de la peste equina. Para mayo de 1990 el pánico era total. La cabaña estaba inmovilizada. La Feria se quedaba sin uno de sus principales protagonistas (los otros son el vino y el cante). El González Hontoria estuvo vigilado muy de cerca por las fuerzas del orden para impedir la entrada de equinos. Tras varias horas de espera en la puerta principal del parque, un grupo de caballistas entró en el recinto ferial en un momento en que las puertas estaban abiertas y, curiosamente, sin vigilancia.
El recinto ferial, como ha quedado dicho, quedaba ordenado por entonces. Libre de obstáculos (como la antigua mediana que recorría los paseos y hasta aceras) la Feria se mostraba especialmente diáfana. No en vano hubo un severo descenso en el número de casetas. Pero con los años las casetas volvieron. Muchos colectivos que jamás habrían soñado con tener presencia en el González Hontoria se encontraron con dicha posibilidad ante los ojos. Y no la desaprovecharon. El asociacionismo al alza que había en la ciudad se disparó también en el Real. Lo que sucedió fue obvio: la Feria se quedó pequeña a lo largo de los años 90. Y hubo que buscar soluciones.
El "salto de las vías"
La solución estaba en dirección este. Las vías del tren suponían un obstáculo (peligroso) que impedía cualquier tipo de ampliación por la única zona en la que era posible hacerlo: en dirección a Chapín.
Fue entonces cuando la expresión de Pacheco "este año saltamos las vías" se hizo repetitiva año tras año sin verse cumplida hasta que, por fin, se hizo realidad una vez el ferrocarril quedó elevado en su trayecto entre Guadalcacín y la estación de Jerez, sobrevolando de esta forma el González Hontoria. Fue el 4 de mayo de 2002, sábado para más señas, cuando los jerezanos se encontraron con el modelo de Feria que perdura hasta nuestros días. La zona tradicionalmente ocupada por las atracciones fue destinada a dar cabida a multitud de casetas de todo origen: cofrades, comerciales, juveniles... Los 'cacharritos', por su parte, fueron trasladados más allá de las vías para alborozo de los feriantes. Bajo sus pies tenían ahora una capa de suelo alquitranado cuando antes montaban sobre albero, con los problemas y la suciedad que ello conlleva. Fue por entonces cuando Pacheco aseguró que había recinto ferial para décadas. Y no se equivocó. Las posibilidades de que el recinto ferial acoja más casetas siguen estando abiertas. No en vano la lista de espera es Jerez es prácticamente inexistente. Es frecuente que casi todos los años se queden algunas estructuras sin cubrir de lonas por falta de adjudicatario.
Las polémicas
La Feria del Caballo es algo delicado en Jerez. Todos los políticos han intentado mejorarla en la medida de sus posibilidades, pero los cambios, por norma, nunca han sido bienvenidos porque se teme que la esencia de la celebración se pierda. No en vano hay quienes sonríen al recordar que los jóvenes bebiendo en los Jardines de La Rosaleda en animado 'botellón' recuerdan a sus abeulos cuando comían y bebían allí con el mantel en el suelo y daban buena cuenta de las viandas del tradicional canasto.
La primera gran polémica fue el derribo de las casetas de mampostería, a ésta siguió la prohibición de las casetas de acceso privado. El Ayuntamiento, en sus ordenanzas, no tuvo más remedio que ser gentil con quienes se encargan, a fin de cuentas, de darle vida al recinto ferial. Así, les permitió disponer de un 'Día del Socio' al comienzo de la Feria y posteriormente que dispusieran a diario de un 25% de la caseta para las personas que pagan su mantenimiento. Algo lógico.
La última 'polémica' que ha surgido ha sido la intención municipal de permitir las casetas sin cocina, para que de esta forma se erijan en casetas musicales dedicadas a la juventud. Ya han sido hasta bautizadas como las 'disco-casetas'. Ni que decir tiene que el debate sigue abierto.
La solución parece difícil pues hay quienes critican la concentración de casetas juveniles por los problemas de seguridad que se padecen, si bien nadie quiere que le toque una al lado. También siguen vigentes algunas polémicas históricas, como la que provocó la Ley Antitabaco sobre si se podía o no fumar en las casetas e incluso en sus terrazas, e incluso si el adjudicatario de una caseta puede subrogar su gestión a una tercera persona a cambio de una importante cantidad económica.
Ni siquiera el mayor protagonista de la Feria ha conseguido escaparse. Hay que reconocer de forma obligada que el nivel de los caballos que se pueden ver en el recinto ferial del parque González Hontoria ha mejorado de forma impresionante en los últimos veinte años. También es cierto que se exigiera un mínimo 'pedigrí' al animal y unas vestimentas dignas al jinete también levantaron polvareda. Pese a todo, lo cierto es que la Feria de Jerez sigue marcando estilo y es una referencia como fiesta elegante.
A todo eso podemos añadirle las polémicas por los cambios de sitio, los 'castigos' municipales a los incumplidores de las normas e, incluso, si durante la celebración deben alquilarse o no coches de caballos. Lo cierto es que se siguen ofreciendo paseos. Es algo que nadie ha frenado. Todo lo que rodea la Feria importa a la sociedad porque la Feria es la misma ciudad pero sobre un lecho de albero.
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