Pinos y pinares

Noticia de algunos pinos centenarios en la ciudad (y III)

Avda. de Lebrija
Avda. de Lebrija
José Y Agustín García Lázaro

05 de marzo 2017 - 02:01

En nuestras anteriores entregas iniciamos un recorrido por la historia y los paisajes de los pinares que existieron en las cercanías de la ciudad, así como por los que se encuentran hoy repartidos por distintos rincones de nuestras sierras y campiñas. En lo que a pinos centenarios y singulares se refiere, mencionábamos el famoso Pino de la Legua, único que figuraba por derecho propio en toda la cartografía del siglo XIX, así como de los conocidos pinos de Cuartillo. En nuestro recorrido de hoy, y para cerrar esta trilogía dedicada a pinos y pinares, vamos a ocuparnos de algunos ejemplares centenarios que existieron o aún se conservan en los parques, calles y plazas de la ciudad. Las alturas que se ofrecen son aproximadas y los perímetros del fuste están medidos a 1,5 m del suelo.

Uno de los pinos más singulares de Jerez, tal y como recuerdan muchos jerezanos, fue el conocido como pino de la Alameda Vieja. Situado en el jardín bajo, en un gran parterre que aún se conserva frente a la entrada de las bodegas de González Byass, este pino centenario era el de mayor calibre de la ciudad y un auténtico superviviente de la arboleda que se plantó en este lugar en las últimas décadas del siglo XIX. La conocida Alameda Vieja, fue el primer espacio de recreo del Jerez moderno, comenzándose su obras en 1788 de la mano del corregidor Eguiluz. A lo largo del siglo XIX conoció diferentes ampliaciones y reformas y en la década de los 60 de esa centuria, se ajardinaron los taludes colindantes con la bodega de González Byass con la colaboración de la firma vinatera. En 1931, el arquitecto municipal Rafael Esteve, junto al ingeniero municipal Juan Pedro Simó, llevaron a cabo nuevas reformas que afectaron también a los muros del jardín bajo (1) donde se ubicaba nuestro singular pino carrasco (Pinus halepensis) que fue confinado en un parterre al realizarse la ampliación de la calle. Con el paso del tiempo, el árbol fue perdiendo sujeción y sus ramas comenzaron a secarse y a quebrarse. Cuando amenazaba con caerse no quedó más remedio que talarlo. El 5 de julio de 2008 comenzaron a cortarse sus ramas y hasta dos meses después, se estuvo troceando su enorme tronco, tal como recogía la prensa local (2).

El pino de la Alameda Vieja, por su tamaño y su emplazamiento era muy popular. Su silueta aparece en numerosas fotografías de la Alameda por lo que ha quedado ya, pese a su desaparición, en la memoria colectiva de los jerezanos. Las páginas más hermosas que se han escrito sobre él se deben a nuestro amigo, el escritor e historiador Antonio Mariscal Trujillo, quien en su libro La historia pequeña de Jerez de la Frontera, realiza una emotiva evocación: "Siempre guardaré en mi mente el recuerdo de aquel viejo pino que había en la Alameda Vieja frente a la bodega de los González. Centenario, enorme, soberbio, frondoso como ninguno. Refugio de los pajarillos para anidar con segura protección, porque jamás nadie había podido alcanzar su copa… El hermoso aroma que aquel pino desprendía en verano es algo que a fuego tengo guardado en ese lugar que debe haber en el cerebro donde se archivan los olores de la infancia… Pasó el tiempo, y un día aparecieron por allí grandes máquinas y excavaron la tierra para construir un aparcamiento subterráneo. Aquella infernal maquinaria arrancó sin piedad parte de las raíces que alimentaban a mi pino, las demás, aprisionadas entre el hierro y el hormigón, se quedaron sin tierra para alimentar al gigante y sin agua para darle de beber. Así el pino de la alameda fue entrando en declive y muriendo en lenta agonía. Comenzaron a secarse muchas de sus frondosas ramas que fueron cortadas para evitar que cayeran al suelo. Un día comprobé, con gran dolor, cómo aquel centenario árbol había desaparecido, lo habían talado sin piedad. La tristeza que sentí fue infinita, como si me hubieran arrancado parte de mi alma, de mi vida, Ya nunca sentiré el perfume de mi viejo pino, y nunca más aromará mis recuerdos, sólo quedaron allí las moradas flores de las jacarandas arrastradas por el viento de levante" (3).

En tiempos pasados, junto a este singular pino ya desaparecido, la alameda y los jardines interiores del Alcázar contaron también con otros ejemplares notables. Con motivo de la subasta pública del palacio y sus dependencias se realizó en 1887, se realizó un inventario del arbolado de sus jardines en el que se recogen ciento veinte pies entre frutales y plantas ornamentales, entre los que figuran "cuatro pinos". A título de curiosidad, entre los árboles ornamentales se citan mencionan también junto a los pinos, tres chopos, tres pinsapos, cinco cipreses, dos tecas, tres eucaliptus, así como acacias y falsos pimenteros (4).

Uno de los pinos sobrevivientes de aquellos que fueron plantados en el siglo XIX es el pino del Parque de El Retiro. Este magnífico ejemplar de pino carrasco, uno de los más hermosos de su especie en Jerez, formaba parte de la arboleda original de la finca de recreo de D. Luis de Ysasi y Lacoste, que fue cedida a la ciudad, tras su muerte en 1902, para su utilización como alameda pública (5). Este colosal pino, que hoy podemos admirar junto al estanque, tiene una altura aproximada de 33 m y un perímetro de 4,05 m. Su fuste, elevado y rectilíneo, se ramifica a más de 15 m del suelo en gruesas ramas secundarias (6). Su edad se estima en unos 140 años, pudiendo verse su silueta, junto a los de otros ejemplares de pino carrasco de gran porte, en fotografías antiguas del parque. A modo de ejemplo, citaremos la publicada en 1925 en la Revista del Ateneo, donde ya despunta claramente por encima de la arboleda, compitiendo en altura con la chimenea de la antigua Fábrica de Gas. En la imagen se aprecia también otro gran pino, ya desaparecido, situado justo detrás de la casa de recreo de Ysasi, utilizada en ese momento como escuela municipal, conocida popularmente como "El Castillito" (7).

A quienes pasean por la Avenida Alcalde Álvaro Domecq, les habrá llamado la atención en alguna ocasión el altísimo pino que sobresale entre la arboleda que rodea al Instituto Padre Luis Coloma. Este magnífico ejemplar de pino carrasco crece en un pequeño parterre circular situado cerca de la entrada, sobrepasando ampliamente en altura al edificio del conocido como "Pabellón Viejo" de dicho instituto junto al que despunta. El pino presenta un fuste limpio y recto que ramifica a más de 15 m del suelo, presentando un perímetro de 3,15 m y una copa abierta y poco densa. Su altura total supera los 25 m y su edad puede superar los 120 años.

Este pino, junto con otros de su especie, pudo formar parte de la arboleda de los antiguos Viveros Municipales que estuvo instalado en este lugar, en el antiguo Paseo de Capuchinos, frente a la Yeguada Militar, como nos recuerda José Moreno Alonso (8). Los Viveros, figuran ya en el Plano de Calvet y Boix de 1884 en el que se recoge también la existencia en este mismo lugar de un jardín y un estanque, por lo que presumiblemente debió contar con una arboleda acompañante (9). De este pino existen numerosas referencias gráficas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, quedando también plasmado en distintas vistas aéreas de la ciudad realizadas entre 1953 y 1955 (10), o en las fotografías del Vuelo Americano de 1956. En ambas se aprecia nuestro pino junto a otros ejemplares del mismo tamaño que no sobrevivieron y que se situaban también junto al recién construido Instituto Padre Luis Coloma inaugurado el 10 de octubre de 1953 (11).

El pino carrasco del Camino de Espera se encuentra ubicado en la Avenida del Altillo, en la confluencia con la calle Ursulinas. Con la urbanización de esta zona a finales del siglo pasado, se perdieron otros ejemplares de grandes árboles que, como este pino centenario, formaron parte en sus orígenes del antiguo Recreo de Warter. El pino, que se alzaba en la orilla del viejo Camino de Espera frente a la entrada de la antigua finca de las Cuatro Norias, crece en la actualidad en un parterre elevado, habiéndose destruido en su día buena parte de sus raíces superficiales. Su altura aproximada está por encima de los 20 m y el perímetro de su tronco es de 3,10 m. El fuste se ramifica a unos 8 m del suelo en dos grandes ramas secundarias en forma de "V" que dan lugar a una copa aparasolada, similar en su forma a la de los pinos piñoneros. Este pino es un ejemplar centenario, al igual que el que crece, en esta misma avenida, en el interior de la rotonda situada más adelante, en el cruce con la Avenida de los Jardines Escénicos. En este último caso el ejemplar presenta un perímetro ligeramente menor (2,95 m) y su fuste se encuentra más ramificado, pudiendo formar parte de una antigua alineación existente entre las fincas colindantes con el Camino de Espera.

De interés son también algunos ejemplares de pino carrasco que crecen en el parque González Hontoria, entre los que sobresalen dos de ellos próximos al monumento a Shakespeare, ambos de gran altura, con perímetros de 2,50 y 2,95 m respectivamente, probablemente centenarios y fruto de las primeras repoblaciones efectuadas en este parque a comienzos del siglo XX. En este mismo parque, en los Jardines de la Rosaleda, encontramos también otro ejemplar de gran altura con un perímetro de 2,50 m, similar a los anteriores. Por último, no queremos dejar de mencionar los pinos carrascos que fueron plantados en la década de los cincuenta del siglo pasado cuando se urbanizó la Avenida Alcalde Álvaro Domecq. Muchos de estos ejemplares, que cuentan en la actualidad unos 70 años, aún sobreviven en la zona de terrizo que se extiende junto a las aceras de la Avenida.

Entre los ejemplares más notables de pino piñonero (Pinus pinea) destaca el del Zoo y Jardín Botánico Alberto Durán, un hermoso árbol de edad centenaria que por su porte y altura, lo convierten en el mayor de la ciudad y uno de los más altos del país, tal como puede leerse en el cartel situado a sus pies. Su perímetro es de 3,35 m y su altura aproximada de 34 m. Crece este árbol en las proximidades del estanque del Zoo y su tronco se alza recto ramificándose a unos 8 m en tres ramas principales que se dividen en numerosas secundarias para conformar una copa poco densa (12).

En la avenida de Lebrija, el pino de La Espléndida, crece en un pequeño parterre sobre la acera situada junto a la antigua barriada del mismo nombre. Se trata de un soberbio ejemplar que llama la atención por el gran calibre de su fuste, robusto y homogéneo, que alcanza los 3,85m de perímetro, uno de los mayores de la ciudad. Este grueso tronco se trifurca a 5 m del suelo en tres enormes y gruesas ramas maestras, sobre las que se conforma una amplia y densa copa que sombrea todos los alrededores. Este singular pino, de un típico porte aparasolado, tiene una altura cercana a los 20 m, estimándose que su edad supera también los cien años como la de otros grandes ejemplares de la ciudad. Originalmente se encontraba a la orilla del antiguo Camino de Lebrija que partía de la ciudad en los alrededores de la actual calle Ponce para dirigirse a la citada población por lo que hoy se conoce como Carretera de Morabita. En la imagen aérea de esta zona del conocido Vuelo Americano de 1956, ya se distingue la silueta de su copa.

De interés son también algunos ejemplares de pinos piñoneros que crecen en los parterres de la Avenida Alcalde Álvaro Domecq, junto a la Glorieta Miguel Primo de Rivera, donde llaman la atención del paseante dos grandes ejemplares que superan los 25 m de altura. El de mayor grosor, presenta un fuste ligeramente inclinado, de 3,55 m de perímetro, que se divide en la cruz a unos 9 m del suelo, en dos grandes ramas maestras, que a su vez se subdividen en otras dos para dar lugar a una amplia copa. Originalmente, formaban parte a comienzos del siglo XX de los jardines del Recreo de Warter, que se encontraba en este lugar junto a la carretera de Sevilla y que incluía también el cercano parque de la Urbanización El Bosque, donde, entre otros muchos árboles de gran porte, existen también otros ejemplares de pinos piñoneros. Hace 10 años uno de ellos perdió una gran rama de más de una tonelada de peso como consecuencia de un temporal de viento (13).

En la avenida de Nazaret, frente al IES Fernando Savater, destaca también por su singularidad un curioso pino piñonero que crece aislado en una zona de terrizo entre la acera y la valla del Club Nazaret. Este hermoso árbol de unos 12 m de altura, presenta un grueso tronco de 3,05 m de perímetro, que se bifurca a 2,70 m en dos gruesas ramas principales de 2 m de perímetro que hacen las veces de fustes secundarios. En su primer tramo se encuentran unidos presentando entre ellos una oquedad. Entre los dos configuran una amplia y densa copa aparasolada, estimándosele una edad cercana a los 80 años. Este árbol, formaba parte de una alineación que separaba la antigua finca del Camino de Pedro Díaz, (actual Avenida del Nazaret) a cuyas orillas crecían, como muestran las imágenes aéreas de 1956 del mencionado Vuelo Americano. Hasta hace unos años, aún se conservaba junto a él otro ejemplar que fue talado tras resultar dañado en una tormenta.

El Pino de la Plaza de Macedonia es también un ejemplar singular, por presentarse aislado en el interior de la zona peatonal de esta plaza ubicada en la barriada Nueva Andalucía, a la que da sombra permanente con su amplia y densa copa. Su grueso tronco tiene un perímetro de 3,20 m, ramificándose en su cruz, a unos 4 m del suelo en cuatro grandes ramas secundarias prácticamente horizontales, razón por la cual su copa se presenta muy extendida y poco elevada, con una altura que no supera los 15 m. Su edad puede estar próxima al siglo y su silueta ya se adivina en las fotografías aéreas del Vuelo Americano de 1956, hace setenta años. Originalmente, pudo formar de la arboleda de la antigua Hacienda San José, parcelada a partir de la década de los sesenta del pasado siglo.

El parque González Hontoria alberga también algunos ejemplares de pinos piñoneros y carascos de notables dimensiones. Entre los primeros destacan el que se encuentra junto a la puerta de acceso de la avenida del Ejército, pegado literalmente a la valla del recinto. Con un perímetro de fuste 2,55 m, su cruz de abre en grandes ramas a unos 9 m del suelo presentan la típica forma aparasolada que alcanza una altura próxima a los 15 m. En el interior del parque, en la trasera del Restaurante El Bosque y junto al monumento a W. Shakespeare, crecen también otro grupo de pinos piñoneros, entre los que sobresale por su grosor un ejemplar de 3,15 m de perímetro con una altura que supera los 20 m. Otro grupo de cinco pinos crece en los jardines de La Rosaleda, frente al conocido bar Bodosky el mayor de los cuales alcanza un perímetro de 2, 5 m.

Junto a los anteriores, no queremos dejar de mencionar otros pinos de grandes dimensiones que se encuentran en los jardines de las bodegas de González Byass o de Domecq. Con todo, el más sobresaliente es el pino piñonero de las Bodegas Harveys, que crece tras el edificio de oficinas y que pasa desapercibido a los visitantes de la bodega pese a su enorme copa. El pino, también centenario, tiene más de tres metros de perímetro y se cuenta entre los mayores de la ciudad, dando cobijo a buen número de aves entre las que destacan las tórtolas.

José y Agustín García Lázaro

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José y Agustín García Lázaro

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